viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Románico andalusí...? (IVª)

Por su ayuda en la conquista de Córdoba, en 1236, Fernando III entregó a la Orden del Temple la mezquita del Amir Hisham, en la zona baja de la Ajerquía, muy próxima al Guadalquivir, donde los monjes guerreros alzaron el templo de Sant Yago el Viejo, o Santiago de los Caballeros, y junto a él un Convento con claustro, adosado al muro sur, que poseyeron hasta 1312. En el s.XV hay documentos que citan “las Claustras” de Santiago y, todavía hoy, la calle donde estuvo se denomina “del Claustro”. Aunque éste no es el mayor milagro del edificio templario.
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Durante muchos años, el templo estuvo cerrado al culto, en espera de rehabilitación. En 1979 tuvo lugar un terrible incendio que debilitó, todavía más, el edificio, y provocó que en 1981 se derrumbara un pilar arrastrando gran parte de la nave central. Como en el caso de La Magdalena, esto salvó el templo, pues decidió su restauración. Sin prisa, claro, que la prisa es mala consejera, por lo que no se concluyó hasta 1991, al cabo de diez años. No obstante, el edificio continúa encerrado: el ábside y fachada sur entre las viviendas adosadas; su fachada oeste encajonada por construcciones en la estrecha calleja, antaño llamada “del Viento”.
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Con tres naves y triple ábside, entre cuyos contrafuertes se abren ventanas alancetadas de tracerías góticas, tipo Chartres, esta cabecera poligonal sigue modelos de gran difusión en Castilla y Aragón: Colegiata de Aguilar de Campoo (Cantabria), San Miguel de Foces en Ibieca (Huesca), o Santa María de Alcocer en la Alcarria (Guadalajara). No obstante, sus capiteles son de tradición musulmana y mudéjar en mayor medida que en otros templos cordobeses de su época.
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Este es uno de los pocos templos cordobeses, junto con San Lorenzo, Santa Clara y la Catedral, que conserva parte del alminar, de la mezquita sobre la cual fue edificado, aunque sea sepultado bajo las capas barrocas. Aún así, los pocos elementos que del mismo podemos observar, nos hablan de un alminar de inicios del s.IX, de serena belleza.
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Adosada hacia la mitad del costado norte del templo, los dos primeros pisos de esta torre son islámicos, con una ventana geminada, en arcos de herradura, que asoma al interior de la nave septentrional, mientras el piso superior y la espadaña son barrocos. Entre la fachada oeste y el alminar se levantó una galería, en época medieval, que guarecía la portada correspondiente. En el s.XVII, quizá por su mal estado, ambos elementos fueron sustituidos por otros al gusto barroco.
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De sus tres portadas, la norte desapareció según dijimos, aunque debió ser semejante a la del sur, que sigue la línea que hemos visto en La Magdalena y Santa Marina, aunque más simples: arquivoltas lisas, sobre un friso corrido, vegetal, que se convierte en capitelillos sobre las columnas. La portada de poniente, coronada por un tejaroz a base de modillones califales de rollos, copia el modelo, con extradós de cabezas de clavo, arquivoltas lisas y friso con vegetales y animales, todo muy destrozado.
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La fachada oeste -imposible de fotografiar correctamente, por la cercanía de los edificios vecinos-, tiene un magnífico rosetón ojival, con incrustaciones de azulejo mudéjar, comparable a los de San Miguel y San Lorenzo, y sendos óculos en las naves laterales.
Aunque si queremos disfrutar del bello rosetón, mejor será que lo hagamos desde dentro del templo, pues el cristal protector que le ha tocado “en suerte”, nos impide contemplar sus góticas tracerías.
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El alzado de las naves es propio de la tradición románica borgoñona, y la conjunción de cabecera abovedada y naves cubiertas con techumbre de madera proviene tanto de los conquistadores castellanos como de la tradición musulmana. Por su parte, las bóvedas absidales, con espinazo en zig-zag, son propias del gótico del Cister aunque en Córdoba se difundieron entre los siglos XIII y XIV.
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Un último enigma ronda el edificio templario, tan repleto de ellos, se trata de la extraviada “Virgen de Mármol”, s.XIII, ante la que juró su cargo el Comendador templario Juan Yañez de Cea, hacia 1270. Nª Sª de la Blanca, presidió el altar mayor y tras la supresión del Temple fue instalada en la Capilla de la Epístola, luego su pista se pierde. Solo quedan las leyendas, sobre su misteriosa aparición y cierto tesoro encantado...
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Salud y fraternidad.

3 comentarios:

Syr dijo...

No sólo por la admiración que te profeso, sino por sana envidia, sigo tus entradas en este tema tan original y con un punto de vista inédito y originalísimo, magistralmente expuesto, donde sacas a relucir no sólo tus conocimientos profundos de algo tan especial que permanecía en el olvido, sino que, además, lo haces desde el sentimiento profundo de lo que se ama y por eso se necesita compartir.

Seguiré esperando las sucesivas entradas y como soy tan hombre, lo que tenga que decirte, no lo dudes, amigo, ¡ te lo dirá a la cara¡.

Un abrazo

Alkaest dijo...

Pues me alegro que te guste el tema, y ya sabes que, a la cara o al oído, me puedes decir cuanto quieras.
Siempre estoy dispuesto a escuchar dudas, sugerencias, opiniones -ya favorables o contrarias-, e "incluso" alabanzas, porque tu eres capaz de todo...

Todavía me queda alguna otra entrada, respecto a este tema, así que sigue a la escucha.

Salud y fraternidad.

Baruk dijo...

Ya esta!... ya he quedado contagiada de entusiasmo alkaesillo y después de pasearme por tu ruta virtual me estan entrando unas ganas locaaaas de bajar para Cordobita la Llana que no veas!

Que voy!

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