martes, 31 de marzo de 2009

Valdenebro, recostado al sol.

La pequeña población soriana de Valdenebro, está dominada por el Templo de San Miguel, edificado a fines del s.XII sobre una ladera que señorea el caserío.
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Es de un románico apreciable, pero humilde, algo tardío y sin embargo original. Su ábside nos recuerda, inevitablemente, el no lejano de Rioseco.
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Las cinco arcadas ciegas, y su ventana absidal, son un trasunto “menor” de la riqueza de formas y volúmenes que vimos en Rioseco de Soria. Lástima que, la añadida sacristía “de turno”, reste pureza de líneas al conjunto.
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Aquí, los capiteles son bulbosos, menos elaborados pero igual de sugerentes, poseen una “carnosidad” que los proyecta como imagen de aquellas frutas paradisíacas, tan prohibidas como jugosas.
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Su portada, al sur, cobijada bajo un porche moderno, tiene cinco arquivoltas lisas, pero la chambrana contiene unos cogollos vegetales que son primos hermanos de aquellos que lucían en Nafría la Llana y en La Soledad de Calatañazor.
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Los capiteles se pueblan de animales afrontados, jugosos bulbos, y un simpático contorsionista que parece burlarse de nuestro asombro por el giro que da a su cuerpo.
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Como en tantos y tantos lugares, noviembre no es buen mes para la visita, el pueblo está desierto, nadie contesta en las casas. Al interior del templo, cerrado a piedra y lodo, tendremos que acceder en ocasión más afortunada y veraniega. Suerte que el clima ha cambiado hoy, las lluvias de octubre han dado paso a un frío sol de noviembre, los declinantes rayos del astro rey bañan los viejos sillares con una tonalidad pastel, propicia a la nostalgia y la evocación.
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Salud y fraternidad.

lunes, 16 de marzo de 2009

“La Soledad” sonora... de Calatañazor.

Extramuros de Calatañazor (Soria), al pie del cerro que corona el castillo, se alza el templo de Nuestra Señora de la Soledad. Lo llaman ermita, pero esta categoría no le hace justicia, pues tiene una hermosura y encanto que otros templos, con más fama, quisieran para sí. Acostado sobre esa ladera, incrustado en ella, dijérase un navío varado en alguna playa al borde del Edén.
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El edificio, de mediados del s.XII, no ha llegado completo hasta nosotros, sólo ábside, presbiterio y portada norte, son románicos, la nave es muy posterior, objeto de reconstrucciones en el s.XVII. La aparente sencillez del tambor absidal, no lo es, su alero en el que restan algunas metopas decoradas, se sustenta en modillones ricamente trabajados, lo mismo que las tres ventanas.
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Las chambranas de los vanos llevan cabezas de clavo, flores carnosas, entrelazos vegetales, y sus arquivoltas muestran bezantes, roleos, lóbulos. La imposta que recorre el semicírculo, al igual que en Nafría la Llana –y seguramente en el perdido ábside de Santa María del Castillo, en Calatañazor-, se resalta con ondulantes tallos y cogollos vegetales.
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Los grandes capiteles, que compartimentan el ábside en tres paños, muestran una exuberante vegetación, obra de un buen tallador de la piedra. Al interior, las ventanas aspilleradas sustentan sus arquivoltas mediante capiteles, con vegetación y animales del bestiario.
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En la base del ábside, se abrieron en época moderna dos arcos, para prácticas rituales, por los cuales los fieles podían atisbar la imagen de su devoción. En la restauración de los años ochenta, fueron tapiados. También es antiguo el estropicio causado a la ventana central, cuyo vano se cegó para incrustar una baldosa con el nombre de la ermita. ¡Como si no fuese afamada y conocida en toda la comarca!
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La portada, al norte, tampoco está intacta, sus sillares parecen supervivientes del muro original que han sido acomodados a la nueva fachada. Por desgracia, la portada ha sido saqueada, perdiendo capiteles y fustes.
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Sus arquivoltas a base de cogollos carnosos y tallos ondulantes, delatan, junto con las ventanas, que su artífice es el mismo Magíster de Santa María del Castillo, en lo alto de la villa, y de La Natividad en Nafría la Llana.
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Sobre el paño norte absidal, bajo el alero, han incrustado una buena escultura que representa al rey David, sentado con las piernas cruzadas, tocando el arpa. Es evidente que no corresponde a tal lugar, y puesto que la portada no tiene ahora tímpano, debe pertenecer al grupo escultórico de un perdido tímpano que hubiese en ella o en otra portada desaparecida.
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La lluvia de octubre sigue derramándose mansa, pero implacable, sobre los campos de Soria, humedece los sillares de la ermita y les da ese tono dorado, irreal, más propio de un día soleado. Desde el fondo de los siglos medievales, la memoria de los canteros que aquí labraron llega como un eco, soñamos que, quizá, el rostro inmutable de ese David músico es el del Magíster que talló estos sillares. El Magíster, que duerme un sueño de piedra en medio de esta soledad sonora, donde bien podrían oírse los versos del místico...
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“Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
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la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora”.
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[San Juan de la Cruz (1542-1591), Cántico espiritual].
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Salud y fraternidad.

viernes, 13 de marzo de 2009

“En Calatañazor, el románico Magister perdió el tambor...”

