viernes, 8 de julio de 2011

Nuestra Señora de las Candelas ¿Virgen Negra de Navarra...?

Ermita de San Miguel, templo del viejo Monasterio, una y mil veces reconstruido sobre tierra sagrada. [Villatuerta, Navarra].

El Camino Jacobeo original que venía desde Puente la Reina, tras rebasar Lorca atravesaba Vilatorta -"villa torcida", hoy Villatuerta-, en dirección al cenobio de Irache, y pasaba ante el Monasterio de San Miguel. Si en la parroquial de Villatuerta, los peregrinos, habían venerado la pila bautismal donde recibió las aguas el prodigioso san Veremundo, en este apartado arrabal tenían una reliquia infinitamente más poderosa.
El pequeño altozano conocido como "Cuesta del Moro", a la sombra del imponente Montejurra, es un lugar cuya sacralidad se pierde en las nieblas del pasado más remoto. La comarca fue romanizada, hacia el s.IV, nombrándola Degium. Sobre el santuario celtíbero-vascón, los latinos alzaron un templo a sus divinidades, cristianizado después por los visigodos.
Por estos alrededores, en el s.IX, tejieron sus historias y leyendas, gentes como la estirpe musulmana de los Banu Qasi;  el mismísimo Carlomagno, que tuvo serios enfrentamientos con el caudillo autóctono Furro; o el monarca navarro Sancho Garcés II quien, tras expulsar a los moros, favoreció la restauración del Monasterio de San Miguel  y su pequeño templo de estilo prerrománico.
Cuando la monarquía crea el burgo nuevo de Estella-Lizarra, desviando el Camino Jacobeo tradicional, aquel ramal antiguo, que pasaba por el Monasterio de San Miguel, no dejó de ser transitado. Los peregrinos daban un rodeo, porque allí, desde tiempo inmemorial, se veneraba una milagrosa imagen de Nuestra Señora, bajo la advocación "de las Candelas".

Interior de la ermita de San Miguel, sin nada que recuerde su pasado esplendor.

En la actualidad, aunque el lugar está apartado, y el desolado templo carece de mobiliario e imágenes, aparentando un triste abandono, no debemos llamarnos a engaño. Para los modernos peregrinos continúa siendo sagrado, aunque de una sacralidad muy peculiar, como dijimos en nuestro artículo anterior sobre los "milladoiros". Sin embargo, nadie recuerda ya aquella imagen medieval de la Virgen. Y si no hubiese sido por una "milagrosa" casualidad, nosotros tampoco habríamos sabido de su existencia. 
En agosto de 1982, durante una de nuestras peregrinaciones por el Camino Jacobeo, quiso el destino que fuésemos a solicitar información en cierta casa de Obanos (Navarra), que resultó ser la del párroco. Así, entablamos relación con el erudito sacerdote don Santos Beguiristáin Eguilaz (1908-1994). Y, entre las muchas noticias inéditas que nos proporcionó, sobre este reino, incluyó las de esta "Candelaria", con dos viejas fotos de la Virgen. Las dos únicas fotos que, al parecer, existen de tal imagen, y que proceden del fabuloso archivo del estudioso don José Esteban Uranga (1898-1978).
Una imagen, que debió ser creada a mediados del s.XII, en tiempos del rey García Ramírez (1134-1150), para sustituir otra anterior, deteriorada, o de menor calidad artística.

Imagen de Nuestra Señora de las Candelas, s.XII, tal como se encontraba hacia 1900. [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

La milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Candelas, una "Candelaria", que recibía fervoroso culto en el Monasterio de San Miguel de Vilatorta, es una obra maestra de la imaginería románica peninsular, del s.XII. Se trata de una pieza de madera forrada con planchas de plata, que en los lados correspondientes al trono se adorna con relieves de temática mariana, enmarcados por piedras semipreciosas.
La costumbre de enriquecer las imágenes marianas, forrándolas de plata, fue muy comun en la Navarra medieval. Los ejemplares más antiguos, parecen ser las vírgenes de Irache y la Catedral de Pamplona, atribuidas al artesano documentado, en 1145, en el Libro Becerro de Irache, como "Rainalt aurifax", el orfebre Rainaldo, quizá originario del Languedoc. Éste, o su ayudante, Rogel Fure, pudieron ser los autores de la imagen de Nuestra Señora de las Candelas, igual de preciosa, pero menos elaborada que las dos anteriores.  
Quizá el divino Niño, de Vilatorta, portase una filacteria, a semejanza del de Irache, donde leemos: "Puer natus est nobis, venite adoremos. Ego sum alpha et omega. Primus movissimus Dominus". Pero no podemos saberlo, porque el Niño ha desaparecido. Y la Virgen, también...
  
