miércoles, 25 de junio de 2008

¡...Porque la salud del cuerpo, se fragua en la oficina del estómago, amigo Sancho!

Solito, en lo alto de su nido, como un azor. Templo de San Miguel, s.XII, Sacramenia (Segovia). [Diapositiva 19 mayo 1991].
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Esta es la historia de otro renuncio, la destapamos porque confesando parece que uno ha pecado menos.
Nos dejamos caer por Sacramenia, un mayo "florido y hermoso". Lo malo -siempre hay un "pero" contra los buenos propósitos-, es que era justo la hora de comer y no había abundancia de lugares para ello, sino más bien escasez. Así es que, tras breve conciliábulo, decidimos dedicar nuestras energías a reponer las ídem. Quedárase la visita al templo para más luego...
Por cierto, el único lugar, por ese entonces, donde templar las gaitas del estómago era una curiosa "carnicería-casa de comidas". Donde resultó que, además de fresca, la comida casera estaba para chuparse los dedos. Ensalada, chuletillas de cordero, vino de la tierra, postre rústico, café... Y no hubo copa y puro, porque no trabajamos ese género.
Así que, saciados los cuerpos y remansados, por tanto, los espíritus, nos vimos hacia las tres de la tarde al pie del cerrillo. Pero entonces, como por ensalmo, el monte creció y nos pareció cumbre pirenáica. Al pensar en subir la empinada cuesta, cargando en nuestro interior los suculentos manjares que, imprudentemente, habíamos ingerido sin calibrar a que alturas nos habíamos de dirigir, un diablillo susurró en nuestros pecadores oídos: "¡No subáis! ¡Cuanto esfuerzo! ¡Que incomodidad, para unas piedras ruinosas! ¡Allí no hay nada que valga la pena!"
Y, como no hay consejo mejor que aquel que deseamos oír, sacamos una solitaria foto con teleobjetivo, cabalgamos el auto, y nos dirigimos a la fresca sombra de un sotillo ameno, de rumoroso arroyuelo, donde sesteamos a placer.
En el fondo de nuestra mente, mientras las ricas chuletillas deshacían su grasa en el bondadoso caldo etílico, resonaba lejana aquella sentencia popular:
"Allá lejos, no sé dónde, había no sé qué santo, que rezando qué sé yo, ganabas que sé yo cuanto".
"Bueno, -nos decíamos-, quédese para mejor ocasión". Y hasta el presente...
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Salud y fraternidad.

sábado, 21 de junio de 2008

"El género dentro, por el calor"

Alquézar (Huesca), Conjunto Histórico-Artístico desde 1982. [Diapositiva 10 agosto 1990].
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Ahora que llega el solsticio y viene el verano, con ese calorcillo tan esperado por heladeros, administradores de piscinas municipales y regentadores de chiringuitos playeros, vamos a aligerar el tono de los apergaminados mamotretos que salen de este venerable “Scriprotium”. Que “la calor” no anima a lecturas profundas, ni deja trabajar el espíritu a pleno rendimiento. Ocasión habrá, de retomar sesudas y profundas cavilaciones, cuando el clemente otoño se digne suavizar la infernal canícula.
Regocijémonos pues con una sencilla anécdota, de nuestro peregrinar por esos mundos de la Diosa. Llegamos hasta Alquézar, un 10 de agosto de 1990. Ese verano era tórrido, pero tórrido de categoría. Mas no importaba, habíamos leído sobre las maravillas que encierra su Colegiata de Santa María, ese claustro, s.XI-XII, con una especial simbología: la Trinidad está representada como un personaje con tres cabezas... Y todo, de ese calibre misterioso.
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Colegiata de Santa María, s.XI-XVI, consagrada en 1099, Alquézar (Huesca). Lo más cerca que llegamos de ella, fué con el teleobjetivo. [Diapositiva 10 agosto 1990].
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Llegamos desde Madrid, hacia las 13 p.m., dispuestos a comernos el mundo románico. En aquel entonces, ¡oh, prehistoria de la tecnología!, nuestro coche carecía de aire acondicionado, pero mientras iba marchando, la brisa, que entraba por las ventanillas, aplacaba los rigores de agosto. Pero al llegar, ¡ay, infaustos hados!, nos obligaron a aparcar como turistas: fuera del pueblo. Pero fuera, fuera, según se ve en la foto. Al bajar del coche, recibir a plomo los 40º de aquel aragonés sol de justicia, y pensar en la distancia a recorrer, mientras el astro rey, implacable, nos freía los sesos... Hicimos algo, que no habíamos hecho nunca. Dimos media vuelta, como cobardes turistas urbanos, montamos al auto, tomamos ruta y no paramos hasta encontrar un camping con piscina, cerca de Ainsa, a la sombra bienhechora, refrescante, de los Pirineos. Bueno, si paramos, por el camino nos fuimos deteniendo en todos los ríos, fuentes, arroyos y arroyuelos para remojarnos a modo. Y hasta hoy. No hemos vuelto a pensar en aparecer por Alquézar, aunque bien sabemos la belleza del pueblo y lo curioso de su claustro. Quizá algún invierno...

