El Dragón y la Bestia, de Siete Cabezas.
[Tapiz del Apocalipsis, Angers (Francia), 1375-1380].
[Foto, cortesía de http://sourcebook.fsc.edu/history/apocalypse.html].
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En el magnífico muestrario de monstruosidades helénico-judaico-alejandrinas, que es el mitológico libro del Apocalipsis, donde la kabalah hebrea danza junto a la guematría, en alegre confusión con los símbolos de las religiones orientales, hay tres monstruos emblemáticos: el Dragón de Siete Cabezas, la Bestia de Siete Cabezas, y la Bestia Dragón-Carnero que, pobrecita ella, tenía una sola cabeza.
Aunque los magníficos manuscritos, conocidos como Apocalipsis de Beato, ilustran esta narración mitológica con todo lujo de detalles, en los templos románicos no es corriente toparse con tales “criaturitas de dios”, aunque a partir del gótico fuero efigiados con todo lujo de detalles.
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La Serpiente Satanás, o Dragón de Siete Cabezas.
[Butrera (Burgos), s.XII].
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Y fue vista en el cielo otra señal: he aquí un gran dragón de color de fuego, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Con su cola arrastró la tercera parte de los astros del cielo y los arrojó a la tierra.
Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón grande, la antigua serpiente llamada diablo y Satanás, y fue precipitado en la tierra y sus ángeles con él.
(Apocalipsis 12, 1-18).
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La Serpiente Antigua, o Dragón de Siete Cabezas.
[Vallejo de Mena (Burgos), s.XII].
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Estas míticas “bestias”, tenían otros precedentes clásicos no menos “nobles”. El Dragón de Siete Cabezas, evoca sin mucho esfuerzo aquella “Hidra de Lerna”, monstruo con cuerpo de serpiente y nueve cabezas, una de las cuales era inmortal. Este ser, hijo de Tifón y Equidna, asolaba la tierra, matando con extrema crueldad humanos y animales. Hércules lo combatió, durante su segundo trabajo, con grandes dificultades, pues por cada cabeza que le cortaba brotaban otras dos.
Las representaciones de los templos románicos, se parecen más a la descripción de la Hidra clásica, que a la serpiente-dragón del Apocalipsis.
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La Bestia de Siete Cabezas y diez cuernos.
[Caracena (Soria), s.XII].
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Vi como subía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Era semejante a una pantera, y sus pies eran como de oso, y su boca como la de un león. Diole el dragón su poder, su trono y una autoridad muy grande. Y toda la tierra seguía admirada en pos de la bestia. Se prosternaron ante el dragón, porque había dado el poder a la bestia, y adoraban a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia?
(Apocalipsis 13, 1-8)
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La cornuda Bestia de Siete Cabezas.
[Boí (Lleida), s.XI].
[Foto, cortesía Xavier Tosca, http://www.romanicocatalan.com/].
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Por su parte, la Bestia de las Siete Cabezas, rememora con gran parecido al “Cerbero”, aquel terrorífico perro gigante, de tres cabezas. Hijo, también, de Tifón y Equidna, guardaba las puertas del Hades y fue capturado por Hércules en su duodécimo trabajo. Aunque aterrorizaba a todas las almas de los difuntos, con sus ensordecedores ladridos, era un monstruo fácil de burlar: Orfeo lo amansó con su música, la Sibila lo adormeció con un brebaje encantado, Hércules lo encadenó atenazando su cuello.
Las representaciones románicas, aún con siglos de diferencia, son unánimes en presentarlo como una especie de gran perro, sobre cuyo lomo, tras la cabeza principal, se alinean las otras seis cabezas, unas con dos cuernos, y otras con uno, para conjugar la difícil ecuación: siete cabezas y diez cuernos.
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La Bestia Dragón-Carnero, señora del “666”.
[Vallejo de Mena (Burgos), s.XII].
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Vi otra bestia que subía de la tierra y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. Ejerció toda la autoridad de la primera bestia, e hizo que a todos se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente, y que nadie pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.
Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.
(Apocalipsis 13, 11-18).
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[Tapiz del Apocalipsis, Angers (Francia), 1375-1380].
[Foto, cortesía de http://sourcebook.fsc.edu/history/apocalypse.html].
