domingo, 1 de mayo de 2011

Leyendas del Camino: "Eunate. Piedra de Luna y Espejo de Agua".

Cuentan los más viejos del lugar, según oyeron narrar a sus abuelos, cómo ciertos monjes ignorados -que unos dicen ser templarios y otros simples monjes-, mientras construían su convento de Eunate, en la vieja Navarra, hubieron de parar las obras porque el abad ordenó al Magister constructor, que era de su Orden, acudir a otro monasterio para cierta reparación urgente.
Maldita la gracia que hizo a todos, especialmente al cantero, ya que aquel había iniciado los trabajos, de una portada, que pretendía fuese su obra maestra. Aunque, como le debía obediencia al superior, dejó el trabajo apenas iniciado y marchó a donde se le reclamaba.
Pasó el tiempo y el templo de Eunate seguía inacabado, mas como el hermano constructor no regresaba, buscaron alguien capaz de finalizar la obra. En un monte cercano, vivía un viejo gigante, de aquella antigua raza de los jentilak, expertos en el trabajo de la piedra. Y aunque estaba ya retirado, aceptó el encargo por no enemistarse con los monjes.
  
El viejo cantero jentilak, en menos tiempo del que se tarda en contarlo, acarreó piedras con un saco a sus espaldas, talló los sillares, los colocó en su lugar, y dio forma a las preciosas figuras de la inconclusa portada nordeste, dejándola hecha un primor.
Pero he aquí, que al poco regresó el monje constructor, cuya ausencia se había debido a una larga enfermedad. Éste, al ver que un intruso había puesto la mano sobre su obra, acabándola, protestó airadamente ante el abad, y ante cuantos quisieron oír sus quejas. Tanto alboroto armó, que el superior, en parte por congraciarse con él, y en parte por castigar su soberbia, propuso al artesano realizar otra puerta similar, que daría al claustro del monasterio. Eso sí, con la condición de que había de ser, cuanto menos, tan preciosa como la creada por el viejo jentilak, porque, en caso contrario, castigarían su pecado de vanidad con la expulsión del convento.

El maestro cantero, comprendió que se había metido en un callejón sin salida, pues se consideraba incapaz de superar, ni tan siquiera igualar, el trabajo del anciano gigante. Tan desesperado andaba, que recurrió a una lamiñak, mujer sabia -hechicera o bruja, dicen otros-, que vivía junto a la cercana fuente Nequea. No sabemos como la convenció, pero ella se avino a prestarle ayuda, aconsejándole de esta guisa:
Amontona cuanta piedra necesites, para tu obra, frente a la portada que hizo el jentilak. Luego ve a la fuente Nequea, pues allí vive cierta serpiente que guarda en su boca una "piedra de Luna", la cual sólo descuida cuando entra en el agua, pues la deja sobre la hierba mientras se baña. Róbasela y, en la próxima noche de san Juan, llena un cuenco de oro con agua de la fuente, pon dentro la piedra, y colócate ante la portada que talló el gigante. Espera entonces a que salga la Luna, ilumine la portada y ésta se refleje en el agua del cuenco. Repite entonces estas palabras "Argizai amandre santue -Luna abuela santa-. Por el poder de todas las lamiñaku, de tu piedra y de su agua, crezca una hermosa puerta de piedra". Tan sólo, ten cuidado de no agitar el agua del cuenco y obtendrás tu deseo. Luego no olvides traerme la "piedra de Luna", pues no exijo otro pago por mi consejo.

El Magister constructor, siguió punto por punto las indicaciones de aquella lamiñak. Cuando llegó la noche del día propicio, se situó en el lugar adecuado, tomó el cuenco con agua, sumergió allí la piedra de Luna, y cuando Argizai, la Madre Luna, iluminó la portada, recitó el conjuro. Entonces, la imagen pétrea reflejada en el agua del cuenco por la luz de la Luna, se proyectó sobre las piedras amontonadas enfrente como si de un espejo se tratase. Así, las figuras de la primera portada quedaron grabadas en los sillares de la segunda, cual si la hubiesen tallado hábiles canteros, pero lógicamente invertida respecto a la original, por el efecto espejo causado por el agua.
Sólo tenía un fallo, no era exáctamente idéntica, porque en el momento crucial del conjuro, el relente de la noche hizo temblar al monje constructor, se agitó de forma imperceptible el agua del cuenco, y ello provocó las diferencias que hoy apreciamos.

