jueves, 13 de marzo de 2008

Hic habitat Magna Mater

Monasterio de la Mare de Deu de Montserrat, la Moreneta (Barcelona). [Diapositiva 14 agosto 1990].
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Dicen las leyendas, que Dios mandó sus ángeles a Montserrat, para hacer un santuario, donde habitase la presencia de la Virgen entre los humanos. Primero, bajó el arcángel san Miguel, para destruir un templo que allí había, dedicado a la diosa Venus. Después, llegó una legión de ángeles, quienes serraron la montaña -acción que le dio su nombre-, para despejar el terreno y sacar la piedra con que luego levantaron el santuario, más las casas de los ermitaños que habían de cuidarlo.
La leyenda, auténtica poesía de la Historia, nos revela muchas veces más verdades que las propias crónicas. Al margen de vestuario y decorados, queda claro que, esta montaña tan especial, fue en tiempos de la Religión Antigua un lugar de adoración a la Madre Tierra. Adoratorio y divinidad, que fueron sincretizados en el templo y efigie de la Mare de Deu de Montserrat. Por si no estaba "claro", la "oscuridad" de la Moreneta, una Virgen Negra, lo proclama silenciosa pero firmemente.
A veces sucede que, los templos, mueren de abandono, pero otras perecen bajo el influjo de su fama. Del precioso santuario románico solo subsiste una portada, muy maltratada, pues en el siglo XVI se levanta un edificio más grande para atender las demandas del creciente número de pregrinos. Luego, el peso de la Historia, aplastando todo cuanto se le pone por delante, y los reconstructores, aplastando lo restante, nos trajeron hasta el conjunto de edificios actuales. Por suerte, el valor de Montserrat, la montaña, y Montserrat, la Virgen Negra, no está en las construcciones, sino en el enclave mismo. La espiritualidad, energía telúrica, corrientes magnéticas o como queramos llamarlo, brota de las piedras y lo envuelve todo. Sólo hay que tener el alma como una esponja y empaparse, hasta la última fibra, con los latidos de la Madre Tierra, cuyo pulso es aquí tan evidente. Que el templo esté decicado a Venus o la Virgen, da igual, Montserrat no es una imagen concreta, es un estado interior. Como dijo Goethe "En ningún lugar hallará el hombre la felicidad y la paz si no es en su propio Montserrat".

martes, 11 de marzo de 2008

"Tableros de juego" y Pata de Oca...

Templo de San Pedro Fiz, tímpano portada oeste, final s.XII, Cangas (Pantón, Lugo). [Diapositiva 21 agosto 1999].
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Templo de Santa María, metopa muro sur, 1160, Beade (Ourense). [Diapositiva 13 abril 1992].
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Templo de Santa María, banco puerta sur, fin s.XII, Gomariz (Leiro, Ourense). [Diapositiva 13 abril 1992].
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En Galicia es más fácil apreciar las raíces de estos símbolos geométricos, pues es relativamente corriente verlos en los petróglifos prehistóricos, a veces no muy lejos de los templos cuyas piedras "adornan". Algunos autores, opinan que varios de estos grabados podrían ser piedras prehistóricas, o celtas, reutilizadas como sillares por los constructores románicos. Precisamente por el componente, "mágico" o "talismánico", del simbólico esquema geométrico conocido como Triple Recinto, llegaron a ser colocados hasta en los tímpanos de las portadas.
Pero, también, por estar relacionados con el complejo simbolismo propio de los Compañeros Constructores. En griego, éstos tableros se conocían como "merelle": Madre de la Luz. Y "merelle" es, además, el apelativo medieval de la vieira o Concha de Peregrino. Emblema jacobeo, cierto, pero al mismo tiempo símbolo esquemático de aquella "pata de oca" adoptada, en tiempos de la Religión Antigua, por los constructores que recorrían el Camino como aprendices de las distintas logias de canteros. Cuando el Camino fue cristianizado, el símbolo de la "pata de oca" -semejante a la runa de la vida- se sincretizó en la concha de vieira, tal como da a entender en el siglo XII el Liber Sancti Jacobi, en su sermón Veneranda dies: "Estas dos conchas de la venera, que están talladas como los dedos de una mano". O de una pata, palmípeda...

