martes, 8 de julio de 2008

"Columba romanicae": arquitectura, zoología, sexo y sociedad.

Templo de San Juan, ábside, mediados s.XII, Uncastillo (Zaragoza).
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En el bestiario románico, hay un animal viviente amigo por excelencia de la humanidad medieval: la paloma. Ello no tiene nada que ver con la extraña circunstancia de que, el ave más peleona y lasciva del reino animal, fuese símbolo de pureza y representación del Espíritu Santo, transmisor a la Virgen de su aceptado -aunque no solicitado- divino embarazo. Allá con su conciencia, el inventor de este símbolo. El caso es, que las palomas adoran utilizar los tejados románicos como improvisados aeropuertos, las cornisas como reposaderos, y los diversos huecos como lugares de nidificación.
Lo normal es encontrar techos románicos cubiertos de teja, funcional y barata, aunque el medievo emplea también, cuando la economía lo permite, lajas de piedra. Lo malo es que, las lajas, no dejan hueco a las palomas para sus nidos.
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Ídem. mechinales del muro absidal, sureste.
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Pero no importa, los lascivos y simbólicos volátiles son de fértil imaginación. Aquí han sustiuido, los huecos de las tejas, por los mechinales del muro, esos huecos que dejan los andamios de madera entre los sillares, cuando los constructores retiran las vigas de sustentación y no se molestan en rellenarlos. Son unos magníficos nidales y están muy disputados, por las parejas que crían, pues representan una fortaleza ante el ataque de rapaces siempre al acecho.
La sociedad románica sacaba gran provecho de las palomas, no solo simbólico-religioso, puesto que el excremento de estas aves, la "palomina", es un fertilizante de gran calidad. Este guano abonó infinidad de medievales cosechas, produjo abundantes trigos y salvo del hambre a numerosos pueblos. Por otra parte, los pichones y los ejemplares mayores servían de alimento corriente. En los grandes espacios cerealistas, de los reinos hispanos, todavía quedan cantidades apreciables de los palomares, de adobe, en que se criaban estas santas, lujuriosas y prácticas avecillas. Pero, esa, ya es otra historia y será contada en otro momento...
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Salud y fraternidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un fenomeno, el titular la leche las teas como se decia por estos lares,el contenido,le he leido unas veces para no quedarme sin ese jugo que pones que chorrea de brillanted y de saber estas que te sales ultimas entradas que pene no trasmitir a si´eso que se tiene dentro un saludo Esca

ArtuROM dijo...

Cuando leo esto no puedo sino acordarme de lo que me ha sucedido hoy mientras estaba en lo alto de la torre del convento toledano de las Concepcionistas.

Un amigo me hablaba, pues venía al caso ante semejante espectáculo, de los usos fertilizantes del excremento de la paloma, más conocido como palomina. Mientras, yo observaba como ella misma, la palomina, estaba contribuyendo en gran medida a la destrucción de la venerable estructura del cuerpo de campanas y de los mismísmos "tañibles artefactos".

¡Qué paradoja! ¡Hace prosperar a los vegetales pero hace menguar las construcciones del hombre! Claro que no hay que pasar por alto, me recordaba mi amigo, que un exceso de palomina también puede hacer que se pudra incluso la mata más próspera de toda la huerta.

Saludos.
Arturo.

Alkaest dijo...

O sea, como dice el refrán: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno..."

Salud y fraternidad.