domingo, 18 de marzo de 2012

El Bierzo Templario: Pieros.

Templo de San Martín, en Pieros (León), que formó parte de una desaparecida casa fuerte templaria.

Que la Orden del Temple estuvo, fuertemente asentada, en las leonesas comarcas del Bierzo y la Maragatería, es un hecho indiscutible. Su encomienda, con sede en Ponferrada, administraba las diversas posesiones de los contornos, aunque, a pesar de su importancia, tampoco en estas tierras está claro cuales eran sus pertenencias.
Hay una parte perfectamente documentada, como el caso de la fortaleza de Ponferrada, y las posesiones de Pieros, Priaranza, la Valdueza -o Valle del Río Oza-, Tremor de Abajo, los Barrios de Salas, y Rabanal del Camino, además de los castillos de Santa María de Antares y Cornatel. Pero también, hay otra parte donde sólo la trdición popular respalda su adjudicación al Temple, caso de los castillos de Corullon, Sarracín y Balboa, o los lugares de Borrenes, Cacabelos, Bembibre, Molinaseca, Turienzo de los Caballeros, y Castrillo de los Polvazares.

Monasterio de Santa María de Carracedo (León), muro sur del templo y parte del arruinado claustro.

Junto a Pieros (León), se encuentran las ruinas del Castrum Bergidum, población céltico-astur, cuya conquista por Roma dio por finalizadas las Guerras Astur-Cántabras (29 a 19 a.C.). Su nombre hizo fortuna, y acabó aplicándose a la región: el Bierzo.
El castro romanizado, centro administrativo de las explotaciones auríferas del territorio, como las Médulas, fue decayendo tras las invasiones bárbaras y las razzías musulmanas. Sin embargo, su recuerdo pervivió y en fecha tan tardía como 1210 el rey Alfonso IX tratará de repoblar el castro, pero sin éxito, porque hacía un siglo que las gentes ya se habían asentado en enclaves al borde del Camino Jacobeo.
 
En Carracedo, la reconstrucción de 1796 respetó la fachada oeste del viejo templo románico, con su fabuloso rosetón, y el arranque de la torre.
 
La repoblación inicial se había producido, hacia el 1108, de manos del arzobispo compostelano Diego Gelmírez, pero no en el castro, sino centrada en lugares próximos como Cacabelos y Pieros, que crecieron al calor del Camino Jacobeo.
Pieros, cuyo templo había consagrado el obispo Osmundo, en 1086, destacó pronto por el Hospital de peregrinos, y luego por la administración de sus señores feudales: los Templarios, presentes al menos desde 1178.
Hoy día, el lugar de Pieros es sólo una sombra lejana de lo que fue, nada hace suponer su antigua importancia.
 
 
Carracedo. En la esquina noroeste del claustro quedan restos de la antigua fachada románica, con sillares marcados por estraños símbolos.

La Orden del Temple tuvo en Pieros un recinto fortificado, con capilla incluida, al estilo de Aberin (Navarra). La posesión, era lo bastante importante como para constituir una especie de "encomienda menor", mediante la que administrar las ricas propiedades agrícolas del contorno y el comercio con los peregrinos.
La documentación cita, al menos en dos ocasiones, esta circunstancia. Así, entre 1220-1224, figura frey Domingo Fernández "Comendador de Ponferrada y Pieros", y entre 1240-1249 aparece frey Juan Fernández "Comendador de Ponferrada, Pieros y Rabanal".
Las disensiones entre los templarios y el rey, Alfonso IX, provocaron que el monarca les retirase la encomienda de Ponferrada y todas sus posesiones, en 1204, aunque se las devolvió en 1211, tras firmar un pacto de concordia con la Orden.
 
 
Carracedo. Unión de la torre románica con la fachada oeste, aquí aparecen algunos de los sillares con símbolos célticos. 
 
Tras la desaparición del Temple, a partir de 1312, Pieros pasó a poder de diversos señores feudales. Luego, vino el olvido y la ruina.
Hoy día, no queda rastro de aquella casa fortificada, y la que dicen fue su capilla es un edificio irreconocible, reconstruido siglos después aprovechando algunas piedras templarias, entre las que se encontraban ciertos elementos muy antiguos de posible origen visigodo.
Es el pequeño templo, sobre una ladera en las afueras del pueblo, que actualmente conocemos bajo la advocación de San Martín. Parece que todo recuerdo templario se ha perdido, pero la tradición popular dice otra cosa...

Carracedo. El "árbol de la vida", junto a símbolos solares y vegetales célticos.

