viernes, 29 de febrero de 2008

La altura no importa, la luz sí

La grandeza del templo románico, es de un orden diferente al de las catedrales góticas.
.
La Sierra de San Juan de la Peña, desde el interior de la torre. Naturaleza interiorizada.
.
Templo monástico de Santa María, ss.XI-XII, Santa Cruz de la Serós (Huesca).
.
La grandiosidad de numerosos templos románicos, deja en entredicho el tópico que afirma la pequeñez de éstos edificios. Por desgracia, el transcurrir histórico les ha deparado un destino muchas veces efímero. Han sobrevivido más templos góticos que románicos, y aquellos son más grandes que éstos. Aunque no siempre. En la mentalidad de quienes se quedan con la cáscara, sin llegar al fruto, la enorme altura y luminosidad de las catedrales góticas, ha eclipsado la comedida proporción y tenue penumbra de las catedrales románicas.
Porque la realidad es, que ambos tipos de edificio religioso responden a conceptos simbólicos bien diferentes. El gótico es ascendente, luminoso, etéreo, grácil, un espíritu que vuela a los círculos celestes, porque ha evolucionado del románico, que estaba recogido sobre sí, interiorizado, como en la caverna primigenia a imagen del útero de la Madre Tierra. En el espacio románico, bañado por la luz filtrada a través del alabastro de sus vanos, se gestó la evolución filosófico-espiritual del gótico.
La humanidad románica, dentro del templo, se repliega hacia su yo profundo, se empapa de energías primigenias, al tiempo que comulga con una Naturaleza de la que aún no se ha divorciado. Allí, la Madre Tierra y la Virgen Madre, a veces una Virgen Negra, son todavía una sola realidad. La gente románica no entra al templo para aislarse del mundo natural, o escapar del cosmos, sino para hacerse uno con ellos mediante la interiorización.

miércoles, 27 de febrero de 2008

¡El séptimo sello!

Templo de San Esteban, tímpano portada sur, 1188, Moradillo de Sedano (Burgos).
.
Templo de San Juan y San Pedro, friso fachada sur, hacia 1185, Moarves de Ojeda (Palencia).
.
Las imágenes románicas más “ortodoxas” son también las de simbolismo más complejo. El Cristo Pantocrátor, no es “el buen Jesús” del evangelio, es el “Juez del dies irae” apocalíptico. Este Dios del “Día de la Ira”, tiene en su mano el libro sellado, con siete sellos, cuya apertura convoca a los cuatro jinetes y los siete ángeles del Apocalipsis, para las terribles pruebas que purgarán la humanidad y darán lugar a un nuevo ciclo cósmico.
El Dios-Juez aparece sobre un trono, a veces soportado por leones, o por un arco iris y rodeado de dos semicírculos que, dispuestos verticalmente, conforman la “mandorla” o “almendra mística”. Es el símbolo del mundo superior, el cielo (lado derecho), y el inferior, la tierra (lado izquierdo). Entre estos dos, equilibrándolos, se manifiesta el Juez Justo, el Dios “de la cólera, la ira y la venganza” –no entraremos en semánticas teológicas, ni en lo afortunado o desafortunado de tales expresiones, para una divinidad que se presupone todo amor y bondad-.
La mandorla, es la conjunción de los opuestos: cielo-tierra, yin-yang, donde se equilibran las fuerzas cósmicas y del espíritu, para renovar la fuerza creadora, vida-muerte, involución-evolución. Por ello, la Suprema Divinidad es presentada dentro de la almendra, justo en el acto de juzgar la vieja humanidad y dar paso a una nueva. Así, su mensaje es también doble: de advertencia a los transgresores, de esperanza a los justos.
Aunque esta Divinidad se manifieste en forma masculina, la Divinidad femenina no está lejos. Esa almendra adopta la forma del símbolo sexual femenino, al colocar el Creador-Recreador en el centro se quiere subrayar la idea de “Nacimiento-Renacimiento” de la humanidad, propio de la Diosa Madre. Simbolismo reforzado porque, dicha figura almendrada, adopta una morfología asimilada al huso de hilar consustancial a la Magna Mater y a las hilanderas de la Religión Antigua, como las Moiras, Parcas, Nornas o hadas. Huso con el que hilaban, para tejer la vida de los seres humanos.

