Templo de San Pedro, muro fachada sur, s.XII, Tejada (Burgos).
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Catedral, pavimento interior nave sur, s.XII-XIII, Ourense. [Diapositiva 9 agosto 1981].
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Catedral de Saint Martín, gótica 1220-1259, pavimento nave central, Amiens (Francia). [Foto agosto 1976].
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Catedral de Saint Martín, gótica 1220-1259, pavimento nave central, Amiens (Francia). [Foto agosto 1976].
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Al igual que los laberintos, la figura geométrica conocida como “triple recinto” se manifiesta tanto como tablero de juego, cuanto como vehículo simbólico, una vía, hacia el interior místico e intangible del universo personal. Además, por derivación de su significado como imagen de la tríada divina y de la Ciudad Celeste, es utilizado en el medievo con carácter apotropaico, como talismán protector.
El “triple recinto”, en cuanto tablero de juego, era utilizado para partidas de “alquerque”, una mezcla entre “damas” y “tres en raya”. Cuando aparece grabado, sobre las piedras románicas, es ya un viejo amigo de la humanidad. Lo encontramos en petroglifos neolíticos, o en templos griegos y romanos. Jugar sobre estos tableros, o recorrerlos, constituye una ascesis ya presente, bajo diferentes, formas en todos los ritos mistéricos de la Antigua Religión. En esencia de trata de llegar al Centro del Triple Recinto –como sucede con el laberinto-, tras vencer una serie de pruebas, guiados por el buen juicio de nuestros cálculos y un poco de suerte, lo que provocará la victoria o transformación espiritual. Por su mismo carácter simbólico, jugarlos es participar del gran Juego Cósmico de la Creación.
La principal manifestación de los tableros de juego, como símbolos mágico-sagrados, sobrevive en la Catedral de Notre-Dame de Amiens (Francia), que muestra en su pavimento dos grandes “Tablas Cuadradas” junto a un enorme laberinto octogonal, lo que representa la culminación de aquella capacidad medieval para instrumentalizar las cosas más triviales encauzándolas hacia la trascendencia. Porque una cosa es evidente: un tablero de juego, presente en una catedral, no convierte a ésta en un salón de juegos, pero ésta si convierte al tablero en un símbolo sagrado y al juego allí realizado en algo trascendente.
Los templos románicos, también debieron tener sus “tablas cuadradas” en el pavimento, aunque no se ha conservado ninguna. En cambio, si nos quedan esos pequeños tableros grabados en las piedras, algunos de los cuales serían utilizados por los canteros para jugar sobre ellos. El hecho de que, al colocar los sillares sobre el muro, el tablero se haya dejado en su cara vista, demuestra que esta figura geométrica tenía un simbolismo mágico-sagrado.
Al igual que los laberintos, la figura geométrica conocida como “triple recinto” se manifiesta tanto como tablero de juego, cuanto como vehículo simbólico, una vía, hacia el interior místico e intangible del universo personal. Además, por derivación de su significado como imagen de la tríada divina y de la Ciudad Celeste, es utilizado en el medievo con carácter apotropaico, como talismán protector.
El “triple recinto”, en cuanto tablero de juego, era utilizado para partidas de “alquerque”, una mezcla entre “damas” y “tres en raya”. Cuando aparece grabado, sobre las piedras románicas, es ya un viejo amigo de la humanidad. Lo encontramos en petroglifos neolíticos, o en templos griegos y romanos. Jugar sobre estos tableros, o recorrerlos, constituye una ascesis ya presente, bajo diferentes, formas en todos los ritos mistéricos de la Antigua Religión. En esencia de trata de llegar al Centro del Triple Recinto –como sucede con el laberinto-, tras vencer una serie de pruebas, guiados por el buen juicio de nuestros cálculos y un poco de suerte, lo que provocará la victoria o transformación espiritual. Por su mismo carácter simbólico, jugarlos es participar del gran Juego Cósmico de la Creación.
La principal manifestación de los tableros de juego, como símbolos mágico-sagrados, sobrevive en la Catedral de Notre-Dame de Amiens (Francia), que muestra en su pavimento dos grandes “Tablas Cuadradas” junto a un enorme laberinto octogonal, lo que representa la culminación de aquella capacidad medieval para instrumentalizar las cosas más triviales encauzándolas hacia la trascendencia. Porque una cosa es evidente: un tablero de juego, presente en una catedral, no convierte a ésta en un salón de juegos, pero ésta si convierte al tablero en un símbolo sagrado y al juego allí realizado en algo trascendente.
Los templos románicos, también debieron tener sus “tablas cuadradas” en el pavimento, aunque no se ha conservado ninguna. En cambio, si nos quedan esos pequeños tableros grabados en las piedras, algunos de los cuales serían utilizados por los canteros para jugar sobre ellos. El hecho de que, al colocar los sillares sobre el muro, el tablero se haya dejado en su cara vista, demuestra que esta figura geométrica tenía un simbolismo mágico-sagrado.
3 comentarios:
¿Crees que el laberinto de Chartres es una continuación de estos alquerques románicos, o bien, y debido a su forma circular, entramos ya en otra forma de conocimiento?
Lo sigo. Me encantan sus fotos, es cómo asomarse un poco por aquellas tierras. Saludos!
Minerva
Tienes un alquerque interesante en el llamado talayot de Toraixa (Es Castell, Menorca).
LAGARDA, F. (2006): Grabados rupestres de Menorca. FLM-Editor. Zaragoza.
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