A unos siete kilómetros de Pieros, en el lugar de Carracedo, los benedictinos fundan en 990 el Monasterio de San Salvador, que a fines del s.XII adopta la reforma del Cister, y el nuevo nombre de Santa María de Carracedo.
Su prosperidad lo convertirá en el más rico del reino de León, durante los ss.XII y XIII, incluyendo un Palacio Real para retiro y descanso de los monarcas.
Actualmente, en el arruinado recinto, se aprecian estructuras y muros que delatan haber sufrido reconstrucciones, aprovechando materiales anteriores.
 
 
Carracedo. ¿Flor de cuatro pétalos o cruz paté?
 
Se sabe que hubo reformas, a comienzos y finales del s.XIII, con otras obras en los ss.XVI-XVII. Finalmente, en 1796, los monjes inician el derribo del precioso templo románico de Carracedo, que consideran pequeño.
Pero mientras levantan el nuevo edificio, las tropas de Napoleón saquean el monasterio, en 1811. El templo nuevo queda sin acabar de edificarse, y el viejo sin finalizar su derribo.
Luego, en 1835, se produce la desamortización de Mendizábal y con ella la imparable ruina del conjunto monumental.
 
 
Carracedo. Estrella y flor tetrapétala.
 
Y, en este punto, volvemos a vislumbrar la sombra de los templarios. Porque, según una arraigada tradición popular de Carracedo, las piedras para la inacabada obra, de 1796, "se trajeron del abandonado castillo templario de Pieros, por eso los sillares tiene tan extrañas marcas, más propias de brujos que de monjes..."
Recorriendo las consolidadas ruinas del Monasterio de Carracedo, si ponemos un poco de atención, veremos que en sus sillares asoman unos signos, profundamente tallados, más cercanos a la simbología de la Antigua Religión que a la de la nueva: poliskeles, espigas, entrelazos, árboles de la vida, rosáceas, estrellas, círculos concéntricos, y unas curiosas tetrapétalas que entre sus hojas parecen enmascarar cruces paté.
 
 
Carracedo. Uno de los sillares, presuntamente procedente de la fortaleza templaria de Pieros.
 
Esta tradición, como todas, debe tener un fondo de verdad, aunque ha sido deformado por el paso del tiempo. Porque tales piedras, tan curiosamente labradas, no se encuentran sólo en la obra de 1796, sino también en lo que resta de los edificios anteriores.
Es decir, que al hacer el derribo-reconstrucción del s.XVIII, se reutilizaron los sillares antiguos allí existentes. Sillares que bien pueden proceder de los abandonados edificios templarios de Pieros, como quiere el rumor popular, habiendo sido traídos hasta Carracedo en fecha desconocida.
 
 
Carracedo. Viejos sillares con símbolos solares, erosionados por los elementos.
 
Sabemos que aquí hubo reformas a comienzos del s.XIII, lo cual coincidiría con el forzado abandono templario de Pieros, entre 1204 y 1211, obligados por el rey Alfonso IX.
Momento en que, los monjes de Carracedo, hubieran podido saquear los edificios del Temple, aunque esto no es probable, pues los bienes templarios pasaron inmediatamente a poder de diversos nobles, que continuaron explotando las ricas posesiones de la Orden y, por tanto, no consentirían que nadie las desmantelase.
 
 
Carracedo. Una simbología que se pierde en la noche de los tiempos.
 
Más verosímil resulta, que tal despojo tuviera lugar durante los ss.XVI-XVII, cuando en Carracedo se hicieron obras de mejora y reconstrucción en diversas partes del Monasterio.
Para tales fechas, hacía ya cuatro o cinco siglos que el Temple había desaparecido de Pieros, la importancia del lugar había decaído en beneficio del vecino pueblo de Cacabelos, y los edificios templarios estaban abandonados.
Después, al derribar el templo románico de Carracedo, en 1796, muchos de éstos sillares procedentes de Pieros, volvieron a ser reutilizados en la nueva obra.
 
 
Carracedo. El gran poliskel solar, símbolo de la energía cósmica, y amuleto protector.
 