Cuando a la mañana siguiente, el Magister mostró su trabajo al abad y compañeros, reconocieron todos que su obra no desmerecía en nada de la ejecutada por el jentilak. Y alabaron al cabo tanta astucia, pasando por alto su vanidosa arrogancia, pues, arrepentido de su actitud inicial, les confesó los métodos de que se había valido para ejecutar la obra.
Pero, al poco, el viejo jentilak se enteró de la jugarreta del constructor, y preso del más fiero enojo se dirigió al monasterio, donde, sin respetar a rey ni a roque, arrancó la portada espejo de un manotazo, mandándola por los aires hasta dos leguas de distancia, yendo a caer sobre la aldea de Olcoz. Y si no causó una desgracia, fue porque en el tímpano tenía una rueda o sello mágico -que algunos llaman crismón-, mandado tallar por el abad, para santificar una obra que había sido fruto de prácticas mágicas. Los aldeanos de Olcoz, aprovecharon aquella portada, caída del cielo, para edificar a su alrededor el templo del pueblo. 

Todavía hoy, a pesar del deterioro sufrido por la piedra, es posible descubrir en ambas portadas los personajes que participaron en esta leyenda. Entre las once figuras de Olcoz y las trece de Eunate, encontramos, presididas por el rostro de Argizai, la Madre Luna, al jentilak con su saco de piedras al hombro, al Magister constructor con el plano de la portada en sus manos, a la mujer sabia, lamiñak, con una serpiente bebiendo en un cuenco, e incluso podemos reconocer al abad de aquellos monjes -o Maestre de los templarios, según otros-, con el manto sujeto por una curiosa fíbula.
Aunque los académicos, Argizai perdone su incredulidad, se empeñen en afirmar que todo ello son cuentos de viejas, sin valor ni interés alguno.  

Nosotros, no sabemos si eso es lo que sucedió, porque hace muchos siglos que ocurrió todo, pero así nos lo han contado y así lo repetimos. Como se lo repitieron, unos a otros, los peregrinos que hacían este Camino por fervor al santo Jacques, patrón de canteros y constructores, devoto de amandre Argizai, viejo compadre de gigantes jentilak, y antiguo amigo de las lamiñaku. Todos los cuales, abrieron para él este Camino de las Estrellas, esta ruta del Finis terrae mundi...
Todavía hoy, en noches despejadas y con plenilunio, Argizai amandre santua, se eleva protectora sobre el valle en que desconocidos monjes -que unos dicen ser templarios, y otros simples monjes-, alzaron el enigmático templo de Eunate, para deleite de nuestro espíritu e intelecto.

Salud y fraternidad. 

8 comentarios:

juancar347 dijo...

Hermosa leyenda sobre la que habría que plantearse el origen y el fondo de verdad que oculta. Todavía no consigo entender como, en referencia a la reina fundadora, se la sigue situando en el plano legendario cuando sus restos se sacaron a la luz en las excavaciones de 1941 y se arrojaron posteriormente a un osario. De cualquier forma, la visión de Eunate a la luz de la luna, es una experiencia que deja huellas en el alma. Como lugar especial, yo no recomendaría otro. Un abrazo

Alkaest dijo...

Los enigmas de Eunate, son como un árbol. Del tronco, enigma principal, salen ramas que, a su vez, producen otras ramas y ramitas, o sea, más y más enigmas que van diversificándose.

