miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Románico andalusí...? (VIª)

En una situación privilegiada, dentro de la Medina, se encuentra el templo de San Miguel, junto al romano Foro Antiguo levantado en la confluencia de las vías cardo y decumano. A pesar de las reformas, en los ss.XVII-XVIII, es uno de los templos cordobeses menos desvirtuado en su estructura, por lo que sirve como ejemplo perfecto del modelo típico para tales edificios: tres naves, ábsides poligonales, bóvedas de crucería con espinazo en zig-zag, etc., que proclaman su tradición románica, de filiación borgoñona, a través del Monasterio de Poblet, y pilares de inspiración románica zamorana. Elementos todos, que inducen a los expertos a considerar que, debido a la escasez económica, hubo que recurrir a maestros canteros “de segunda fila”, que solo dominaban modelos arcaizantes.
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La fachada de este templo, es una de las mejor conservadas de Córdoba, y en su sencillez refleja el prototipo de tales edificios. En la portada se aprecia la sobriedad cisterciense de sus líneas, arquivoltas lisas como símbolo de los círculos celestes, ligeramente apuntadas, con simple extradós de cabezas de clavo que serían en realidad las estrellas; una simple faja vegetal, sustituye los capiteles sobre finas columnas.
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Parece, que la riqueza del ingenio constructor se hubiese dejado para el rosetón y los óculos. Aquel comienza con una moldura externa a base de elaboradas rosetas, luego el “vacío” con boceles y escocias, y al final una doble rueda de tracerías trilobuladas, la externa con arcos de herradura. Conserva restos de las incrustaciones cerámicas, en color verde, al gusto mudéjar.
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El óculo meridional, compone en sus tracerías, a partir de una serie de arcos trilobulados, el “Sello de Salomón”, de tan profundo simbolismo cabalístico y alquímico. También quedan restos de cerámica vidriada, en el característico color verde manganeso.
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Para el óculo septentrional, se ha reservado una tracería más sencilla, con una flor exalobulada, igual a la que preside el centro de la figura antes descrita, el Sello de Salomón... Pero no debemos ver en ello un rasgo de pobreza imaginativa, sino complementariedad simbólica.
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La portada norte, muy maltratada, repite en forma simplificada el modelo propio de estos templos, con la única salvedad del extradós, donde campan florones similares a las del gran rosetón de poniente.
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Por contra, la portada sur constituye una agradable sorpresa. Es una evocación tardía del arte califal, y si presentáramos la foto fuera de contexto podríamos hacerla pasar como propia de un edificio musulmán. El arco de herradura, de dovelas alternantes, unas lisas y otras con atauriques, enmarcado por un alfiz, se encuadra entre dos columnillas que sostienen un tejaroz con canes de rollos y banda lisa (salvo los restaurados), y en los extremos dos grandes canes con rollos y rica decoración vegetal en los lados.
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Justo al lado de esta portada, se alzó la Capilla de los Vargas, ss.XIV-XV, del mismo estilo que ella, como si el gusto de los conquistadores se hubiese visto seducido por el arte de los conquistados. La ventana lancetada, tipo Chartres, que ilumina la capilla, no hace sospechar que su interior es como un pequeño oratorio musulmán, cuya puerta con arco de herradura apuntado y dientes de sierra, nos evoca el que vimos en San Pablo. Al interior, su planta cuadrada pasa al octógono a través de unas trompas con arquillos de herradura, enmarcados en alfiz, mientras su extradós es de cabezas de clavo y dientes de sierra. El conjunto, forma una curiosa capilla mudéjar, otro ejemplo más de la simbiosis cultural cordobesa del medievo.
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Salud y fraternidad.

3 comentarios:

Polvorilla dijo...

Cuando yo era una mozuela, o más técnicamente una adolescente, tenía que pasar todos los días delante de este hermoso lugar para ir al instituto. Nada sabía en aquel entonces de románico, ni de gótico, ni de na. Mis pensamientos y mis ideales pululaban de la pandilla a la existencia de Dios, de la fe católica a otras confesiones. Empezaba a cuestionarme multiud de cosas y a comprar "a escondidillas" libros de Machado y Miguel Hernández (¡ya ves tú que cosas!) en la trastienda de alguna librería... Pero rara era la mañana que antes de entrar a clase, no pasaba al templo y me sentaba. ¿A rezar? ¡Qué va! ¡Ni se me hubiese ocurrido! Me sentaba a sentir. Aquel lugar se convirtió en mi escondite secreto, en mi bosque encantado. No hacía nada, me vaciaba interiormente y sentía, nada más. No sabía de arte, no entendía de historia, aún ni se me había ocurrido que años más tarde iría de la mano de un buscador a estudiar Hª del Arte y que ese mismo buscador recorrería a mi lado el Camino de Santiago y todos los caminos del románico y el gótico.¿Tal vez una premonición? No lo sé. Pero ese lugar llenó mi adolescencia de paz y de sosiego. Bienaventurados aquellos que lo levantaron, gracias constructores, llenasteis una época de mi vida con vuestras piedras y vuestro saber hacer.¡Muchas gracias!

pallaferro dijo...

Leer la descripción que nos hace Alkaest sobre el templo de San Miguel ha estado bien. Un buen preludio para un mejor disfrute, si llega el momento...

Pero el comentario de mi Polvorilla me ha emocionado. Sus palabras me hablaban con su mirada, con su pose que pone cuando cuenta sus cosas, sus sentimientos, sus pensamientos... tal vez es que, con la venia de su buscador y compañero de caminos, necesito abrazarla y empiezo a pensar que ese momento ya está cerca.

Os quiero.

Alkaest dijo...

¡Vaya, ya les dió por lo sensible! Si es que no se les puede dejar solos, que enseguida empiezan con las nostalgias y las vivencias interiores, y luego lo dejan todo perdido de lágrimas...

Sarcasmos aparte, me gusta que de algo "serio", como la exposición fría y científica de un monumento, surja el aspecto vital, que a fin de cuentas para eso se construyeron, para interactuar con el espíritu, el alma, la psique, o lo que quiera que tengamos dentro, y nos hacer ser lo que somos.

Muy buena evocación, Polvorilla, tan descriptiva como todas las tuyas, porque en ellas va siempre un pedacito de tu esencia más íntima. Esa es una de las razones por las que te quiero, porque sabes sacar poesía de las piedras...

¡Hala, ya habéis conseguido que también yo me ponga sensible! ¡Estaréis contentos!

Salud y fraternidad.