En cuanto a la procedencia templaria de estas piedras, repletas de símbolos ancestrales, más que pertenecer a las fortificaciones de Pieros, podrían ser de su capilla templaria. Su origen sería, incluso, anterior al Temple, pues es probable que los caballeros encontrasen allí un arruinado templo visigodo, construyendo su capilla sobre esos cimientos y empleando los viejos sillares.
Recordemos que, todavía hoy, el templo de San Martín conserva piedras prerrománicas. Piedras que ¿acaso habían sido reutilizadas, también, por los visigodos, quienes las habrían extraído del vecino Castrum Bergidum...? 
Porque estos símbolos, claramente célticos, son los que en dicha cultura hacen alusión al Sol, los astros, y otros elementos del mundo natural, relacionados con la fertilidad, los cuales se grababan en los templos, casas, tumbas, armas y objetos cotidianos, porque eran poderosos amuletos protectores.

Carracedo. Entrelazo céltico, símbolo de la continuidad vital de los ciclos cósmicos.
 
Desde los destrozados muros del Monasterio de Carracedo, estos símbolos nos desafían, cual nueva Esfinge, a desentrañar un enigma que se pierde en la noche de los tiempos.
¿Se trata de sillares célticos, extraídos del castro por los visigodos y reutilizados, primero por los templarios de Pieros, y luego por los monjes de Carracedo?
¿Sabremos responder con acierto, evitando así que la Esfinge nos devore?
Salud y fraternidad.

9 comentarios:

NOSFERATU dijo...

Una entrega bastante ludica y las fotos un placer a la vista. Un gusto visitar este blog.

juancar347 dijo...

Interesantes reflexiones que, aunque hipotéticas, nos acercan, no cabe duda, a esos grandes enigmas históricos que tan celosamente guardan los sillares del semiderruido monasterio de Carracedo, donde, en efecto, se mezcla todo un universo de simbologías y donde también, como tuviste oportunidad de comprobar, entre los símbolos celtas y visigodos desparramados por las ruinas anexas al claustro, se ve la presencia, enigmática siempre en sus símbolos, de los canteros medievales, de cuya huella, quizás la más notable, por su significancia y número, sea la estrella de cinco puntas. Tomo nota de Pieros para una futura excursión, y aunque papeles hayan sobrevivido pocos, bien es verdad que aquí, en El Bierzo, y referido al Temple, el río lleva un buen caudal de agua histórica. Un abrazo

Alkaest dijo...

Compadre Juancar, alias "el Caminante", bien se yo cuanto te gusta zambullirte en ese "río" de la tradición, y con cuanta habilidad nadas en sus revueltas aguas...
Por ello, estoy seguro que te sentiras a tus anchas en las tierras bercianas, donde el misterio se vuelve historia, y la historia se convierte en misterio, apenas sin que nos demos cuenta.
Recuerda que, en estas comarcas, hasta los árboles hablan...

Salud y fraternidad.

Pallaferro dijo...

Por descontado que eres un estupendo cicerón virtual, nos has ofrecido un agradable paseo por estas tierras leonesas que, por cierto, no conozco.

Tomo nota de la interesante historia que nos relatas y quedo, como Juancar, a la espera de una futura excursión.

Un abrazo

KALMA dijo...

Hola! ¡Qué bien escribes! Una entrada descrita con claridad y con todo y eso tiene todo el misterio. No conozco Pieros, me lo apunto o quien sabe... Pero sí Carracedo, sus ruinas son una maravilla dejan ver lo que en otro tiempo fue, esta bruja no halló tantas marcas, no sé si por que el ocaso me acompañaba o porque me dejo llevar por el ambiente tanto que no me entero, las fotos preciosas, a falta de ojo, bueno es ojo ajeno, jaja y que puedo añadir... ¡Chachi piruli! Un beso.

Mirian - juegos de Mario dijo...

Qué deleite es leer esta entrada acompañada de semejantes fotografías. Muy buen blog :)

Baruk dijo...

Con esta interesantes entradas le estoy cogiendo el gustillo a eso de los templarios.

...Más, queremos MÁS!!

Salud y románico

AMADO MIO dijo...

Preciosos blogs estos tres.
Por cierto, si vienes y paseas or MUROS llevarás una colección de bonitas placas de calles y rúas.
También las puedes en el mi blog con la etiqueta "RUAS DE MUROS"
Un abrazo

Ray dijo...

No tengo la suerte de conocer Pieros, pero la magia de de Carracedo sí que me envolvió un día en mi periplo por el Bierzo. También encontré fascinantes estas marcas dispersas por los sillares, y dada la historia que aportas, parece razonable su procedencia. También recuerdo otro sillar con el relieve de un felino de aires muy visigóticos, que pudiera haber formado parte del "lote". En todo caso, gracias por tan interesantes reflexiones; no sé si desear que aparezca algún Edipo que se enfrente a la Esfinge, por si acaso...:-) Enhorabuena, Alkaest.