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En el magnífico muestrario de monstruosidades helénico-judaico-alejandrinas, que es el mitológico libro del Apocalipsis, donde la kabalah hebrea danza junto a la guematría, en alegre confusión con los símbolos de las religiones orientales, hay tres monstruos emblemáticos: el Dragón de Siete Cabezas, la Bestia de Siete Cabezas, y la Bestia Dragón-Carnero que, pobrecita ella, tenía una sola cabeza.
Aunque los magníficos manuscritos, conocidos como Apocalipsis de Beato, ilustran esta narración mitológica con todo lujo de detalles, en los templos románicos no es corriente toparse con tales “criaturitas de dios”, aunque a partir del gótico fuero efigiados con todo lujo de detalles.
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La Serpiente Satanás, o Dragón de Siete Cabezas.
[Butrera (Burgos), s.XII].
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Y fue vista en el cielo otra señal: he aquí un gran dragón de color de fuego, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Con su cola arrastró la tercera parte de los astros del cielo y los arrojó a la tierra.
Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón grande, la antigua serpiente llamada diablo y Satanás, y fue precipitado en la tierra y sus ángeles con él.
(Apocalipsis 12, 1-18).
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La Serpiente Antigua, o Dragón de Siete Cabezas.
[Vallejo de Mena (Burgos), s.XII].
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Estas míticas “bestias”, tenían otros precedentes clásicos no menos “nobles”. El Dragón de Siete Cabezas, evoca sin mucho esfuerzo aquella “Hidra de Lerna”, monstruo con cuerpo de serpiente y nueve cabezas, una de las cuales era inmortal. Este ser, hijo de Tifón y Equidna, asolaba la tierra, matando con extrema crueldad humanos y animales. Hércules lo combatió, durante su segundo trabajo, con grandes dificultades, pues por cada cabeza que le cortaba brotaban otras dos.
Las representaciones de los templos románicos, se parecen más a la descripción de la Hidra clásica, que a la serpiente-dragón del Apocalipsis.
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La Bestia de Siete Cabezas y diez cuernos.
[Caracena (Soria), s.XII].
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Vi como subía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Era semejante a una pantera, y sus pies eran como de oso, y su boca como la de un león. Diole el dragón su poder, su trono y una autoridad muy grande. Y toda la tierra seguía admirada en pos de la bestia. Se prosternaron ante el dragón, porque había dado el poder a la bestia, y adoraban a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia?
(Apocalipsis 13, 1-8)
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La cornuda Bestia de Siete Cabezas.
[Boí (Lleida), s.XI].
[Foto, cortesía Xavier Tosca, http://www.romanicocatalan.com/].
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Por su parte, la Bestia de las Siete Cabezas, rememora con gran parecido al “Cerbero”, aquel terrorífico perro gigante, de tres cabezas. Hijo, también, de Tifón y Equidna, guardaba las puertas del Hades y fue capturado por Hércules en su duodécimo trabajo. Aunque aterrorizaba a todas las almas de los difuntos, con sus ensordecedores ladridos, era un monstruo fácil de burlar: Orfeo lo amansó con su música, la Sibila lo adormeció con un brebaje encantado, Hércules lo encadenó atenazando su cuello.
Las representaciones románicas, aún con siglos de diferencia, son unánimes en presentarlo como una especie de gran perro, sobre cuyo lomo, tras la cabeza principal, se alinean las otras seis cabezas, unas con dos cuernos, y otras con uno, para conjugar la difícil ecuación: siete cabezas y diez cuernos.
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La Bestia Dragón-Carnero, señora del “666”.
[Vallejo de Mena (Burgos), s.XII].
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Vi otra bestia que subía de la tierra y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. Ejerció toda la autoridad de la primera bestia, e hizo que a todos se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente, y que nadie pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.
Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.
(Apocalipsis 13, 11-18).
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La Bestia Carnero, que habla como un dragón.
[Colegiata San Isidoro, León, s.XII].