No está nada claro, -más bien todo lo contrario-, que la sepultura encontrada en 1941 fuese de "una reina". Es más, si siquiera está claro que fuese una sepultura.
Me explico, se encontró un esqueleto depositado en un hueco, poco profundo, de la tierra. Luego se trata de un enterramiento de circunstancias, no de una sepultura "hecha y derecha", pues carecía de cualquier estructura pétrea, ni siquiera las típicas lajas de las sepulturas pobres.
A esto, debemos añadir que no existe constancia de que ninguna reina, de las dinastías de Navarra, fuese enterrada aquí.

Por tanto, ¿qué reina de "medio pelo", era ésta, a quien se enterraba de mala manera, sin lápida, sarcófago, ni otro signo de su categoría?
Además, a su lado se encontró una concha de peregrino, una vieira con las aletas perforadas para ser cosida al vestido, o sombrero. Luego, más parece tumba de pobre peregrino, que sepultura de opulenta reina...
Personalmente, creo que se trata de una leyenda contaminada, pues del hecho cierto de que una reina mandó construir el puente sobre el Arga, en Puente la Reina, se dedujo que otra "reina" levantó Eunate. Lo cual no impide que, en realidad, algún alto personaje construyese Eunate. ¿Reina, templarios, cofradía?

Y así podríamos seguir, hasta el infinito, porque una parte de la magia de Eunate, reside precisamente en todos los enigmas que esconde.

Salud y fraternidad.

juancar347 dijo...

Estoy de acuerdo contigo, sobre todo en tu última afirmación donde dices que la magia de Eunate reside, precisamente, en todos los enigmas que todavía esconde. Pudiera darse el caso, en efecto, de que esos restos fueran de una peregrina y que la auténtica 'reina' permanezca todavía en lugar ignoto. Parte de esa contaminación de leyendas y tradiciones que mencionas, pudiera estar, también, en el detalle de que tradicionalmente se acudía,precisamente, a esta sepultura -a la que se consideraba de la reina o noble dama fundadora- y se rezaba un responso. Se sabe, y esto puede ayudar a recopilar aún más los enigmas de Eunate, que hubo sepulturas en el interior de la capilla. Ante esto, también cabe la pregunta: ¿por qué, si fue la fundadora o la donadora, no se la hizo reposar en un lugar tan especial?. Pero como bien dices, Magister: un árbol con demasiadas ramas. Un abrazo

Baruk dijo...

"Juraban también ciertos vecinos de Eunate y Obanos, que las noches de luna llena había cabalgadas de los templarios detrás del macho cabrío por entre las arcadas que rodean la iglesia octogonal" (La Huella de los Templarios. R.Alarcón.)

Al menos podremos decir que hemos cabalgado junto a ellos!!

Abrazines

**

Alkaest dijo...

Esa noche, nuestra noche, machos cabríos ni fantasmas templarios no ví, pero a la luz de Argizai me pareció adivinar, entre las hierbas, los ojos codiciosos de un gato que acechaba ratones.
Eso sí, creer en espíritus templarios, no creo, pero haberlos haylos...

Muy bien, Dona Baruk, veo que has hecho los deberes y estudiado la lección. Por esta vez estás aprobada, pero no te duermas en los "Laura-eles".

Salud y fraternidad.

Minerva dijo...

Uff...no digo nada de la historia de Eunate (quiza mi mente vuela demasiado)Me conformo con decir que me basta con las fotos para desmayarme. Hermosas.

Alkaest dijo...

Eunate, es un lugar mágico, por si mismo. Con templarios, o sin templarios, con leyendas o sin ellas. Porque la magia no emana de los seres humanos que han pasado por allí, sino que brota de la entraña más profunda de la tierra.
Los constructores y sus patronos, esotéricos o no, tan solo han sido instrumentos, en manos de la Madre Tierra, para crear este hito, que marca el lugar preciso en que se manifiestan sus energías telúricas más positivas.
Y durante la noche, podemos afirmarlo de primera mano, se sienten con una intensidad reforzada. Sobre todo, cuando el influjo de la Luna llena, de Argizai, interactúa con nuestra Diosa Madre, Gaya.

Salud y fraternidad.

peponia dijo...

Relato muy bonito e ilustrativo que me hará volver e esas tierras para ver con más claridad estás obras aquí descritas.