lunes, 1 de diciembre de 2008

“Noviembre, dichoso mes, que entra con los Santos y sale con san Andrés”

Comenzamos el mes de noviembre con la festividad de los Santos y, siguiendo el refrán popular, vamos a terminarlo con la de san Andrés. Si aquella era trasunto de la celebración celta de Samhain, sobre los espíritus del Más Allá que vuelven de visita, ésta hace referencia a las almas errantes y el camino que les conduce al Otro Mundo.
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Donde los tremendos acantilados de la sierra Capelada se despeñan al Océano Tenebroso, se alza el santuario de San Andrés de Teixido. Este apartado lugar de Galicia, fue concurrido enclave de peregrinos desde la más remota antigüedad. Se trata de un santuario relacionado con el culto que las poblaciones célticas, del litoral atlántico, vinculaban a los promontorios terminales del mundo antiguo. No en vano, éste se conoce también como “Santo André de Lonxe” y “Santo André do cabo do mundo”, cuyos cultos y ritos referidos a la fertilidad, a través del ciclo muerte-renacimiento, apenas quedan disimulados por la advocación sincrética que la nueva religión adjudicó al lugar, mediante el apóstol san Andrés. Los druidas y druidesas que continuaron acudiendo al lugar, fueron desprestigiados por los sacerdotes de la nueva religión al asimilarlos a bruxos y meigas. Sin embargo, el viejo culto con los viejos ritos no murieron por completo, y todavía hoy los “creyentes” de la nueva religión siguen con las prácticas de la Antigua.
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Los documentos nos dicen que, en el s.XII, el lugar de Santo Andrés y su capilla románica están bajo la protección de los condes de Trava. En 1196 pertenecen a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén y luego pasan a los señores de Andrade, aunque el edificio actual es producto de las reformas sufridas entre los ss.XVI y XVIII. Del primitivo santuario románico, tan solo es visible un capitel, muy maltratado, convertido hoy en pila benditera.
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La leyenda hagiográfica, creada para suplantar a las divinidades célticas afines a Bran-ab-Llyr, dice que san Andrés llegó en barca a estos acantilados, donde hubo de naufragar. El santo se salvó y, por milagro del cielo, su navío se convirtió en piedra en el mismo lugar en que se estrellara contra las rocas. Ese peñasco, es todavía conocido como A Barca.
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Ó Santo Andrés do Lonxe
hei de ir...
Viñas polo mar do fondo

