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La ciudad califal es reconquistada en 1236, por Fernando III (1217-1252), quien le da fuero en 1241 y organiza la ciudad en “collaciones” -barrios- cuyo centro es una parroquia. Se fundan catorce, siete en la Medina, zona alta equivalente a la urbe romana, y siete en la Ajerquía, zona baja, aunque en un primer momento se utilizaron como parroquias las mezquitas, hasta que, entre mediados del s.XIII e inicios del XIV, se levantan los templos cristianos.
Se denominan “templos fernandinos”, aunque sería mas exacto llamarlos “templos alfonsinos”, pues fue bajo el reinado de Alfonso X (1252-1284) que comenzaron a levantarse la mayoría, sobre todo por la precariedad económica tras la conquista.
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Estos templos, pertenecen a un estilo avanzado de transición, del románico al gótico, catalogado como tardorrománico o románico arcaizante de aire mudéjar. Aunque se aprecian fuertes influencias de la severidad del Cister, e incluso muchas semejanzas con templos cistercienses gallegos. Las cabeceras, sin embargo, presentan todavía características del primer gótico burgalés: planta de tres naves y ábsides poligonales, con cubrición abovedada en la cabecera y techumbre de madera en el resto. Los capiteles son de temática vegetal, aunque a veces se incluyan personas o animales.
Las reformas a partir del s.XVI y los terremotos, de 1680 y 1755, van a causar diversos daños en los templos, que al ser restaurados resultan recubiertos con revestimientos barrocos. No obstante, todavía conservan numerosos elementos, que nos permiten apreciar como fue este “románico andalusí”, último chispazo de aquel fuego del espíritu medieval.
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El primer ejemplo, de esta arquitectura ensoñada es un templo medieval que desapareció, aunque persiste un elemento de aquella pequeña mezquita sobre la que pretendió prevalecer. ¿Justicia poética?
Este alminar, que ha perdido un tercio de su volumen, es el mejor ejemplo de torre en esquina propio de una pequeña mezquita de barrio, del s.X. Su estructura interna, con escalera de caracol circular, se repite en la torre de la mezquita de Velefique (Almería), que se conserva, también truncada, en el cementerio. Muy maltratado por los elementos, solo resta el primer cuerpo, en el que se aprecian restos de ventanas geminadas y la hilera de arquillos ciegos que lo coronaban.
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El templo medieval, de los Sanjuanistas, desapareció en sucesivas reconstrucciones, 1637 y 1799, sustituido por el actual alzado neoclásico. Por un insólito guiño del destino, el alminar permanece, con su piedra disgregándose inexorablemente, mientras señala el cielo azul de al-Andalus como el dedo admonitorio de un viejo muecín.
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Los arcos en herradura, de sus ventana geminadas, muestran todavía la alternancia de sillares y ladrillos, para conseguir ese juego de colores y volúmenes, desarrollado luego hasta lo infinito en las arquerías de la Mezquita Aljama.
Las “restauraciones” que ha padecido, a más de incompletas, han sido chapuceras. Muchas piedras están en precario equilibrio, tanto que se ha colocado una estructura metálica a media altura para proteger a los viandantes de presumibles desprendimientos.
Salud y fraternidad.
1 comentario:
Reconozco mi ignorancia en cuanto a este románico híbrido, pues mi desconocimiento de ese Sur ensoñador, es prácticamente nulo. Agradezco, pues, Maese Alkaest, la belleza de las fotos que ilustran la entrada, y también, esta pequeña guía cultural que, no te quepa duda, siento como un pequeño entremés para ese gran hartazgo que pienso pegarme en breve. Encantado como siempre, y esperando la segunda parte. Un abrazo
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