Salud y fraternidad.

miércoles, 18 de junio de 2008

El espíritu de la Diosa sopla donde quiere... (La roca, III)

Templo de San Pantaleón, sobre la Peña Colorada, en el Valle de Losa (Burgos).
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Desde siempre, los seres humanos han relacionado los lugares elevados, peñascos, cerros, montes, con la sacralidad. Subir a un alto para invocar la divinidad, o situar en el un santuario donde adorarla, es elegir un lugar especial en que relacionarse espiritualmente con lo trascendente. Los dioses griegos, viven en el Monte Olimpo; el dios de Israel, hace su alianza en el Monte Sinaí; el paraíso hindú, donde habita el dios Indra, está en el Monte Meru; los pueblos celtas, tenían dioses específicos para determinadas montañas, como el celtíbero Júpiter Ladico en Galicia; etc.
En dicho lugar, se establece una corriente particular entre el cielo y la tierra. Al ser el lugar más elevado, sobre el común cotidiano, se queda situado por encima de lo terreno. Pero sin dejar de estar unido a la Madre Tierra. Aquí se obtiene lo mejor de ambos mundos, la Diosa Madre capta mediante estas alturas la energía cósmica, celeste, divina, de la que se nutre, y con la que nutre a sus criaturas al tiempo que emana su propia energía telúrica.
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Templo de San Pantaleón, s.XII-XIII, levantado sobre un castro de los celtas Autrigones.
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En el valle de Losa, sobre la Peña Colorada, se levanta el templo de San Pantaleón, donde se veneraban las reliquias de dicho santo con gran concurrencia de peregrinos. Edificado a comienzos del s.XII, sobre un castro céltico, romanizado, de los Autrigones, resultó arruinado a fines de dicho siglo y fue reconstruido de inmediato, utilizando los elementos más sobresalientes rescatados del templo románico. En fecha tardía se le añadió una nave gótica, al norte, y el baldaquín para el sepulcro del santo. Consagrado por el obispo de Burgos, Don García Martínez de Contreras, en 1207, su fama continuó en alza. Todavía, en 1535, era Casa Prioral de la Encomienda de Vallejo perteneciente a la Orden de San Juan de jerusalén. ¿Había sido antes de la Orden del Temple, como el cercano templo de Siones?
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La forma inclinada, del emplazamiento, condicionó la estructura del templo, con desniveles salvados por tramos de escalinatas. En el ábside, destaca la roca madre que aflora junto al altar.
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Un monje del s.XII, peregrino irlandés, narra ya el milagro cíclico que cada año se producía en este templo: la sangre del santo, conservada en una ampolla, se licuaba y volvía a coagularse. De aquí, a relacionar este enclave con el ciclo artúrico del Grial había un paso, que la voz popular de trovadores y juglares dio rápidamente. Lo cual, salvando el lapso temporal, entronca la tradición celtíbera autóctona con las sagas céltico bretonas. ¿Por casualidad? El prodigio sucedía cada 26 de julio, víspera de su martirio, cuando se retrasaba o no sucedía era un mal presagio sobre grandes desgracias para la humanidad. [Desde 1616, la mítica reliquia se encuentra en el Monasterio de la Encarnación, de Madrid, al que fue donado por el virrey de Nápoles].
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Portada oeste, con los enigmáticos símbolos del "hombre del saco" y el "zig-zag".