Imagen de Nuestra Señora de las Candelas, vista lateral, donde se aprecian los relieves del trono.

Hacia 1900, la ermita de San Miguel de Vilatorta se encontraba en estado ruinoso, y la imagen mariana, abandonada entre sus desolados muros, había perdido el Niño y las manos. Poco después fue llevada a la parroquial de Villatuerta, donde se la fotografió en su sacristía, pero no para restaurarla, sino para malvenderla. Todo ello, con el "nihil obstat" de fray José López Mendoza y García, obispo de Pamplona entre 1899 y 1923, famoso por los "píos latrocinios" que cometió en su diócesis con el patrimonio artístico.
En el diario "El Demócrata Navarro", del 8 de diciembre de 1911, apareció un artículo titulado "Por Navarra ¿Sólo en la brecha?", donde, bajo el seudónimo Claro Navarro, este autor denunciaba el nefasto y reiterado proceder de su eminencia en el terreno patrimonial, dejando constancia de la desaparición de nuestra Candelaria: "Queda sentado, y nadie ha desmentido, que se ha vendido una virgen (creo que bizantina) de Villatuerta..."

Nuestra Señora de Irache, s.XII, "hermana" de la Candelaria de Villatuerta. [Monasterio de Irache, Navarra].

De este modo, se eliminó una peculiar devoción de los peregrinos jacobeos, cuyo culto tradicional no era todo lo ortodoxo que la autoridad deseaba, pues sus rituales y leyendas apuntaban a una antigua Virgen Negra, por más que se hubiese blanqueado su piel. Veamos algunos de tales indicios:
-Los peregrinos le ofrecían velas verdes, iguales a la que sostenía en su mano.
-Se afirmaba que las imágenes de Irache y Villatuerta eran "hermanas", porque "estaban hechas del mismo tronco".
-Su santuario se alza sobre uno anterior, celtibero-vascón y romano, quizá dedicado a las aguas.
-Está asociada, al igual que su "hermana" de Irache, con el prodigioso san Veremundo.
-Justo a cinco kilómetros, se encuentra la importante encomienda del Temple en Aberin.
-No mucho más lejos, está el imponente Montejurra, tejido de mitos ancestrales.
-La tradición dice que la mandó hacer Sancho Garcés I, en el s.X, otorgándole así mayor antigüedad de la que realmente posee.
-Era objeto de un culto pétreo relacionado con los "milladoiros". 
Y otros muchos detalles, que alargarían este artículo más de lo aconsejable.

Altar antiguo, con reconstrucción virtual de la Candelaria, tal como debía estar hacia 1900, poco antes de su desaparición.

Hay un indicio más, sobre el desaparecido "color negro" de estas imágenes románicas. Lo frecuente, era que estuviesen completamente chapadas en plata, incluidos rostro y manos. Existen noticias, en tal sentido, sobre la imagen de Irache: "Un abad de Dicastillo -custodio de la imagen- permitió por ignorancia, que unos industriales se llevasen la plata de las caras y las manos -de la Virgen y el Niño-, porque estaban negras, a cambio del colorido que hoy las afea", según escribió el estudioso don Vicente Lampérez.
A lo cual, cabe objetar una sospecha: ¿Es que el resto de la plata no estaba negra, sólo manos y rostros? ¿Si lo estaba y pudo limpiarse, por qué no se pudieron limpiar rostros y manos? ¿O es que el color negro de manos y rostros era intencionado, porque se trataba de una Virgen Negra? ¿Sucedió otro tanto, con Nuestra Señora de las Candelas de Villatuerta?
  
Moderno altar, donde los milladoiros han sustituido a la perdida imagen de Nuestra Señora de las Candelas. ¿Una Virgen Negra?

Esta imagen de la Candelaria, si como todos los indicios señalan, era una Virgen Negra, representaría el sincretismo del viejo culto a la Madre Tierra, en su manifestación de "piedra negra", meteórica, venida del cielo, al igual que todas las imágenes negras medievales. Al haber desaparecido la Virgen, que ahora estará en el salón de algún ricacho caprichoso, embalada en el sótano de cualquier museo extranjero, o en la cámara acorazada de algún banquero codicioso, no podemos concretar más.
Aunque aquí, parece haberse producido una especia de "justicia poética". Al eliminar la imagen de Nuestra Señora, negra o no, el lugar ha sido devuelto a su legítima y primigenia propietaria, la Madre Piedra. Porque, a pesar del "anatema sic veneratoribus lapidum...", donde reinaba la Virgen de la vela verde, ahora reinan los "milladoiros", esos montoncitos de guijarros en que habitan los múltiples espíritus de la Madre Naturaleza.