jueves, 6 de marzo de 2008

Románico granítico, voz céltica de nuestra Madre Tierra

Estos grifos, que sustentan el pórtico mágico de Compostela, son imagen sincrética de la Antigua Religión, las raíces que alimentan a la religión nueva. Pero, también, son símbolo de la piedra granito que, en todo éste reino, ha dado lugar a un románico muy particular.
Catedral de Santiago, Pórtico de la Gloria, 1188, Compostela (A Coruña) [Diapositiva 9-8-81].
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Monasterio del Salvador, mediados s.XII, San Salvador de Bergondo (A Coruña) [Diapositiva 8-8-02].
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Templo de San Martiño, s.XII, Cameixa (Boborás, Ourense) [Diapositiva 17-8-99].
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Ya sea en los grandes conjuntos monásticos, como en las humildes parroquias de aldea, bajo la lluvia, o en días soleados, el encanto de estas piedras se hace presente. Podemos sentir cómo es posible que el Apóstol Santo, un Mouro, Nuestra Señora, o una Meiga, nos estén esperando al revolver un ábside o traspasar la portada.
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El románico galaico, de piedra granito, aunque responde a los mismos principios simbólicos que el románico de piedra caliza, es de una sensibilidad diferente. Sus templos tienen una especial cualidad “magmática”, “telúrica”, porque la energía de mil volcanes, olvidados de puro viejos, duerme en sus sillares.
La piedra de estos templos, no tiene la cálida luz de los sillares calcáreos, es cierto. Sus esculturas, no poseen la afinada corporeidad, casi etérea, de las más logradas obras de caliza. Por contra, los sillares graníticos, con sus tonos acerados, que van del gris perla al gris azulado y veladuras rosáceas o verdosas, con los contornos de aristas dulcificadas, nos están hablando de la transmutación que su materia primigenia ha sufrido en el seno de la Madre Tierra. Sus esculturas, dejan traslucir el fuego interior, que ha forjado esas piedras, aunque suavizado por la vaporosa humedad de las brumas atlánticas.
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Templo de San Martiño, 1110, fachada oeste, Loiro (Barbadás, Ourense) [Diapositiva 20-8-99].
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Templo de San Miguel, inicio s.XII, portada norte, Eiré (Pantón, Lugo) [Diapositiva 9-8-81].
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Colegiata de Santa María do Sar, claustro fines s.XII, Compostela (A Coruña) [Diapositiva 18-4-92].
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El compañero constructor, el cantero, al trabajr este granito románico, añade, al simbolismo propio de su arte, una faceta más. La de aquella energía ígnea, proteica, que escapa por los poros de esta roca tan especial, para manifestarse en el enclave donde se levanta el templo y que, según nuestro grado de evolución espiritual, nos envuelve y penetra para abrirnos, mente y alma, a nuevos grados de plenitud.
Este componente telúrico no ha sido comprendido por todos, puesto que el románico de granito, además, al desarrollarse en una tierra de climatología adversa ha sufrido enormes desperfectos. Sus esculturas, que a los no avisados pueden parecer toscas, imperfectas, han llegado a ese estado, en muchos casos, por la acción de los meteoros naturales. La bruma y la lluvia mansa, venidos del céltico mar por el Finis terrae, han limado las aristas, los ángulos, de las graníticas figuras, más no su espíritu. En aquellos pórticos que, protegidos de los elementos, han llegado a nosotros en buen estado, las figuras no tienen nada que envidiar a las del románico de caliza.
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Los sabios centauros, primordiales maestros iniciáticos, se ríen de aquellos que irreflexivamente consideran inferior el románico de granito.
Monasterio de San Paio, 1170, portada oeste, Diomondi (O Saviñao, Lugo) [Diapositiva 15-4-92].
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Monasterio de San Pedro, fines s.XII, portada oeste, Ramirás (Ourense) [Diapositiva 20-8-99].
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Estos guardines, no se ríen, vigilan para que las energías negativas no se cuelen en el templo, ni en el alma de los fieles.
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Monasterio de San Pedro, fines s.XII, portada oeste, Ramirás (Ourense) [Diapositiva 20-8-99].
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Otro aspecto, de éste románico, es la profunda vena céltica de sus símbolos, entrelazos, poliskeles, serpientes, rosetas y demás, predominando en los templos sobre las imágenes "ortodoxas" de la nueva religión. Pero esa ya es otra historia, y hablaremos de ella en otro momento...
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La Última Cena. Monasterio de San Xian, s.XII, portada sur, Moraime (Muxia, A Coruña) [Diapositiva 9-8-02].
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La barca con el cuerpo de Santiago arriba a Galicia. Templo de Santiago, s.XII, portada sur, Cereixo (Vimianzo, A Coruña) [Diapositiva 9-8-02].
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En las imágenes románicas de granito, el magma en ebullición, cíclico y regenerador por ser materia cósmica condensada, corre por sus venas de piedra. Cual sangre espesa de la Madre Tierra, palpita en sus rocosos corazones, mientras el espíritu de la Naturaleza primigenia nos habla, por sus cristalizados labios. Y lo hace con lengua celta, para darnos un mensaje sobre el devenir cíclico.
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Catedral de Santiago, Pórtico de la Gloria, 1188, Compostela (A Coruña) [Diapositiva 12-4-92].
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"Santos i apóstoles, ¡védeos!, parece
que os labios moven, que falan quedo
os uns cos outros: i aló na altura
do ceu a música vai dar comenzo,
pois os groriosos concertadores
tempran risoños os instrumentos.
¿Estarán vivos? ¿Serán de pedra
aqués sembrantes tan verdadeiros,
aquelas túnicas maravillosas,
aqueles ollos de vida cheos?"