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Según la mitología cristiana, san Pantaleón: “el que se compadece de todos”, nació en Nicomedia (Turquía) y llegó a médico del emperador romano Valerio Maximiano. Convertido a la nueva fe, su más famoso milagro sucedió cuando encontró a cierto joven, muerto por una serpiente venenosa. El médico pronunció el nombre del Cristo, entonces el joven resucitó y la serpiente murió, tal como aparece en tres capiteles del templo. Durante la persecución de Diocleciano, como le pidieran que sacrificase a los dioses del Estado romano y el se negara, fue condenado a muerte. Se intentó martirizarlo de seis modos: con fuego, plomo fundido, ahogamiento, devorado por fieras, en la rueda, y ensartado por la espada. Pero no fue hasta el séptimo intento que entregó su alma, el 27 de julio del 305. Murió decapitado y, dicen, junto con la sangre de sus venas brotó leche. Y estos líquidos, hicieron reverdecer un envejecido olivo...
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Ventana absidal, en sus arquivoltas los extraños personajes "prisioneros" de la piedra. ¿O son, los que viven en la piedra?
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Arquivolta de la enigmática portada oeste, uno de los extraños "emparedados"... ¿Son los genios que viven en la piedra? ¿Los espíritus del monte?
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Las esculturas del templo mezclan dos líneas simbólicas, una hace referencia al martirio del santo, la otra... La cariátide del “hombre del saco”, dicen unos que es san Pantaleón llevando medicinas; para otros es Noé, y los capiteles representan el Diluvio, que inicia un nuevo ciclo humano. ¿Al otro lado, falta la escultura compañera, la mujer de Noé? Detrás de ella un zig-zag ¿el agua o un rayo? ¿Y esos personajes “prisioneros de la piedra”, en las arquivoltas de la portada y de las ventanas?
Unos capiteles parecen hacer alusión al martirio de San Pantaleón, aunque con sospechoso parecido temático con la caldera del dios Lug. Otros, aluden al milagro del resucitado y la serpiente, un reptil que adopta forma de “ouróboros”, acompañada de misteriosos frutos. Otros, en fin, contienen inquietantes personajes de oscuro simbolismo.
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Capitel de ventana, un monstruo vampírico devora una columna.
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Capitel de ventana, un personaje que muestra sus grandes manos mientras se tapa la boca...
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El simbolismo de este templo, es tan complejo que haría falta todo un libro para desarrollarlo. Sin embargo, nos habla con claridad en sus aspectos básicos. Está sobre una montaña sagrada; continúa el culto de un santuario céltico; el santo elegido para sincretizar el lugar está relacionado con la "sangre sagrada" y la "leche cósmica" -recordemos la Vía Láctea-, ambos líquidos vitales y revitalizadores; se asocia al renacer de la naturaleza, vegetal, pues su sangre hace reverdecer un olivo; su mitología lo relaciona con el ciclo del Grial, y la Orden del Temple no está lejos...
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El Dios de la montaña, vigila el lugar sagrado.
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Al pie del farallón rocoso, por su espalda, una curiosa roca con forma de rostro mira hacia el santuario y nos observa. ¿Formación geológica natural, o resto de un culto primitivo a la divinidad celta del monte? ¿Qué Diosa Madre, o Dios Padre, veneraban aquí los Autrigones?
Descendemos el empinado camino, con una extraña sensación. ¿Hemos realizado un ascenso sagrado-iniciático, para empaparnos de energía telúrica? ¿O un camino penitencial, para purificar nuestros espíritus? Pero, ¿es que acaso no se trata de lo mismo? En cualquier caso, regresamos llenos de vitalidad.
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Salud y fraternidad.

viernes, 13 de junio de 2008

El Espíritu de la Diosa sopla donde quiere... (El agua, II)