 Salud y fraternidad.

martes, 5 de julio de 2011

Milladoiros, piedras con espíritu...

"Pedra dos Cadrís", roca "sagrada" que cura los dolores de espalda. [Muxía, A Coruña].

Desde la Costa de Dalmacia, hasta el Cabo Norte de Noruega, pasando por todas las tierras de Europa, encontramos diversas piedras, ya sean enormes rocas o pequeños montículos de guijarros, que la humanidad venera por su carácter sagrado. Y ello, desde la noche de los tiempos, hasta la actualidad...
Artemidoro de Efeso, que visitó la costa oeste peninsular, a fines del s.I a.C., cuenta que sus celtibéricos habitantes practicaban un curioso culto a las piedras. Realizaban con ellas montículos, a los que dotaban de sacralidad, como por ejemplo los del Cabo San Vicente, de Finisterre, o del Monte Pindo, entre otros. Allí celebraban ritos diurnos, porque estaba prohibido acceder a estos lugares en las horas nocturnas, ya que entonces las divinidades y los espíritus del más allá descendían sobre esas piedras para estar en contacto con el mundo físico.
Esto era lo que les confería su carácter sagrado, pues, al manifestarse en ellas la presencia divina, parte de sus virtudes continuaba impregnándolas. Y esa potencia sagrada, que abarca ámbitos muy variados: fertilizantes, adivinatorios, funerarios, medicinales, podía emanar de ellas, para beneficio de los humanos que las venerasen.
   
"Monxoi", guijarros propiciatorios de la buena suerte. ["Cruz de Ferro", Foncebadón, León].

Cuando el mito judeo-cristiano se expandió por el Imperio Romano, luchando por suplantar a la Antigua Religión, lanzó toda clase de anatemas sobre los cultos pétreos. Los cánones LXXI-LXXIV del Concilio Bracarense (572) prohíben el culto a las piedras, y san Martín de Dumio (510-580) incide sobre lo mismo en su obra De correctione rusticorum (575?). Los concilios de Toledo, XII canon 11 (681), XVI canon 2 (693), y XVIII (710), repiten estas condenas a los "veneratores lapidum", con penosa insistencia, pero evidentemente sin conseguir apenas nada.
El único cambio, consistió en que poco a poco se dejaron de encender velas en tales lugares, para no llamar la atención, aunque se continuaron ofreciendo libaciones. Luego, el culto a las grandes rocas, "megalitos", y a los enormes montículos de piedras, "monxoi", fueron sincretizados al ponerlos bajo la advocación de diversos santos.
El propio san Martín de Dumio, feroz abolicionista de los ritos antiguos, aunque dice en su De correctione rusticorum: "...pues encenderles cirios a las piedras y a los árboles y a las fuentes ¿qué otra cosa es sino veneración del diablo?", acaba sucumbiendo al pragmatismo: "Que se derrumben el menor número posible de lugares paganos, que sobre ellos se pongan reliquias para que se cambie su objetivo".

Milladoiro en la orilla del mar, invocación a los espíritus acuáticos. [Playa das Catedrais, Reinante, Lugo].

Unicamente sobrevivieron en su pureza "pagana", los pequeños montones de piedras, "microlitos", conocidos como "moledros" en Lusitania, "milladoiros" en Galicia, y "miyadorius" en Asturias. Todavía hoy, las gentes creen que si alguien separa del montón una de aquellas piedras, ésta volverá por sí sola a su lugar durante la noche.
Estos pequeños amontonamientos, son la supervivencia del culto a los espíritus de los caminos, de los bosques, y a las almas errantes. Su recurrente florecimiento, da fe de la grandeza histórica y el poder espiritual que evocan.
Los "milladoiros" tienen dos versiones. En una, son pequeños amontonamientos, a modo de minúsculos "monxoi", en las orillas de los caminos o encrucijadas, que los viajeros van construyendo con el transcurso del tiempo al tirar cada cual un guijarro.  En la otra, se trata de pequeñas "columnas" formadas por la colocación de varios guijarros, superpuestos uno sobre otro, tantos como su precario equilibrio lo permita.
Aquí, como en los megalitos, podemos considerar que se trata de "receptáculos espirituales", pues el culto no va dirigido a las piedras, por si mismas, como sustancia material, sino a los espíritus que las habitan y consagran, a las almas difuntas que moran en ellas, al santo o deidad bajo cuya advocación se encuentran.
Al levantar estos "monumentos", humildes, íntimos, personales, los viajeros siempre han pretendido atraerse el favor de los genios de la naturaleza, tanto como apaciguar y alejar de si el peligro de las almas errantes, fijándolas a la piedra, para que no vaguen entre los vivos, o implorar el auxilio de las divinidades mediante unos toscos "atrapa-energías-cósmicas".

