jueves, 16 de abril de 2009

El “Código Turienzo”...

En el viejo Reino de León, la comarca de La Maragatería apenas conserva muestras de su pasado esplendor medieval. Sin embargo, si buscamos un poco, descubriremos restos magníficos, que nos harán soñar con su exquisito patrimonio desaparecido.
Turienzo de los Caballeros, es hoy poco más que una aldea. Sin embargo fue plaza fuerte de los Caballeros Templarios, luego de los Hospitalarios de San Juan y más tarde de los nobles Osorio, de todo lo cual subsiste un torreón de su castillo, felizmente restaurado. También queda su templo de San Juan Bautista, de inicios del s.XII, aunque si nos acercamos a él por el lado norte, seguramente nos entrarán ganas de pasar de largo, las reformas de los siglos XVI a XVIII han convertido el edificio en una amalgama de estética poco atrayente.
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No obstante, si afrontamos el templo por la fachada sur, y obviamos la estruendosa escalera de acceso a la espadaña, veremos que allí destacan todavía los jirones de su perdida gloria. Un par de magníficas ventanas, que si son muestra de lo que hubo, nos autorizan a calificar el perdido edificio de “Catedral románica”.
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Los dos grandes ventanales, “demasiado” ricos para un aislado ejemplar rural, son aspillerados, enmarcados por destacado baquetón con impostas ajedrezadas y tímpanos decorados con gran riqueza, no solo artística sino espiritual.
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La cornisa tiene roleos, rosetas, y tallos vegetales, símbolo de la fuerza vital en el punto donde el edificio, terrestre, se une a su reflejo, celeste: el abrazo de los muros a la bóveda. Todo ello, obra exquisita de un consumado Magíster.
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Uno de los tímpanos se elabora a base de grandes tallos vegetales, entrelazados, que nos hablan de la exuberancia vivificante de la Naturaleza como reflejo de la obra creadora de la divinidad.
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El otro, trabajado con igual pericia, nos muestra un arcángel que, armado de escudo y lanza, ataca a un dragón de reminiscencias célticas, cuya cola forma el típico nudo o entrelazo imagen de la energía cósmica y natural. Estamos por tanto, ante el símbolo del ser que vence su caótica naturaleza humana, mediante las armas de su naturaleza espiritual. La energía celeste dominando la energía terrestre, de la Madre Naturaleza, a la que hace referencia ese nudo reptiliano.
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De los cuatro capiteles, tres muestran estilizados vegetales de los que cuelgan jugosos frutos, propios del Árbol de la Vida.
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Y otro contiene dos leones, acodados por la grupa, que vuelven sus cabezas para unirlas y cerrar así el círculo de la energía cósmica...
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Un último ejemplo de la riqueza que hubo de contener el templo, está en el residuo de su portada. Queda la parte izquierda del tejaroz, con la cornisa cubierta de rosetas y sostenida por tres canes mutilados -el mejor conservado, es una fiera agazapada-. También un resto de arquivolta dovelada, que descansa en la imposta a base de complicado entrelazo céltico, símbolo del tiempo infinito.
¿Qué excelente edificio románico, pleno de pedagogía simbólica, se alzó en este apartado lugar? ¿Por qué fue salvajemente mutilado y por qué se salvaron esos ventanales?
La explicación, quizá esté en sus primeros patronos, los Caballeros Templarios, y en que, a pesar de estar apartado, se encuentra a un tiro de piedra del Camino de Santiago, vía de expansión para el sincrético simbolismo teológico medieval.
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Salud y fraternidad.

5 comentarios:

SYR Malvís dijo...

Creo que has explicado estupendamente el significado simbólico de la obra. Y es cierto que la factura y el mensaje, denota que debió tratarse de un lugar importante o pensado, al menos, para que pudiera serlo.

El capitel del dragón macho, es una bellísima obra de arte.

Baruk dijo...

Es lo que me ha llamado más la atención, no es una imagen habitual ver el arcángel Miguel (si es que lo és) descalzo y a cuerpo gentil, me recuerda mucho las representaciones de los códices miniaturizados, creo haber visto esta misma posición de ataque en alguna ilustración.

