Levantado sobre la mezquita de Abul Moguira, construida por Mustak, madre del Príncipe Almuguira, en 922, presenta todos los elementos característicos del “románico andalusí” que hemos citado en anteriores templos. E incluso tiene otra rareza, sus sillares calizos están repletos de fósiles marinos, entre ellos dientes del tiburón jurásico Carcharodon megalodon.
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Hay materiales de acarreo, como columnas musulmanas, unas superpuestas al interior y otras embutidas en el muro de la torre, que seguramente proceden de la perdida mezquita.
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El magnífico rosetón gótico-mudéjar, del s.XV, quizá el más rico de toda Córdoba, parte de una flor hexapétala de inspiración céltica, desarrollada a través de arquillos entrelazados románicos, para pasar mediante pequeñas columnas con arcos ojivales a un entramado mudéjar. La conjunción simbólica, a través de los diversos estilos artísticos, es completa. En el lado de la epístola, como en San Miguel, hay un óculo con el “Sello de Salomón”...
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Su portada occidental es sencilla, de un sobrio cisterciense, cuya única concesión figurativa es el intradós con su típico zig-zag calado, todo ello bajo tejaroz con modillones de rollos califales.
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Las portadas norte y sur, son todavía más simples, con arquivoltas lisas que evocan una serena espiritualidad, desprovista de toda “distracción” sensorial, que no sea la puramente geométrica. Únicamente, se permiten la liviandad de los modillones “califales” del tejaroz.
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Una última sorpresa la constituyen las pinturas absidales, que, descubiertas en 1956, acaban de ser restauradas junto con el edificio... Son de los ss.XIV-XV, de inspiración en el gótico italiano. En la parte superior, con siete escenas de la vida del galileo; y en la inferior, con figuras de profetas bajo arcos lobulados árabes, y santos bajo arcos lobulados góticos, como curiosa forma de indicar la cronología de unos y otros.
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Las bóvedas están ocupadas por catorce querubines y seis serafines, de múltiples alas, y en los nervios terribles dragones serpentinos. El arco toral, apuntado, se destaca por el zig-zag calado y las cabezas de clavo, de tradición normanda. Sobre éste, pinturas de la Anunciación y Dios Padre, rematadas por escudos heráldicos.
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Otros varios templos, medievales, quedan en Córdoba que responden a este modelo tardío, aunque ya muy transformados. En otra ocasión los sacaremos a plaza, siquiera sea para evocar los restos de aquella singular riqueza perdida.
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Salud y fraternidad.
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Otros varios templos, medievales, quedan en Córdoba que responden a este modelo tardío, aunque ya muy transformados. En otra ocasión los sacaremos a plaza, siquiera sea para evocar los restos de aquella singular riqueza perdida.
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Salud y fraternidad.