Ermita de San Miguel de Vilatorta. [Villatuerta, Navarra].

En la Navarra medieval, el primitivo Camino Jacobeo pasaba por Vilatorta -"villa torcida"-, patria chica de san Veremundo, continuaba junto al Monasterio de San Miguel, y seguía su ruta hacia Irache. Cuando en 1090 el rey creó el nuevo burgo de Estella, un poco al norte de este lugar, el viejo camino quedó como un ramal secundario, donde había un hospital de peregrinos, camino de Lorca, y el pequeño Monasterio de San Miguel, donde se rendía veneración a la milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Candelas.
Hoy, la ermita de San Miguel Arcángel, reclinada en la Cuesta del Moro, en las afueras de Villatuerta, es cuanto queda del templo de aquel monasterio que, el rey Sancho "el de Peñalén", dio a Leyre.
A pesar de su humilde aspecto, estamos en un enclave sagrado ancestral. Aquí hubo un adoratorio celtíbero-vascón, sustituido por un templo romano, que a su vez dio paso a uno visigodo, agrandado entre los s.X-XI en estilo prerrománico, para ser restaurado en el románico pleno.

Reconstrucción virtual, del altar antiguo, con NªSª de las Candelas, como debía encontrarse hacia 1900 cuando la imagen fue expoliada. [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

En este santuario jacobeo, recibía adoración una milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Candelas, una "Candelaria", del s.XII, con el Niño en su regazo y una vela verde en la mano derecha...
Por desgracia, la imagen fue malvendida a comienzos del s.XX, alegando su abandono y deterioro. De este modo, se eliminó una peculiar devoción de los peregrinos jacobeos, con ritos tan poco ortodoxos como la erección de "milladoiros", tanto en el exterior como en el interior, del templo. Pero, aunque la devoción se perdió, el rito no sólo no ha muerto, sino que se ha revitalizado con fuerza inusitada...
El amable párroco de Villatuerta, don David Antona Antona, que nos indicó el camino de la ermita, también nos advirtió del singular culto pétreo que íbamos a encontrar en el santuario. Tan singular, que para celebrar los oficios sagrados en su interior, deben desalojar frecuentemente los dos altares de aquellos "milladoiros" que los peregrinos se obstinan en levantar con machacona insistencia. 

Altares, moderno y antiguo, cubiertos de "milladoiros". [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

Aunque ahora, la mitología judeo-cristiana ha terminado por sincretizar también este sencillo resto de la Antigua Religión. 
Una parte de la creencia popular, indica que la costumbre de levantar "milladoiros" tiene por objeto que, en el día del Juicio Final, los guijarros hablen y den testimonio del cumplimiento del peregrinaje por parte del viajero, motivo por el que es necesario levantar estos amontonamiento pétreos, a modo de "testigos de cargo".
Otra parte, considera que los guijarros simbolizan ciertas almas del purgatorio, que se encuentran allí penando por no cumplir un ofrecimiento espiritual realizado en vida, y que sólo abandonarán tal penitencia si alguien cumple lo que ellos dejaron sin hacer.
Un tercer grupo, piensa que con tales guijarros-exvoto, traídos desde su lugar de procedencia, se liberan las culpas y atren las bendiciones de la divinidad.

Milladoiros sobre el altar nuevo del santuario. [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

Queda, también, un reducido grupo que continúa perpetuando el rito, sin una finalidad definida. Levantan guijarros, en los "milladoiros", sin saber bien por qué, como si pensaran "cuando otros lo hacen, por algo será..."
Pero, en el fondo, lo que subyace es el ancestral anhelo trascendete de la humanidad primitiva, los guijarros ofrendados a la divinidad, actuarán como amuletos protectores. Una divinidad que, en San Miguel de Vilatorta, adopta la forma de Virgen Negra, la imagen medieval utilizada para sustituir -sincretizar- el viejo culto a la Diosa Madre representada como una piedra negra meteórica.
Porque, mal que nos pese, el alma humana sigue anclada en aquellos temores que nos atenazaban en la noche de los tiempos. Aunque nuestra civilización y cultura parezcan decir lo contrario, somos clanes cavernarios con tecnología digital...

Salud y fraternidad.