Templo de San Miguel Arcángel, hacia 1150, fachada sureste, San Miguel de Cornezuelo (Burgos).
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El lugar Sagrado, en su variante de manantial, fuente o pozo, aparece también en numerosos enclaves, sobre los que se alza el correspondiente templo románico. Suelen ser resurgencias acuáticas, bien en forma de pozo captado dentro o al lado del templo, bien como fuente o manantial que surge en los cimientos del edificio y es canalizada para su distribución a los fieles.
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Ídem, interior hacia el ábside, cuentan algunas tradiciones locales que, antaño, hubo un pozo a los pies de la nave, del que se extraía el agua para los bautismos.
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Estos afloramientos de aguas subterráneas, a veces situados en el interior del santuario, son la adaptación de elementos de culto célticos, e incluso anteriores, cuando la nueva fe sustituyó a la Antigua Religión. Habitualmente se trata de aguas termales, minero-medicinales, o benéficas en alguna forma, que pasaron de ser “mágicas” a ser “milagrosas”, cuando las “fuentes de la Madre Tierra” se convirtieron en “fuentes de la Virgen”.
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Ídem, muro norte, a cuyos pies, en la roca sobre la que se cimenta brota la fuente "mágica".
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Ídem, la Fuente Sagrada, de la que beben tanto personas como bestias, pues la Diosa Madre cuida de todos sus animalitos...
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Las aguas subterráneas, además, contribuyen a crear las corrientes telúricas, wouivres, que se perciben en dichos lugares, aumentadas por el edificio medieval que actúa a modo de amplificador o caja de resonancia. La acción de estas fuerzas telúricas explicaría de una manera natural ciertos “milagros”, en los que dichos santuarios fueron particularmente generosos, al margen del sentido puramente esotérico que pueda tener el simbolismo de muchos relatos maravillosos sobre milagros.
El templo de San Miguel de Cornezuelo, tiene su origen en un Monasterio de San Miguel Arcángel, edificado por patronazgo particular en el descampado de “la Virgen”, hacia 1150, a las afueras del pueblo. Se asienta sobre una roca que, en el lado norte, forma desnivel justo al pie del muro, donde brota un manantial, cuyas aguas se consideran “saludables”.
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Ídem, tímpano de la portada oeste, el iniciado que lucha con la fiera para acceder al Árbol de la Vida y la fuente de la eterna juventud.
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Ídem, el Arbor Vitae, eje y centro del mundo, a cuya sombra brota el río del Edén.
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El tímpano del templo muestra un guerrero, enfrentado a una fiera. Bajo ellos, en otro nivel, hay un árbol, con seis ramas y doce frutos, en el centro de un campo, al borde de un estanque. Es el Árbol de la Vida, existente en el Paraíso, a cuya sombra brota la fuente que da lugar al río Edén, del que surgen luego cuatro brazos, orientados a los puntos cardinales. El guerrero que combate, por conquistar este espacio sagrado, es imagen de quien lucha con su fiera interior para conquistar el reino espiritual, donde está la fuente de vida eterna.
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Ídem, fuente bajo los muros del templo, su agua "mágico-milagrosa" sanaba a los animales de labor y curaba las fiebres.
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El agua subterránea, en cuanto “fuente de vida”, conduce a un simbolismo de la misma como propiciadora de fecundidad y fertilidad, de ahí los numerosos manantiales cuyas aguas, según la tradición, hacen que los seres humanos encuentren pareja, curen su esterilidad, o propicien el embarazo. Y, en casos extremos, estas aguas salvan a los niños de perecer ahogados cuando caen en ellas. Pero el manantial, también, es imagen simbólica del ánima, como origen de la vida interior y de la energía espiritual que fecunda el intelecto. Es la “energía activa”, de la Madre Tierra, que brota y se manifiesta para beneficio de la humanidad.
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Salud y fraternidad.

martes, 10 de junio de 2008

El Espíritu de la Diosa sopla donde quiere... (El agua, I)