e polo ceo de enriba;
viñas axiña e dispacio,
non chegabas, pero viñas.
(Xosé Ángel Valente, Sete Cántigas de Alén 1981).
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Nuestro santo, levantó un pequeño templo y se dedicó a evangelizar las poblaciones célticas de la comarca. Pero eran tan pocos los fieles, que consiguió reunir, y menos los que acudían al santuario, a pesar de sus milagrosas curaciones, que cada día Andrés se lamentaba amargamente.
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Así las cosas, se presentaron, disfrazados de peregrinos, el propio Dios con san Pedro. Al comprobar lo legítimo de sus quejas, el Supremo prometió que su humilde templo se convertiría en santuario, cuya romería duraría hasta el fin de los tiempos, y al cual tendrían que ir todos los mortales al menos una vez para poder pasar a la Otra Existencia. Y el que no lo hiciera de vivo, tendría que venir tras haber muerto: “Ao Santo Andrés de Teixido, vai de morto o que non foi de vivo”. Y diz que, una vez cumplida su romería gallega, las almas embarcaban al anochecer para el más allá en la “barca de piedra” del apóstol de Teixido.
Casualmente el héroe celta Cú Chulainn, es visitado por el rey de Otro Mundo, Donn o Derga, que le invita a visitar su reino. Este dios de los muertos, tiene una escarpada isla rocosa “Tech nDuinn” –la Casa de Donn-, donde se reúnen las almas de los difuntos antes de emprender su viaje al Más Allá, en una embarcación mágica...
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En esta comarca de Cotobade, llaman Camiño de Santo André a la Vía Láctea y dicen que acaba sobre el santuario. Este es el “camino” que las almas perdidas deben tomar para llegar al otro mundo. En la antigüedad la función de acompañantes de almas estaba encomendada a los Lares Cecaeci, pues ellas andaban como desconcertadas y no atinaban a encontrar el rumbo del Más Allá, de la Isla de los Bienaventurados.
Cuando alguien fallece sin haber cumplido el viaje, a Teixido, los familiares lo hacen en su lugar. Antes de emprender la peregrinación “delegada”, los deudos van al cementerio donde, con tres golpes de bastón sobre la tumba, invitan al espíritu del difunto para que haga el viaje con ellos. Luego hay que hacerle sitio en el carro o aparejarle una cabalgadura (modernamente se le compra billete para el autobús, o le dejan asiento libre en el coche). También hay que hablarles de cuando en cuando, por el camino, para que no se extravíen de su lado.
Dicen que una vez unos mozos que subían a la romería de San Andrés de Teixido encontraron una calavera en medio del monte. Lejos de asustarse, comenzaron a jugar con ella como si esta fuese un balón de fútbol; y así, patada va patada viene, llegaron al santuario. Entonces, la calavera, habló para agradecer a los jóvenes haberla subido hasta allí y permitirle completar una peregrinación que la muerte había interrumpido en mitad del ascenso.
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Cuentan los lugareños, que al caer la noche se escuchan sonidos de pasos perdidos en la oscuridad y lamentos de almas en pena que vagan en busca del perdón. Los que no hicieron el viaje en vida y tras la muerte no tienen familiares que “lleven sus almas”, volverán reencarnados en alimañas que deben vagar desde su tumba hasta el santuario, por eso las gentes tienen cuidado de no maltratar las que encuentran durante la romería o cerca del santuario: lagartijas, moscas, culebras, sapos, garduñas, orugas, escarabajos, etc. Una reencarnación, o trasmigración, que se asemeja mucho a aquella en la que creían los celtas.
En relación con esto, hay un curioso ritual lítico. Los romeros van dejando en los cruces de camino una piedrecilla, como testimonio de su paso, crean así montículos llamados amilladoiros, se dice que las piedrecillas de los amilladoiros “hablarán” el día del Juicio Final para decir quien cumplió con la peregrinación. (Lo mismo hacían los antiguos, con las esculturas del dios Jano y Mercurio sitas en las encrucijadas).
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Quienes habían estado en peligro de muerte, eran llevados por sus familiares dentro del ataúd, o ellos mismos lo llevaban a cuestas, para dejarlo como exvoto, en la creencia de que la Muerte se quedaría allí y no volvería a visitarlos en mucho tiempo.
Todas estas prácticas rituales contienen el recuerdo del viaje de las almas al mundo de ultratumba, propio de las creencias religiosas de los pueblos célticos. No deja de ser significativo que, en la casa del dios Donn -o Derga- solo pueden entrar los muertos o aquellos que van a morir.
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Otra costumbre es la de las “candelas”, o velas, que se dejan allí para que alumbren las almas difuntas, aquellas carentes de familiares que se las lleven, y encuentren el camino del santuario. También son habituales las figuras de cera, con la forma de aquella parte del cuerpo que se desea sanar, y que se deja como exvoto para que el santo “sepa” dónde duele y debe actuar.
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Poco más abajo del santuario, se encuentra “A fonte do tres canos” o “Fonte do santo”. Su agua, bebida con fe, se dice curativo-milagrosa, y además concede deseos. Para que se cumplan los deseos, hay que beber por los tres caños de la fuente y para estar seguro de que se conceden se debe tirar un trocito de pan en el agua, si este flota se cumplirá lo pedido, si se hunde habrá que intentarlo el año siguiente.
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En este lugar, no podían faltar los amuletos. Los más evidentes se conocen como “Sanandreses”, unas figuritas de miga de pan, pintadas de vivos colores. Originalmente eran tres: hombre, mujer y paloma. Ahora son cinco y el que los tenga consigo nunca estará desamparado: La mano, para el amor y las buenas compañías. El pez, para el trabajo y el sustento. La barca, para los viajes, la casa y los negocios. El santo, para la salud física y mental, y la buena convivencia. La flor, para los estudios, las pruebas y el buen sentido, contra envidias y maleficios.
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El otro importante amuleto es la “Herba namoreira” o “herba de namorar”, una especie de “clavel de aire” (Armeria pubigera), propicio para el erotismo y la fertilidad.
Se dice buena para solventar los problemas de amores, y afectivos en general. Metiendo una ramita de ésta hierba en el bolsillo de la persona amada, se supone que caerá rendida por nuestros huesos. Además de favorecer el casamiento, es buena para facilitar la fertilidad. Un refrán gallego dice: “A San Andrés van dous y veñen tres: milagros que o santo faes”, no tanto por el poder fertilizante del santuario, sino porque su fiesta facilita los encuentros íntimos entre los jóvenes que acuden.
Una de las tradiciones, sobre fertilidad, consiste en volver de la romería con “El ramo de san Andrés”, el cual está compuesto por una vara de avellano que lleva atadas varias ramitas de tejo y una herba de namorar.
Algo muy parecido al báculo de los druidas, aunque aquel añadiría ramas de muérdago...
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Teño una herba de namorar,
Teño pensado quen á levar
Na faltriquiera heicha de poñer
Para namorarte a ti muller.
(Cantar de la foliada).
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El recuerdo de las viejas gentes célticas y su religión, ha quedado también en una serie de leyendas que tapizan los bosques y laderas rocosas de la región. Camino del cementerio, hay una peña “do encanto”, que contiene una doncella encantada, la cual se manifiesta cada año en la noche de San Juan, esperando que algún hombre la desencante. Según éste se acerca ella se va transformando, de hermosa doncella en monstruo abominable, si alguien se atreve a besarlo se rompe el encanto y el galán puede casarse con la joven y disfrutar de los tesoros que guarda en la peña.
La tradición se repite en el Coto das Fondas, con otras mozas encantadas, las cuales están así por desobedientes, al negarse a tomar por maridos los pretendientes asignados por los padres.
Otra leyenda habla de la meiga Aldonza, que convirtió a la bella mora Miriam Xelda en zarzal encantado, en el cual quedaban atrapadas, y hechizadas para siempre, cuantas mozas por descuido allí se enganchaban.
Aún en la actualidad, el lugar de Teixido es sitio de reunión para la brujería regional. Por eso, dicen, el tejado del santuario está plagado de piedras puntiagudas: para que las meigas no se sienten sobre él. Haberlas ahílas...
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Pó-lo camiño ei ven un home
aínda ven lonxe, lonxe, lonxe...
Eu non sei si anda ou si corre,
porque ven lonxe, lonxe, lonxe.
¡Quen fora galgo,
quen fora paxaro,
quen fora vento!
(Anónimo s.XVI).
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Salud y fraternidad.

