El que hoy es un pequeño caserío, conocido como Villanueva de la Torre (Palencia), fue antaño la medieval "Villa Nova" perteneciente a la Merindad de Aguilar de Campoo, cuyas tierras entregó Alfonso VIII, en 1175, al Monasterio de Santa María la Real del dicho Aguilar. Su humilde estado actual no evoca su antigua importancia, pues en 1233 consta que existía aquí un palacio del noble Gonzalo Ruiz Barruelo, cuyos restos pueden rastrearse en una casa solariega del lugar.
A media ladera de un pequeño, pero empinado otero, vigilada por una torre del XV -levantada y reconstruida, sobre otra del XI-, se alza el sencillo pero precioso templo de Santa Marina, de la segunda mitad del XII. Tampoco nos quedan muchas noticias documentales del edificio, salvo la cita de sacerdotes y clérigos en 1198 y 1259.
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Su nave única fue casi completamente rehecha, pero conserva ábside y presbiterio, así como los grandes capiteles interiores del arco triunfal. Además de la torre, al costado de poniente, con atractivas ventanas geminadas. Elementos, todos, que destacan por el armonioso escalonamiento volumétrico de sus componentes. El atrio sur, y la sacristía, al norte, son añadidos del s.XIX.
Por desgracia, la portada actual, al sur, no es la original, que debió ser de cierta riqueza a juzgar por la que exhiben las partes románicas conservadas.
. La cabecera presenta una simple ventana en aspillera, abocinada, pero enmarcada por dos arquivoltas preciosistas, a base de cabezas de clavo, bellas geometrías que se repiten en las impostas. El arco, entre esas arquivoltas, muestra dos filas de lo que parecen ¿patas de oca? En sus capiteles, campean grifos afrontados, que reaparecen en la parte interna de la ventana. El vano sur, del presbiterio, es una versión "menor" de la absidal, también con grifos exterior e interiormente. El tambor de la cabecera se divide en tres paños, mediante columnas que reposan en un podio y rematan en elegantes capiteles vegetales.
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Se articula, internamente, mediante un arco triunfal, que separa los dos espacios de la cabecera, donde los grandes capiteles vegetales, de buena factura, se mezclan con otros que nos muestran, de nuevo, estilizados grifos afrontados, en uno, y Daniel en el foso de los leones, en otro. Melenudo profreta Daniel, el cual se peina en forma curiosa, con ese "peculiar" flequillo... Y es acompañado, por leones de gruesas cabezas y enormes lenguas que lamen sus desnudos pies... Tampoco debemos pasar por alto esas grandes manos, y la singular postura ritual que adoptan.
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La imaginería del templo es de cierta riqueza, cuando menos simbólica, como esa Virgen del XVI, aquella otra Virgen Madre, sedente, del XIII, o la singular figura de la santa titular.
Según la mitología judeo-cristiana, santa Marina, la celtíbera doncella mártir, natural de Bayona en Pontevedra, de Galicia, era hija del Gobernador hispano-romano, seguidor de la Antigua Religión, Lucio Castelio Severo y de su esposa Calcia. La madre dio a luz nueve niñas, en un solo parto, y asustada por si era acusada de infidelidad, y repudiada, mandó a su criada arrojase las criaturas al río Miño. Sin embargo, la buena mujer las distribuyó entre diversas familias cristianas de la región.
Ya crecidas, las doncellas fueron convertidas a la nueva religión y bautizadas por el obispo san Ovidio. Descubierto el engaño, su padre las encarceló, para apartarlas de tan peligrosas creencias.
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En la celda se les aparecieron numerosos demonios, junto con un terrible dragón, que cayó rendido ante la pureza espiritual de Marina, y devoró a los otros diablos. Escaparon luego, con ayuda de un ángel, pero al final todas terminaron capturadas y recibieron martirio en diversos lugares. Marina fue decapitada en Aguas Santas (Ourense), y al caer, su cabeza, rebotó tres veces e hizo brotar otros tantos manantiales. En el s.XII, sobre esas fuentes milagroso-medicinales, levantaron los Templarios una Hospedería de Peregrinos y un santuario, en cuyos cimientos se esconden los restos de un templo céltico...
