domingo, 10 de abril de 2011

Artaiz, sombras de sospecha... (III)

Los destrozos causados, en el templo de Artaiz, no sabemos si por la acción del tiempo, la de los humanos, o ambas combinadas, han creado cierta consfusión sobre los elementos del edificio que ha llegado hasta nosotros. Aunque, por ciertos fragmentos dispersos conservados, podemos intuir que su riqueza ornamental, y simbólica, debía ser magnífica.
Las bóvedas románicas, sustituidas en el s.XVI por otras de tradición tardo-gótica, causaron, entre otros daños, la pérdida del alero del tejado. Quedan, sin embargo, dos fragmentos que arrojan un poco de luz sobre las figuras, escultóricas o relieves, que debieron envolver este templo.
El primer fragmento, del alero, muestra en su chaflán un bello entrelazo de nudos encadenados, cada uno de cuatro puntas. Además, el lacunario que hay bajo la losa, contiene una perfecta roseta hexapétala, inscrita dentro de un círculo. 

La segunda pieza, más preciosa si cabe, presenta dos entrelazos rectangulares, uno de seis puntas y otro de ocho, que escoltan una rosácea tetrapétala incrita en un anillo. Ambos fragmentos, dentro de la más pura estética románica, de tradición céltica, son un pálido reflejo de la riqueza figurativa que poseyó este templo en su momento de mayor esplendor.
Las citadas imágenes, están situadas en tal lugar, porque el simbolismo de entrelazos y rosetas, como imagen del tiempo infinito y de las energías cósmico-celestes, cuadraba bien con la bóveda del templo como imagen de la cúpula celestial. 

Los entrelazos, como elementos independientes o en forma de cintas, eran además amuletos que, por su significado cósmico, pretendían proteger del devenir del tiempo. Su trazado sinuoso, que evoca el de las serpientes celestes, "wouivres aéreas" que simbolizaban la energía celestial, se creía que invocaban los efluvios positivos del cosmos y repelían los negativos.
Es por ello, que aparecen no sólo en los edificios y utensilios de uso cotidiano, sino en joyas, armas, o los propios vestidos. Así lo vemos, en uno de los modillones del guarda-lluvias de Artaiz.     

El magnífico músico que tañe el arpa, y cuya cara nos recuerda al mofletudo "barbián" del modillón norte -citado en nuestra entrada anterior (II)-, lleva el borde inferior de su vestido recorrido por una cinta de entrelazo, trenzado, de tres cabos.
Esta pincelada de preciosismo, nos habla de un cantero que dominaba el símbolo, pero también amante del detalle perfeccionista. La figura de este arpista, ricamente ataviado, es una joya del arte románico, a pesar de su sencillez, y de los estragos que el tiempo ha causado en su escultura. 

La remoción padecida, por los sillares que soportan el alero, visible hoy en la distinta calidad de las dos últimas hileras, destrozó un complejo programa iconográfico, pues además de los chaflanes, y los lacunarios, hubo metopas esculturadas.
Se han conservado, las de la portada sur, y una del mismo muro, cercana a la esquina izquierda del guarda-lluvias de la entrada, empotrada entre dos modillones. Y si todas eran del mismo estilo, el conjunto debía resultar fabuloso.  

Con esta metopa, sumamos un enigma más a los muchos que rodean este templo, de San Martín. ¿Por qué se conservó esta metopa, tras la reconstrucción de las bóvedas y parte alta del muro? ¿Qué tenía de especial, para ser reutilizada solamente ella?
La losa de piedra, nos enseña la figura de un clérigo, -¿un obispo?-, en pie, vestido con sencilla dalmática y esclavina, tocado con la mitra, en actitud de bendecir con su mano derecha, mientras en la izquierda sujeta el báculo que lo señala como "pastor del rebaño".
Habría sido de inapreciable utilidad, que se hubiesen conservado, además, los colores originales que recubrían la figura, pues nos darían cuenta particular de su rico simbolismo. 

¿Quién es, este hierático personaje, obispo, abad, o clérigo de alto rango? ¿Se trata del comitente, que encargó la erección del templo? ¿O acaso, estamos ante quien consagró el edificio? ¿Podría ser, incluso, el Magister que dirigió la obra, puesto que era corriente que hubiese abades constructores?
Una sospecha inquietante nos provoca este desconocido religioso, la parte superior de su báculo, llamada "cayado" o "voluta", no es la espiral tradicional en este tipo de objetos religiosos.
Aquí, la serpentina espiral, ha sido sustituida por un círculo, cerrado, que recuerda el bastón de los sacerdotes egipcios, llamado "Horizonte de Ra", utilizado para marcar, mediante la sombra por el proyectada, la medida inicial sobre el terreno, a partir de la cual se había de levantar un templo. ¿Confirmaría esto, que dicho personaje, representa al Magister autor de tan magnífico templo?

(continuará).

Salud y fraternidad.

3 comentarios:

juancar347 dijo...

Hubiese sido de gran utilidad saber en dónde se encontraba originalmente dicha losa con tan enigmático personaje, y me parece muy sugestiva esa comparación que haces con el báculo de los sacerdotes egipcios...

Esca dijo...

Hola,sobre la figura en cuestion,¿no os recuerda al la que tenemos en Sacramenia?
un saludo Esca

Baruk dijo...

No se bien que sombra de sospecha se cierne sobre nuestras inocentes cabezas al pretender visitar semejante lugar, por lo que espero ansiosamente la IV y definitiva parte para ver si se desvela el intríngulis sospechoso.

No se a vosotros, pero esto me empieza a sonar a misterio templario (de templo, digo)


Muchis varios

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