8 comentarios:

Unknown dijo...

¡ Soberbio¡. Un artículo estupendo. Un fondo de erudición, narrado con una prosa preciosista, que sabes trufar con poesía "ad hoc".

Sólo me cabe felicitarte y, ya que traes a colación pinceladas de "nuestro" Valente, prometo enviarte la foto del lugar donde moró sus últimos años. En ese "Lugar" en el Tiempo....

Salud y románico

Alkaest dijo...

Gracias por las alabanzas, pero tras visitar un lugar como ese es imposible que la pluma literaria no se desboque. Aunque nada expresa con toda profundidad lo que el sitio es, lo que te hace ser, como el idioma de sus gentes.
Y aunque ya haya peregrinado a él por dos veces, en vida, no me importaría volver después de muerto. Eso sí, reencarnado en uno de esos caballos semisalvajes que vagan por los bosques de la zona.

Salud y fraternidad.

Minerva dijo...

Hermosas imagenes, esos cielos siempre me han gustado. Interesante información. Gracias.

Lima dijo...

Estuve por alli en agosto, con la niebla cubriéndolo todo y volvi a emocionarme y a sentir escalofríos por todo el cuerpo como la primera vez que estuve; y me intrigó mucho el asunto de los papeles mojados que por lo que me contaron, el parroco anda quitando cada poco y los romeros vuelven a colocar en el ramaje y en el alambre de las cercas. Muy bueno, el artículo, enhorabuena.

Paco Torralba dijo...

La verdad es que es un sitio alejado de todo. Será psicológico, pero parece que te alejas de todo y entras en otra dimensión.
Buen artículo, en tu línea.

Baruk dijo...

Que historia más interesante y gratamente contada, si hasta te dan ganas de ser alma perdida para tener que hacer el camino!!

... a ver, que tomo nota, llevar una piedrecita, beber de la fuente de los deseos, evitar los zarzales... en fin, que lo bueno es llegar a destino ya sea montando caballo salvaje o escurridiza lagartija


Salud y románico

Alkaest dijo...

Baruk, pequeño saltamontes, te diré un secreto.
¡Lo importante es hacer el camino y que nos quiten lo bailao!

Salud y fraternidad.

Alkaest dijo...

Amigo Paco, este es un lugar con "magia", no cabe duda. La primera vez que lo visité, era un día soledado y había numerosos peregrinos. En esta segunda, estaba nublado y lluvioso, casi solitario. Sin embargo, en cada ocasión, el entorno hablaba su propia lengua: El idioma de la Naturaleza, con toda su fuerza, a un tiempo creadora y destructora.
Es dificil, estar allí y no creer en "dioses" o "diosas"...

Salud y fraternidad.