. La cabecera presenta una simple ventana en aspillera, abocinada, pero enmarcada por dos arquivoltas preciosistas, a base de cabezas de clavo, bellas geometrías que se repiten en las impostas. El arco, entre esas arquivoltas, muestra dos filas de lo que parecen ¿patas de oca? En sus capiteles, campean grifos afrontados, que reaparecen en la parte interna de la ventana. El vano sur, del presbiterio, es una versión "menor" de la absidal, también con grifos exterior e interiormente. El tambor de la cabecera se divide en tres paños, mediante columnas que reposan en un podio y rematan en elegantes capiteles vegetales.
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Se articula, internamente, mediante un arco triunfal, que separa los dos espacios de la cabecera, donde los grandes capiteles vegetales, de buena factura, se mezclan con otros que nos muestran, de nuevo, estilizados grifos afrontados, en uno, y Daniel en el foso de los leones, en otro. Melenudo profreta Daniel, el cual se peina en forma curiosa, con ese "peculiar" flequillo... Y es acompañado, por leones de gruesas cabezas y enormes lenguas que lamen sus desnudos pies... Tampoco debemos pasar por alto esas grandes manos, y la singular postura ritual que adoptan.
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La imaginería del templo es de cierta riqueza, cuando menos simbólica, como esa Virgen del XVI, aquella otra Virgen Madre, sedente, del XIII, o la singular figura de la santa titular.
Según la mitología judeo-cristiana, santa Marina, la celtíbera doncella mártir, natural de Bayona en Pontevedra, de Galicia, era hija del Gobernador hispano-romano, seguidor de la Antigua Religión, Lucio Castelio Severo y de su esposa Calcia. La madre dio a luz nueve niñas, en un solo parto, y asustada por si era acusada de infidelidad, y repudiada, mandó a su criada arrojase las criaturas al río Miño. Sin embargo, la buena mujer las distribuyó entre diversas familias cristianas de la región.
Ya crecidas, las doncellas fueron convertidas a la nueva religión y bautizadas por el obispo san Ovidio. Descubierto el engaño, su padre las encarceló, para apartarlas de tan peligrosas creencias.
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En la celda se les aparecieron numerosos demonios, junto con un terrible dragón, que cayó rendido ante la pureza espiritual de Marina, y devoró a los otros diablos. Escaparon luego, con ayuda de un ángel, pero al final todas terminaron capturadas y recibieron martirio en diversos lugares. Marina fue decapitada en Aguas Santas (Ourense), y al caer, su cabeza, rebotó tres veces e hizo brotar otros tantos manantiales. En el s.XII, sobre esas fuentes milagroso-medicinales, levantaron los Templarios una Hospedería de Peregrinos y un santuario, en cuyos cimientos se esconden los restos de un templo céltico...
¿Serán, los múltiples "grifos" del templo de Villanueva, simbolismo de aquel dragón que santa Marina convirtió en servicial defensor?
Salud y fraternidad.
4 comentarios:
Buena pregunta la que lanzas al final de la entrada. Creo que habrá tantas respuestas como interpretaciones de hagan de "los grifos". Todo cabe ¿no?
Me gustó la historia que una vez más, nos deja la mitología. Cuando mi hija (Marina) crezca, se la contare.
Saludos cordiales.
Me recordó a otro de Soria que tuve la suerte de visitar contigo: Perdices. Su bucólico aislamiento, su minúsculo cementerio, su ábside y, sobretodo, el cuadrado campanario.
Y ya sabes que el grifo, o es el Roc de Marco Polo, o el Papa de Dante.
Un abrazo
Me quedo con el "Ave Roc", caprichos estéticos que tiene uno...
..mm.. grifos palentinos por un tubo...que guachi!!
La iconografia de Daniel y los leones muy sabrosa y especial, la composición de la escena tiene pinta de muy reveladora y en cuanto al corte de pelo del Daniel no creo que quiera indicarnos la dirección del estilista al que iba, sino que el mensaje que nos quiere revelar, más que teológico es alquímico... y de que modo!
Mu guapo, tendremos que verlo!!
Saludetes
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