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(Rosalía de Castro, Na Catedral 1880).

domingo, 2 de marzo de 2008

Alquerque, un juego muy serio

Templo de San Miguel, galería porticada, s.XII, Fuentidueña (Segovia).
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Templo de San Pedro, muro fachada sur, s.XII, Tejada (Burgos).
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Catedral, pavimento interior nave sur, s.XII-XIII, Ourense. [Diapositiva 9 agosto 1981].
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Catedral de Saint Martín, gótica 1220-1259, pavimento nave central, Amiens (Francia). [Foto agosto 1976].
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Al igual que los laberintos, la figura geométrica conocida como “triple recinto” se manifiesta tanto como tablero de juego, cuanto como vehículo simbólico, una vía, hacia el interior místico e intangible del universo personal. Además, por derivación de su significado como imagen de la tríada divina y de la Ciudad Celeste, es utilizado en el medievo con carácter apotropaico, como talismán protector.
El “triple recinto”, en cuanto tablero de juego, era utilizado para partidas de “alquerque”, una mezcla entre “damas” y “tres en raya”. Cuando aparece grabado, sobre las piedras románicas, es ya un viejo amigo de la humanidad. Lo encontramos en petroglifos neolíticos, o en templos griegos y romanos. Jugar sobre estos tableros, o recorrerlos, constituye una ascesis ya presente, bajo diferentes, formas en todos los ritos mistéricos de la Antigua Religión. En esencia de trata de llegar al Centro del Triple Recinto –como sucede con el laberinto-, tras vencer una serie de pruebas, guiados por el buen juicio de nuestros cálculos y un poco de suerte, lo que provocará la victoria o transformación espiritual. Por su mismo carácter simbólico, jugarlos es participar del gran Juego Cósmico de la Creación.
La principal manifestación de los tableros de juego, como símbolos mágico-sagrados, sobrevive en la Catedral de Notre-Dame de Amiens (Francia), que muestra en su pavimento dos grandes “Tablas Cuadradas” junto a un enorme laberinto octogonal, lo que representa la culminación de aquella capacidad medieval para instrumentalizar las cosas más triviales encauzándolas hacia la trascendencia. Porque una cosa es evidente: un tablero de juego, presente en una catedral, no convierte a ésta en un salón de juegos, pero ésta si convierte al tablero en un símbolo sagrado y al juego allí realizado en algo trascendente.
Los templos románicos, también debieron tener sus “tablas cuadradas” en el pavimento, aunque no se ha conservado ninguna. En cambio, si nos quedan esos pequeños tableros grabados en las piedras, algunos de los cuales serían utilizados por los canteros para jugar sobre ellos. El hecho de que, al colocar los sillares sobre el muro, el tablero se haya dejado en su cara vista, demuestra que esta figura geométrica tenía un simbolismo mágico-sagrado.