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Esta Bestia Dragón-Carnero, que sólo permite sobrevivir al que tiene la clave: “666”, recuerda aquellas esfinges egipcias, con cabeza de carnero y cuerpo de león, que custodiaban las avenidas ceremoniales de los templos, como representación de Amón-Ra, dios supremo de Egipto: “Señor de los dos cuernos”, el Oculto que se renueva a sí mismo, el que existe en todas las cosas y creó el Cosmos por su pensamiento. Y el enigmático “666”, evoca aquel “nombre secreto” de Amón-Ra, que permitía a quien lo conociera ejercer una parte del mágico poder de la divinidad. Nombre que el dios puso sobre el cuerpo de Isis, como una marca, y la autorizó a marcarlo sobre su hijo Horus.
El románico representará, este monstruo, dueño del nombre secreto “666”, como un carnero de cuernos desmesurados, enroscados en espiral, largas guedejas de lana y extrañas pezuñas.
¿Juan copió a Daniel, que copió a babilonios y egipcios, que copiaron a...?
Antiqua nove.
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Salud y fraternidad.
[Colegiata San Isidoro, León, s.XII].
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Esta Bestia Dragón-Carnero, que sólo permite sobrevivir al que tiene la clave: “666”, recuerda aquellas esfinges egipcias, con cabeza de carnero y cuerpo de león, que custodiaban las avenidas ceremoniales de los templos, como representación de Amón-Ra, dios supremo de Egipto: “Señor de los dos cuernos”, el Oculto que se renueva a sí mismo, el que existe en todas las cosas y creó el Cosmos por su pensamiento. Y el enigmático “666”, evoca aquel “nombre secreto” de Amón-Ra, que permitía a quien lo conociera ejercer una parte del mágico poder de la divinidad. Nombre que el dios puso sobre el cuerpo de Isis, como una marca, y la autorizó a marcarlo sobre su hijo Horus.
El románico representará, este monstruo, dueño del nombre secreto “666”, como un carnero de cuernos desmesurados, enroscados en espiral, largas guedejas de lana y extrañas pezuñas.
¿Juan copió a Daniel, que copió a babilonios y egipcios, que copiaron a...?
Antiqua nove.
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Salud y fraternidad.
10 comentarios:
Senario. Símbolo doble del ternario ( cuando la unidad con el binario triangular produce polarización), es símbolo del "sello" hasta el punto de que en la antigua India se forma por dos triángulos encajados entre sí como aspecto creador de Visnú. Seis estaciones anuales preislámicas, seis dias para toda una Creación. Pero también expresión del poder hostil ( 2 Sam. 21).
666. Enemigo apocalíptico con cifra humana.¿ Quizá referencia velada a Nerón?.
( Lo de Caracena,me consta que te lo apuntó Baruk. Yo estaba allí).
Salud y románico
Servidor, que es "muy amigo de sus amigos", tiene además otra virtud cardinal: "le falla la memoria, más que a un político las promesas electorales".
Si su merced dice que Dona Baruk me hizo alguna indicación sobre la presencia de la "Bestia", en Caracena, así será, que yo no puedo jurar ni a favor ni en contra.
Y además, que ni lo se ni me importa. Si lo hizo, como buen amigo se lo agradecería en el momento -y si no, se lo agradezco ahora-, pues estoy siempre abierto a recibir sugerencias, informaciones, y reproches cuando los merezca...
Cosa que, no creo, sea ahora el caso, a pesar de lo que sugiere su paréntesis final.
Y puesto que la presencia de la "Bestia", en Caracena, carece de "copyright", creo no merecer en absoluto ese "picotazo", que tiene su merced muy suelto el aguijón. ¡Con razón lo apodan, "el Tabanito de Mágina"!
Salud y fraternidad.
¡ Que no, hombre, que no¡. Que se quea usté con el paréntesis y no entra al trapo del meollo.
¿ Amón Rá o Nerón?.
Salud y románico
Es que "con su graciosa majestad", prefiero entrar "a la manta" y no "al trapo"... pues de hacerlo estaría admitiendo ser "morlaco", cosa que está de actualidad en los "ruedos" políticos, pero que a mi no me cuadra, ni aunque se trate de Miura, por muy noble y digno que sea el animalito...
Y para evitar malentendidos, o suspicacias de resonancias taurinas, no meta usted los "meollos" entre paréntesis, carayu, que también son ganas de enredar...
