miércoles, 13 de abril de 2011

Artaiz, sombras de sospecha... (y IV)

En Artaiz, los enigmas que transmiten diversos elementos del templo de San Martín, se superponen, y una sombra de sospecha provoca otra. Allí hay, según la moda del momento, que tanto agrada a las autoridades competentes de ciudades y villorrios, un "Centro de Interpretación del Románico". En él se expone una maqueta, que ilustra, sin proponérselo, cuanto vamos a describir seguidamente.
Durante la reforma que, en el siglo XVI, cambió las bóvedas románicas por otras tardo-góticas, se perdió en gran medida el programa iconográfico original, del siglo XII.
Las cubiertas del edificio estaban muy maltrechas, y al intentar desmontarlas se provocó un derrumbe parcial de las mismas -si es que, antes, no había tenido lugar algún hundimiento-, las cuales arrastraron un importante sector del muro sur, entre el ábside y la portada, que hubo de ser reconstruido con el añadido de un contrafuerte.

Los aleros fueron sustituidos en su práctica totalidad, salvándose tan sólo algunas piezas sueltas, con relieves geométricos en el chaflán, ornados de entrelazos y ajedrezado. Los modillones volvieron a recolocarse, casi en su totalidad, aunque no en el orden original, ni intactos.
Muchos presentan desperfectos, con diverso grado de destrucción, y la totalidad de las metopas bajo el alero, salvo una, han desaparecido -excepción hecha, de aquellas que hay sobre la portada-. Esto se aprecia, claramente, en el reconstruido muro sur, donde faltan no menos de diez modillones, que estuvieron situados entre el añadido contrafuerte, próximo al ábside, y el guarda-lluvias de la portada. 

Las dos últimas filas de sillares, entre el muro y la cubierta, delatan la remoción provocada en esta zona. Además de la falta de simetría y proporción, entre los recolocados elementos esculturados, se ve que la piedra es de distinta calidad y tamaño. ¿Pero qué sucedió, con los desaparecidos modillones? ¿Fueron enterrados? ¿Quizá, molidos para hacer argamasa?
En el interior del templo, a los pies de la nave, se colocó no hace mucho un gran aparato calefactor, pues los crudos inviernos de esta comarca hacían muy incómoda la estancia de los fieles, en el edificio, durante los oficios religiosos. Según nos contaron, se pensó sacar la chimenea de ventilación, aprovechando una pequeña puerta, tapiada desde antiguo. Así que, los albañiles, se pusieron a quitar las piedras...

Entonces, ante la sorpresa general, entre los trozos de sillar y el cascajo de relleno, aparecieron algunas piedras talladas, románicas. Se suspendió la obra, intervino Patrimonio, y ordenó descubrir toda la parte exterior. ¡Allí estaban algunos de los modillones perdidos, del arruinado alero sur! ¡Utilizados como material de relleno, para cerrar la pequeña puerta!
Aunque esto, con ser extraño, no fue lo más raro de todo. Una vez estudiados los materiales, se dejaron in situ. Se levantó un muro de ladrillo, enfoscado, y se le practicó una ranura horizontal, a través de la cual, los curiosos, pueden ver con ciertas dificultades un modillón tumbado. Eso si la casualidad les avisa, y los diversos trastos de labranza que allí almacena algún vecino, no les disuaden de aproximarse. 

En el escondido modillón, se sienta un personaje, de plisada túnica, que sostiene entre sus manos un libro abierto, el cual nos presenta para que lo leamos. Porque, en efecto, tiene una frase tallada en la piedra, aunque no podamos leeerla completa a causa de los fragmentos que faltan a la pieza.
Es entonces, cuando una sombra se proyecta sobre otra. ¿Por qué, modernamente, se dejaron ocultas dichas esculturas, existiendo un Centro de Interpretación del Románico a escasos cincuenta metros del templo? ¿Qué esquema mental, guió a quien decidió esta absurda acción? ¿Estas preciosas obras, del simbolismo románico, no estarían mejor expuestas al goce del público, en el Museo del Centro de Interpretación, en vez de ocultas y abandonadas en su emparedamiento secular?
Otros muchos modillones y fragmentos esculturados, se esconden por los huecos y rellenos que dejó la obra del siglo XVI, y nos tememos que, los huecos y rellenos que hay en la mente de las "autoridades competentes", los dejen así per omnia saecula saeculorum...

(No acaban aquí, los "misterios" de Artaiz, pero por ahora quedarán aparcados hasta que, con el beneplácito de la Diosa, regresemos de las "Vacaciones de Primavera"). 

Salud y fraternidad.

4 comentarios:

Baruk dijo...

Pues por lo que dices, más que "sospechosa" sombra, es una mala sombra la que se cierne sobre Artaiz.

Ya decia yo que la cosa iba de misterio "templorio"

Yo quiero ver ese modillón! yo quero!!!

*

juancar347 dijo...

Y yo también quiero. Se me ocurre pensar si tal vez en ese modillón y en la inscripción que aparece en el libro que sostiene el individuo en las manos, no estaría alguna clave que diera una pista sobre los orígenes del templo; y que tal vez esta pista no fuera muy del agrado de la 'historia conocida', y por eso se devolvió al relleno. En fin, como diría la canción: sombras de sospecha, cruzan por mi mente...

Alkaest dijo...

Que no, que no, si lo que pone en el libro lo digo yo rápido:
"Busco piso barato para compartir, solo chicos, gente seria y formal. Bien comunicado, mejor estudiantes".
Que ya en el medievo, había problemas de vivienda...

Salud y fraternidad.

Rubén Oliver dijo...

Muy interesante la tetralogía sobre Artaiz, ahora que he tenido el placer de estar in situ, me queda todo muy claro, dentro de lo que cabe.
Sí, yo también me pregunto que coj.. hace el modillón ahí todavía...cosas veredes...