El dragón macho es genial, por descontado.

Me alegro que tu "paseo" por tierras de León nos aporte interesantes temas.

Salud y románico

Alkaest dijo...

El "arcangelito", que es de armas tomar, no solo va descalzo -para empaparse de la energía del suelo que pisa-, sino que debe ir así porque ni en el cielo hay calzado para él. ¡Menudos pinreles, los del gachó! ¡Si debe gastar un 65, largo!

Lamento llevaros la contraria, porque sois gente simpática, pero, en mi opinión, se trata de un "dragón hembra" que lleva en la cola el "Sello de la Madre Tierra"...

Claro que, para opiniones se hicieron los dragones.

Salud y fraternidad.

Syr dijo...

El uso y abuso de la serpiente que hizo el paganismo, el escándalo de Glykón, fortalecieron la condena cristiana de la serpiente y el dragón, como viejos símbolos de la fecundidad que transformó en el de la represión de la sexualidad, imagen de la lujuria. Ya que no pudo destruir la serpiente, la admitió para condenarla.

El Cristianismo concibió la existencia como dura y permanente lucha contra el Mal, y nada mejor para expresarla que el combate del guerrero y el dragón. Así surgieron los santos guerreros, como el tan prodigado San Miguel matando al dragón.

Es cierto que los piés, son la parte más impura del cuerpo al estar en contacto directo con el suelo. Los pies desnudos, serían símbolo de libertad de cualquier contingencia temporal. Sin embargo, cuando se representa al Arcángel como caballero solía llevar escudos protectores que en simbología significa protección de Dios. Igualmente debe ir calzado, porque el calzado entre los antiguos es símbolo de libertad y en el cristianismo indicaría la confianza y decisión así como falta de miedo al ataque, mordedura, del maligno. De ahí la peculiaridad que anota Baruk.

Y respecto al sexo del bicho, comprendo la filiación que hace Malvís.¡ No en vano tiene la "colita" hecha un lío¡.

Salud y románico.

Alkaest dijo...

Sin acritud y sin ánimo de polémica.

La nueva religión, basaba su éxito en el desprestigio sistemático de todas las otras formas de espiritualidad, que formaban la Antigua Religión, al margen de escándalos o charlatanes ocasionales.
Su caballo de batalla era el axioma “única y verdadera religión”, por tanto, todas las demás creencias eran definitivamente falsas, y sus elementos religiosos debían ser sistemáticamente ridiculizados, difamados y desprestigiados, sin necesidad de escándalos interpuestos, para triunfar sobre ellos.

Claro que, los argumentos excluyentes, son peligrosos, pueden volverse con facilidad contra el que los emplea. El hecho de que el inteligente charlatán, Alexandros Abonuteykos, surgiera como profeta de la divinidad serpentaria Glykon, en 150 d.C., en Grecia, instaurando su culto y un oráculo que se extendió por oriente y occidente, no invalida y desprestigia el culto antiguo de las divinidades ligadas a la serpiente o los dragones.
Por esa regla de tres, la “Vidente del Escorial”, o la “Monja de las Llagas”, otras charlatanas, inteligentes y sin escrúpulos, invalidan y desprestigian definitivamente el culto de la nueva religión. Lo mismo que los “tele-predicadores”, también timadores inteligentes, invalidan y desprestigian las demás variantes de la nueva religión.

Todos tenemos esqueletos ocultos en el armario, así que no es conveniente utilizar ese arma contra los demás. La historia escrita por los vencedores nunca es de fiar, y la de los vencedores religiosos menos, quienes crearon el término “paganismo”, para definir de forma insultante a los que tenían la valentía intelectual de continuar creyendo algo diferente, deberían haber analizado que su fe, “única y verdadera”, era tan sólo una herejía, surgida de la religión judía... Recordemos lo de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio...
¿Habría sido igual la historia, de haber crecido la nueva religión en igualdad de condiciones con la Antigua Religión? ¿Sin favoritismos imperiales, ni persecuciones, ni expolio a las otras creencias, ni hogueras purificadoras?
Sirva esto, para ejercicio de buenos juicios...

Salud y fraternidad.