Salud y fraternidad.
Bueno, querido y admirado amigo, como veo que buscas las defensas en tablas y te acurrucas en la barrera, te diré lo que me sugiere tu entrada.
En el 13,18, el autor del Apocalipsis interpela directamente a los oyentes y los exhorta a tener inteligencia para calcular el número de la Bestia. Es el número del hombre. El 666, pues tanto en hebreo como en griego, las letras pueden ser tasadas como números. Además, en el 13,17 se dice que la marca de la Bestia se expresa tanto como con la cifra como con el nombre, por lo que quiere preguntar por el sentido del número 6, la imperfección.
resulta que en el v. 3 dice que una de las cabezas estaba como degollada y que fue sanada (5,6), expresión burlesca de Cristo que imita a la del Cordero muerto y resucitado, pero no deja de ser curiosoa la identificación con Nerón, que escapado de su muerte en el año 68, después de ser raptado, volvió para vengarse de sus enemigos y resultó ser el prototipo del anti-cristo por su furor en perseguir a los cristianos.
Y visto lo visto, por eso formulaba la pregunta. En Caracena, de lo único que me acuerdo es del chorizo de cantimpalo que me hicieron comer con el culo en tierra.
Estimado:
Es muy acertado relacionar la cifra 666 con Ammón, pero según mi opinión el texto del Apocalipsis en concreto se refiere a una “destilación” de ese arquetipo.
Puedes leer mi texto en: “El anatema del 666”.
http://eltablerodepiedra.blogspot.com/2006/07/el-anatema-del-666.html
Me parece muy importante precisar que la palabra “bestia” no se utiliza en el texto original, la utilizada el “Leviatán” “el que surge del mar” y que en el siglo I se refería a Octavio Augusto, que se representaba a si mismo como un carnero con cola de tritón. Capricornio.
Y esa manifestación del Leviatán con cuernos está relacionada por el propio emperador con el Ammón egipcio.
Saludos.
El empleo, por mi parte, del genérico "bestia", se debe a que mi intención no era entrar al detalle sino, tan solo, dejar apuntado el aspecto sincrético del "bestiario" apocalíptico.
Y mucho menos, meterme en disquisiciones sobre si el "666" alude a tal o cual personaje histórico concreto. Puesto que no podemos perder de vista, que estamos ante un relato mitológico judeo-cristiano, que es muy facil sacarlo de contexto, y muy tentador darle carta de naturaleza en la "realidad".
Los seguidores de la nueva religión, son muy libres de hacerlo, pero un investigador serio de la historia de los mitos no debe caer en ello.
Salud y fraternidad.
Sin ánimo de polemizar, sino de intentar avanzar en lo que tu entrada significa y sintetiza, creo que el 666 aparece en el Apocalipsis.Y creo que este texto nace en tiempo de persecución, caos, exclusión y opresión, por lo que su sentido de ser no sería sino mensaje a una determinada comunidad de transmitir una utopía histórica y política de liberación y esperanza. Se expresa mediante mitos, símbolos y visiones para movilizarla y los usa para un discernimiento PROFETICO en Asia Menor, como a nosotros Nostredamus.
Y si es profético, el mito y visión empleados, no revierten sobre el pasado (Rá) sino que el destinatario intentará proyectar al futuro de su propia historia, y con ello tenderá a acomodarlo a una "realidad" que sufre e intenta justificar por prevista: la persecución. Y por ello, más que Octavio, la identifico, por cronología, con Nerón.
Salu y románico
El 666 representa en la antigüedad al conocimiento científico.
"También Pitágoras y los pitagóricos mantuvieron esta opinión. Les pareció bien escribir sus teorías y sus reglas en unos volúmenes de estructura cúbica "cybicis rationibus": fijaron el cubo como el conjunto de 216 versos, donde cada norma no sobrepasase tres versos.
Parece que tomaron la analogía al comprobar que tal número de versos, como sucede con el cubo, de cualquier forma que los considere la mente consigue una estabilidad inamovible en la memoria." Vitrvvii De Architectura.
Es el número 216 de los pitagóricos el que se obtiene al elevar el número 6 al cubo. Tres veces seis. El 666 la cifra del conocimiento.
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