Templo de San Bartolomé, s.XII, rosetón brazo norte, Ucero (Soria).
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Catedral de Notre Dame, 1220-1259, rosetón norte, Amiens (Francia). [Diapositiva 22-8-79].
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Hay que desterrar, de una vez por todas, el estúpido significado que, los “ocultistas” del siglo XIX, atribuyeron a la estrella pentalfa “invertida”, con la punta hacia abajo, como símbolo diabólico, brujeril y maléfico, algo que la Edad Media desconoció en absoluto. Pues para esoteristas, filósofos, teólogos y Compañeros Constructores, la estrella de cinco puntas, pentalfa si tenía un pico arriba, o remfam, si lo tenía abajo, fue siempre un símbolo positivo.
Dicen las tradiciones de los Compañeros Constructores, que uno de los significados, simbólicos, de esta estrella, está en que sus cinco puntas son reflejo de las cinco heridas con las que, cinco malos Compañeros, causaron la muerte al Maestro Jacques, arquitecto del Templo de Salomón y fundador de las asociaciones gremiales de la construcción.
Aunque su mayor cualidad, es la de servir como módulo arquitectónico, a partir del cual se desarrolla el esquema constructivo del templo medieval, ordenando y armonizando todos sus elementos, estructurales y simbólicos. No en vano se atribuía su origen, nada menos que al rey Salomón, como señal de su sabiduría, pues en este “nudo sin fin” había encerrado los conocimientos geométrico-matemáticos que le permitieron construir el Templo de Jerusalén. Dicho valor, se trasluce en los dibujos del Magíster Villard de Honnecourt, en el s.XIII, aunque la tradición viene de antiguo.
Los pitagóricos utilizaban esta estrella como señal de reconocimiento, pues representa geométricamente el número de oro, la proporción áurea, la armonía arquitectónica, la belleza de la mónada: el Gran Arquitecto Cósmico. No olvidemos, que Pitágoras era hijo de un cantero. También simboliza el amor y la generación, pues resulta de sumar el 2, número par femenino, con el 3, número impar y masculino. “Número hierogámico” o “nupcial” era llamado por los pitagóricos, por unir los principios celeste, masculino, y terrestre, femenino.
Así, la pentalfa con una punta hacia arriba representa el principio cósmico celeste, masculino, y con esa punta hacia abajo, simboliza la parte femenina, la Madre Tierra. Por ello, se adjudicó a diversas diosas de la Religión Antigua, como Afrodita o Artemisa, y por ello llegó a figurar en el nimbo o en la capa de algunas Vírgenes Negras medievales.
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Hay que desterrar, de una vez por todas, el estúpido significado que, los “ocultistas” del siglo XIX, atribuyeron a la estrella pentalfa “invertida”, con la punta hacia abajo, como símbolo diabólico, brujeril y maléfico, algo que la Edad Media desconoció en absoluto. Pues para esoteristas, filósofos, teólogos y Compañeros Constructores, la estrella de cinco puntas, pentalfa si tenía un pico arriba, o remfam, si lo tenía abajo, fue siempre un símbolo positivo.
Dicen las tradiciones de los Compañeros Constructores, que uno de los significados, simbólicos, de esta estrella, está en que sus cinco puntas son reflejo de las cinco heridas con las que, cinco malos Compañeros, causaron la muerte al Maestro Jacques, arquitecto del Templo de Salomón y fundador de las asociaciones gremiales de la construcción.
Aunque su mayor cualidad, es la de servir como módulo arquitectónico, a partir del cual se desarrolla el esquema constructivo del templo medieval, ordenando y armonizando todos sus elementos, estructurales y simbólicos. No en vano se atribuía su origen, nada menos que al rey Salomón, como señal de su sabiduría, pues en este “nudo sin fin” había encerrado los conocimientos geométrico-matemáticos que le permitieron construir el Templo de Jerusalén. Dicho valor, se trasluce en los dibujos del Magíster Villard de Honnecourt, en el s.XIII, aunque la tradición viene de antiguo.
Los pitagóricos utilizaban esta estrella como señal de reconocimiento, pues representa geométricamente el número de oro, la proporción áurea, la armonía arquitectónica, la belleza de la mónada: el Gran Arquitecto Cósmico. No olvidemos, que Pitágoras era hijo de un cantero. También simboliza el amor y la generación, pues resulta de sumar el 2, número par femenino, con el 3, número impar y masculino. “Número hierogámico” o “nupcial” era llamado por los pitagóricos, por unir los principios celeste, masculino, y terrestre, femenino.
Así, la pentalfa con una punta hacia arriba representa el principio cósmico celeste, masculino, y con esa punta hacia abajo, simboliza la parte femenina, la Madre Tierra. Por ello, se adjudicó a diversas diosas de la Religión Antigua, como Afrodita o Artemisa, y por ello llegó a figurar en el nimbo o en la capa de algunas Vírgenes Negras medievales.
1 comentario:
Un "nudo sin fin" que bella metafora para un simbolo que siempre me ha llamado la atencion...precisamente por no tener fin ni comienzo podria ser tambien un simbolo supremo de lo eterno, lo que nunca nace ni muere solo se transforma como decian los Griegos acerca de la energia.
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