Puentedey (Burgos), el pueblo sobre la roca horadada por el río, lado noroeste.
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El lugar Sagrado se manifiesta mediante tres símbolos básicos: el agua, la roca y el árbol. El agua, en sus variantes de río, manantial, fuente o pozo; la roca, en las formas de monte, peñón o caverna; y el árbol, a través de ejemplares arbóreos especiales, generalmente de gran antigüedad. Pueden aparecer todos juntos, aunque no es lo habitual, siendo lo más corriente encontrar uno o dos elementos por enclave. Y esto es así, desde la noche de los tiempos. Las diversas culturas y sus religiones, se han sucedido unas a otras ocupando siempre los mismos lugares. Las sucesivas formas de la divinidad, se han metamorfoseado una y cien veces sobre esos enclaves. Sólo los símbolos básicos, que dieron origen a que el culto se iniciase allí, y no en otro lugar, han permanecido inalterables. Porque reconocen, tácitamente, que en aquel lugar preciso se manifiesta un “poder”, “energía”, “virtud”, o como queramos llamarlo, causante de beneficios físicos y espirituales.
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Ídem, lado sureste del "puente" y río Nela, afluente del Ebro. [Diapositiva 15 agosto 1998].
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Que el culto debía tributarse allí, sólo allí, era manifestado por las divinidades mediante un “milagro”, el cual ha permanecido inalterable, y es válido tanto para la Antigua Religión como para la nueva. Para muestra, sirva este botón. Cuando en Éfeso apareció la imagen de la Diosa Madre, Artemisa, los efesios la llevaron al mejor templo de la ciudad, pero la escultura escapaba del altar cada noche, para aparecer luego dónde había sido hallada. Y no cesó en sus fugas, hasta que levantaron su templo donde ella quería. ¿Nos suena esto? Claro, porque en la mitología cristiana, las historias de Nuestra Señora, repiten al pie de la letra el milagro de la Madre Artemisa...
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Ídem, lado noroeste del "puente", perforado por el río Nela.
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Ídem, la corriente de agua, en conjunción con la roca, crea una corriente telúrica que dota de magia al lugar y lo hace sagrado.
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Iniciaremos nuestro recorrido, por esos “lugares de poder”, en Puentedey (Burgos), donde se dan cita la roca y el agua, de una forma espectacular. El topónimo, parece derivar de “Puente de Dios”. Dicho “puente” es una tremenda mole calcárea, horadada por el río Nela, afluente del Ebro, que ha creado una cavidad de 15 m de alto, por 34 de ancho y 75 de largo. Sobre este puente, se edificó el pueblo amurallado, con el templo en un extremo y la fortaleza en el otro. Del templo románico solo restan una ventanita, parte de los muros, una Virgen del s.XII, y el tímpano de la portada.
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Templo de San Pelayo, mediados s.XII, tímpano portada S, el "héroe" a la conquista de la wouivre, la corriente telúrica, fuente de poder, Puentedey (Burgos).
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Ídem, detalle del tímpano, la cabeza de la "wouivre" con restos de policromía.
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Tímpano con restos de policromía y singular escena, donde un guerrero, espada en mano, se enfrenta a una gigantesca serpiente, enroscada en forma circular, un “Ouróboros”. Al margen de otras consideraciones simbólicas, como un mensaje sobre la lucha de la humanidad, representada por el guerrero, para resurgir regenerada del cataclismo cíclico, figurado por el “Ouróboros”, esta serpiente es imagen de la corriente fluvial en su aspecto de “wouivre”, energía telúrica de la Madre Tierra. Una energía que, en este lugar, emerge poderosa y propicia la manifestación espiritual. Típicos y “tópicos” son los milagros que cuentan de la Virgen románica, como heredera de la “Magna Mater” que antaño hubo de ser adorada aquí. Salvo el tímpano citado, no quedan más señales del simbolismo románico que poseyó el templo, sin embargo, en la caverna-canal hay algunas oquedades que no parecen tan “naturales” como quieren algunos. Aunque en caso de serlo, no quita para que fuesen manipuladas, por los primitivos habitantes celtíberos, a fin de servir al simbolismo de sus divinidades.
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Ídem, pared sur del "puente-caverna", el rostro del genio fluvial del río Nela, Espíritu de la Madre Tierra, ¿nos habla, o nos sopla su energía?
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Ídem, pared sur del "puente-caverna", el útero de la Magna Mater, la Diosa Tierra, propiciadora de toda fertilidad.
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No hay que esforzarse mucho para reconocer, en esos huecos un rostro de ojos rasgados y boca abierta, imagen del genio o ninfa del río Nela. Y en esas grandes aberturas, circulares, superpuestas, el útero de la Madre Tierra, generador de toda abundancia y fertilidad. Elementos que delatan este lugar, como un templo natural de los primitivos habitantes de Puentedey.
La Virgen románica, que heredó este “feudo” sagrado, no hubo de esforzarse demasiado, tenía ya todos los elementos necesarios para continuar irradiando “magia”, en forma de milagros, durante siglos y siglos, manteniendo contentos a sus fieles hijos...
Salud y fraternidad.

lunes, 9 de junio de 2008

¿Dónde están las "claves"...?