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Calatañazor (Soria), entró en la historia por una leyenda épica. Cuenta la tradición que, en el Valle de la Sangre, sufrió el caudillo musulmán Almanzor una grave derrota, a consecuencia de la cual murió.
El hecho histórico es, que en el año 1002 Almanzor, con 60 años y enfermo, durante el regreso de la razzia en que destruyó el Monasterio de San Millán de la Cogolla, murió antes de llegar a Medinaceli. La retaguardia de las tropas andalusíes fue atacada por castellanos, a la altura de Calatañazor, con cierto éxito, sin que fuera una gran derrota musulmana ni tuviese relación directa con la muerte de Almanzor. Pero esa pírrica victoria, magnificada por los propagandistas cristianos, dio pie a la leyenda culminada por el trabalenguas: “En Calatañazor, Almanzor perdió el su atambor”.
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Este suceso acaparó, desde entonces, todo el acontecer de Calatañazor, ocultando a su agigantada sombra todo lo demás, como la existencia de un magnífico templo románico, Santa María del Castillo, de mediados del s.XII. Obra de un gran Magíster que trabajó en la región y dejó estupendos ejemplos de su buen hacer, cual es la Ermita de la Soledad, extramuros. La lluvia, las fechas y la hora, mantienen el templo cerrado a cal y canto, tendremos que conformarnos con estudiar su exterior.
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Santa María es hoy una especie de rompecabezas, donde las piezas se amontonan sin orden ni concierto. Perdió el ábside en el s.XVI, sustituido por otro tardo-gótico, el descentrado óculo puede ser de esa época, y la nave desapareció en el XVIII. Del románico solo permanece parte del muro sur, con una portadita simple, y la fachada occidental, empotrada en la reforma dieciochesca, en la que por suerte sobrevive la portada principal, en parte desmontada y vuelta a montar.
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Emparedados por los muros, sobreviven algunas piedras del viejo templo, como ese león que asoma medio cuerpo, a gran altura, sobre la portada oeste; o el relieve que a modo de alfeizar, en una ventana de la sacristía, muestra el tema de las Marías ante el sepulcro vacío. En el interior, un pequeño museo alberga otros restos románicos: capiteles, estelas y la sencilla pila bautismal.
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La portada oeste, es curiosa por estar enmarcada en un alfiz, de talla vegetal, sobre el que corre una triple arquería ciega, con el arco central exalobulado y los laterales de medio punto, las arquivoltas se cubren también de vegetación mientras por los capiteles campean seres del bestiario.
Que los artesanos del XVIII ya no eran tan finos como los románicos, se demuestra en el descuidado re-montaje que hicieron del juego de arquillos.
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La arquería en su estado actual.
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Reconstrucción virtual de la arquería.
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Si nos fijamos, apreciaremos rápidamente la falta de armonía del conjunto: el arco central, lobulado, parece la silueta del rostro de “Bart Simpson”, los arcos laterales están achaparrados y sus lados encajan mal. La solución al enigma es muy sencilla, y nos hemos permitido resolverla mediante la informática. Basta prolongar los arquillos laterales, y al lobulado cambiarle de lugar los sillares que reposan sobre los capiteles, así sus lóbulos se recomponen y completan, igual que las curvaturas de “medio punto” de los laterales.
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Nafría la Llana, portada sur.
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El Magíster que trabajó en Calatañazor y creó esta puerta, laboró también el cercano templo de La Natividad, en Nafría la Llana, que presenta una portada idéntica, salvo que allí el arco central es tetralobulado y sus componentes, aunque ocultos muchos años por un falso techo añadido, nunca fueron removidos.
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Nafría la Llana.
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Calatañazor.
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Otra diferencia, es que en Nafría el friso de arquillos descansa directamente sobre el alfiz, mientras en Calatañazor lo hace sobre una hilera de sillares bajo la que aparece dicho alfiz.
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Calatañazor, arquivoltas y alfiz en portada sur.
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Nafría, arquivoltas y alfiz en portada sur.
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En ambos templos, las arquivoltas son también prácticamente idénticas, en Calatañazor solo está terminada la interior, y en Nafría lo están la interna con su chambrana. El esquema vegetal, de arquivoltas y alfiz, es el mismo, con ligeras variantes.
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Nafría, ábside, el muro del cementerio adosado impide una vista de conjunto y le resta esbeltez.
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El caso de Nafría es el opuesto al volucense, aquí han sobrevivido ábside y presbiterio, junto con la portada sur. Esta cabecera puede darnos una idea aproximada, de como sería la desaparecida en Calatañazor. Consta de tres ricas ventanas, con capiteles vegetales y de fauna silense en excelente factura.
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Nafría, ábside, ventana este.
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Nafría, ábside, detalle ventanas este y sur.
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El templo nafriense, mediados s.XII, tiene además la originalidad de que su “arco triunfal” adopta la estructura de una portada, con sus arquivoltas y capiteles, semejantes a los exteriores. Es como si se hubiese retomado el concepto visigodo de iconostasio, “modernizándolo” mediante el simbolismo de ésta portada, que separa el mundo profano, la nave, del mundo sagrado, el ábside.
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La incesante lluvia, de finales de octubre, nos estorba cuanto puede el contemplar y hacer fotos del templo. El lugar está desierto, en ninguna puerta responden, no hay modo de conseguir la llave. Quédese para luego, la visita a su curioso interior. Vale.
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Salud y fraternidad. .