Templo de Santiago, mediados s.XII, Agüero (Huesca).
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Templo de San Juan de la Peña, s.XII, (Huesca).
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Entre los numerosos signos lapidarios, estudiados por la glyptografía, sobresale con luz propia el símbolo de la llave. La más famosa es aquella, generosamente repetida sobre los sillares, que aparece en el templo de Santiago, en Agüero (Huesca). Otra llave, que no desmerece de la anterior, sino todo lo contrario a pesar de lo poco que ha dado que hablar, figura en el muro de la iglesia, hacia el claustro, en San Juan de la Peña (Huesca). Aquí se trata de una llave formidable, pues tiene doble paletón. Casi parece una de esas llaves modernas, llamadas “de seguridad”, imposibles de duplicar. Ambos ejemplares son únicos, hasta que alguien demuestre lo contrario, pues las otras llaves que hemos encontrado, como “marcas de cantero”, son figuras muy simples, reconocibles pero poco elaboradas, salvo quizá la de la Catedral de Tui (Pontevedra).
No existe unanimidad, sobre si debe atribuirse al Magíster creador de los edificios, a un compagnon anónimo, o se trata de una marca colectiva, de la logia que obró en estos lugares. Lo que no ofrece duda, es el simbolismo de la llave: objeto de poder, especie de “varita mágica”, que obra la maravilla de abrir y cerrar. Es tanto la obra a realizar, como el medio para su ejecución. Así, quien tiene la llave, la “clave”, tiene el poder de acceder y dar acceso, por lo que ésta es representación de la Iniciación y del Saber... No olvidemos, que la diosa Isis era representada con una llave en la mano.
Salud y fraternidad.

domingo, 8 de junio de 2008

Teorema románico de Pitágoras: 8 + 3 = 11...

Ermita del Santo Cristo de Cataláin, mediados s.XII, Garinoain (Navarra).
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El laberinto románico depara toda clase de sorpresas, no es infrecuente que al volver un recodo te encuentres con que algún elemento, que pensabas único, tenga su réplica en otro templo. Sin embargo, resulta más raro que esa duplicidad ocurra con varios siglos de diferencia y muchos kilómetros de distancia.
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Ermita Nuestra Señora de Oca, hastial oeste, s.IX-XII, Villafranca Montes de Oca (Burgos).
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Hace poco, mostramos una pieza de piedra, con probable origen mozárabe, situada como ventana en la fachada oeste de la reconstruida ermita románica de Nuestra Señora de Oca, en Villafranca Montes de Oca (Burgos). Pues bien, en el hastial oeste de la ermita románica del Santo Cristo de Cataláin, en Garinoain (Navarra), hay otra ventana que parece una copia evolucionada de aquella de Villafranca. La única diferencia, significativa, es que el ejemplar de Villafranca consiste en una sola pieza de piedra, con ocho lóbulos, y la de Garinoain esta formada por sillares, que conforman once lóbulos.
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Ermita del Santo Cristo de Cataláin, hastial oeste, mediados s.XII, Garinoain (Navarra).
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¿Por qué extraños caminos transitó este modelo geométrico, tan particular, para “reencarnarse” al cabo de varios siglos y a tantos kilómetros? El origen de los lóbulos, en edificios medievales, se ha atribuido siempre a la arquitectura árabe peninsular, cuyos arquitectos eran en su mayoría mozárabes. Al emigrar, éstos, a los reinos cristianos, llevaron consigo tradiciones y formas constructivas, muchas de las cuales heredaron los canteros románicos. Tradiciones, formas, y simbolismo. Símbolos de raíz numérica, pitagórica, que en este modelo de ventana evoluciona del 8 al 11. Pura y simple espiritualidad matemática. No añadiremos más.
Salud y fraternidad.

lunes, 2 de junio de 2008

La Cruz de Oc, ¿un símbolo cátaro en el románico asturiano?

Templo de San Pedro, portada oeste, inicios s.XIII, Arrojo (Quirós, Asturias). [Diapositiva 2 agosto 1981].
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La iglesia de San Pedro de Arrojo, en la comarca de Quirós (Asturias), a pesar de añadidos góticos y que, en los años 40, su nave fue completamente rehecha, conserva del origen románico una magnífica portada, de influencia normanda con arquivoltas en dientes de sierra, y el precioso ábside. Aunque éste, por haber cedido el terreno, tiene un acusado desplome y presenta inquietante grieta vertical.
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Ídem, el ábside se ha desplomado al ceder el terreno bajo los cimientos. [Diapositiva 19 agosto 2000].
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Por aquí pasaban peregrinos provenientes de la costa que, desde Oviedo, marchaban a unirse con el principal Camino de Santiago. Esto explicaría las influencias constructivas foráneas, debidas a algún maestro normando, o alguno nacional que hubiese aprendido de aquel sus características. Pero ¿explicaría dicha circunstancia, la existencia en sus muros de una cruz del País de Oc?
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Ídem, ábside con la grieta que bordea el sillar de la misteriosa cruz. [Diapositiva 2 agosto 1981].
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Al exterior del paño central absidal, casi a la altura del alero, esta cruz occitana inscrita en un círculo ocupa toda la altura del sillar. ¿Qué pinta aquí este símbolo nacional del Languedoc? No es el graffiti de un peregrino piadoso, nostálgico de su lejana patria, dejado al azar en un templo del Camino. Es el trabajo fino, obra de un hábil cantero, situado a considerable altura para que no pueda ser maltratado ni borrado por visitantes ocasionales y malintencionados. ¿Se trata del exvoto, de un peregrino rico, que pagó de su bolsa algunos de los sillares del templo, pues cuando pasó por aquí éste se hallaba en construcción? ¿Quizá se trataba de un noble occitano, escapado a la sangrienta destrucción del Languedoc por los cruzados franceses? [Guerras y persecuciones, iniciadas hacia 1200 y prolongadas durante más de cien años]. Tal vez ambas cosas, porque la edificación del templo de Arrojo tuvo lugar durante las guerras que, para apoderarse del país de Oc, realizaron los franceses utilizando el pretexto de la existencia allí de las comunidades de los cátaros.
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Ídem, Cruz de Oc, del Languedoc, del País del idioma de la Oca. [Diapositiva 19 agosto 2000].
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Además, a la incógnita del origen y autor del símbolo, se une el doble significado del mismo. Dicha cruz es única en heráldica, por lo que se denomina “cruz de Toulouse”. Está blasonada como cruz cléchée y pometada, lo primero porque sus brazos semejan el ojo de una llave, lo segundo por estar rodeadas de pomas: manzanas. En lenguaje heráldico, estas manzanas se conocen también como “bordones de peregrino”, es decir que caminan, que viajan, en este caso alrededor de una cruz que parece una estrella. Así pues, el sentido cabalístico de dicha cruz, estaría referido al ciclo cósmico del eterno retorno. La cruz-estrella sería el Sol, “peregrinando” por los doce signos del zodiaco, hasta completar las cuatro eras cósmicas, simbolizadas por las cuatro “manzanas” centrales.
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Catedral de San Juan, Cruz Patte-d'Oie, piedra s.XII en claustro, Perpignan (Francia). [Diapositiva 12 agosto 1996].
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Esta cruz conoció todavía otra variante, más “esclarecedora”, aquella que figura en la Catedral de San Juan de Perpignan (Francia), en un escudo románico del claustro. Sus brazos patados, en lugar de manzanas acaban en forma descarada como pies de ocas, es una cruz “patte-d’oie”, patas de Oca. Y, en sentido figurado, “patte-d’oie” significa: “encrucijada”, encrucijada de patas de oca. Lo que, además del sentido obvio de “Oca”, como símbolo del Languedoc, el “País de Oc”, del “Idioma de la Oca”, tiene el sentido de Oca, como animal sagrado celta, compañero de divinidades de las fuentes, manantiales y ríos. Un antecedente sagrado, propio de la Antigua Religión, que sobrevivió como símbolo nacional de un país que sintonizaba mal con la religión nueva y fue destruido por ella... Aunque, no todo se perdió.