martes, 26 de febrero de 2008

Espíritu Verde de la Madre Tierra

Templo de San Pedro, fin s.XII, Perorrubio (Segovia).
.
Templo de los Santos Julián y Basilisa, 1186, Rebolledo de la Torre (Burgos).
.
Templo de San Andrés, fin s.XII, Valdelomar (Cantabria).
.
Templo de San Pedro, principio s.XII, Tejada (Burgos).
.
La imagen del “Hombre Verde” se encuentra entre las de aquellas más antiguas divinidades, como el sumerio Tammuz, el babilónico Dumuzi, o el egipcio Osiris, símbolos del ciclo natural de muerte y resurrección. Y más próxima a nosotros, aparece personificada en el Dionisos griego, el Silvano romano, o el Cernunnos celta. Aunque más que divinidades, estos hombres verdes, son figuraciones del espíritu que anima los seres vegetales. Todas sus representaciones, figuradas como “Hombre Verde”, aparecen con el cabello cubierto de vegetación. A partir del periodo románico, el símbolo se unificó y pasó a representarse como una cabeza de anciano, o mezcla de humano y animal, que vomita vegetación en largos tallos, los cuales se enroscan en espiral o se anudan en forma de entrelazos.
Entre los celtas, el Hombre Verde moría durante el festival de Samhain (31 octubre - 1 noviembre), y renacía en el de Beltaine (30 abril - 1 mayo). Conocido en Britania como Green Man, en la Galia como Le Feuillou, y en Germania como Blattqesicht, las celebraciones que la Religión Antigua realizaba, alrededor de este personaje, no desaparecieron con la llegada de la nueva religión, simplemente se transformaron por sincretismo, en Britania, por ejemplo, pasó a festejarse como "Jack in the Green", y en Iberia, se convirtió, entre otras, en "Santiago el Verde" o en los "Hombres de Musgo". En todas estas festividades, alrededor de abril-mayo, aparecen personajes cubiertos de flores y vegetación, como imagen de la energía fecundante, masculina, de que se vale la Madre Naturaleza.
Aunque también aquí, como en el caso de la espiral, el simbolismo románico estableció un paralelismo entre el renacer físico, material, y el renacer espiritual. El "Hombre Verde", de los templos románicos, nos está hablando del renacer, la completa renovación, que puede experimentar la tierra, la humanidad, si se regenera en espíritu.

Los remolinos del espíritu

Templo parroquial, s.XII, portada norte, Olcoz (Navarra).
.
Templo de San Lorenzo, s.XII, Vallejo de Mena (Burgos).
.
La espiral es un elemento geométrico natural, desde las galaxias a las flores, pasando por las conchas de los caracoles y los cabellos de nuestras cabezas, es la trayectoria por la que se desenvuelven numerosos elementos de la naturaleza. De ahí, que simbolice el camino del desarrollo, de la evolución cíclica, tanto del espíritu, inmaterial, como de la vida, material. Por ello, este símbolo, está relacionado muy estrechamente con el laberinto, la concha, la luna, o el cuerno, todos ellos referentes a la fertilidad, en sentido amplio. Pues si, por un lado, aluden a la fertilidad femenina –en figurillas neolíticas el sexo femenino aparece figurado mediante una espiral-, y de la Madre Naturaleza en general, por otro, señalan la fertilidad de la mente y el espíritu, en evolución. No en vano, el camino del Juego de la Oca es una espiral, por la que, a semejanza de la vida, el jugador intenta evolucionar hacia un estado superior.
En el románico, este símbolo se presenta en numerosas formas, algunas de ellas bien curiosas, como esas barbas del personaje de Olcoz, o los cuernos del carnero de Vallejo, o ciertas espirales vegetales de otros templos. Aunque conserva siempre su doble sentido, como imagen de la evolución material y espiritual. E incluso un sentido más práctico, derivado de tradiciones célticas, como talismán protector, pues representa las energías positivas del cosmos.

viernes, 22 de febrero de 2008

El Juego de la Oca, a la pata coja...

Cementerio de Santa María de Adina, Iria Flavia (Padrón, A Coruña). Tapa de sarcógago, con símbolo "pata de oca". [Diapositiva 8 agosto 1981].
.
Cementerio de Santa María de Adina, Iria Flavia (Padrón, A Coruña). Tapa de sarcófago con símbolo doble de la "pata de oca". [Diapositiva 13 julio 1986].
.
Templo del Crucifijo, Puente la Reina (Navarra). Cristo sobre "pata de oca", s.XIII-XIV (atribuido a los Caballeros Templarios).
.
Templo parroquial, s.XII, Revilla de Santullán (Palencia). Graffiti de peregrino medieval, Cruz de Oc con brazos en "pata de oca".
.
Dicen que en Iria Flavia nació Prisciliano, aquel sacerdote que pretendía armonizar las viejas creencias célticas con el naciente cristianismo, por lo cual fue declarado hereje y “santamente” ajusticiado. Iria fue también el lugar donde, según la tradición, arribó el navío que transportaba el cadáver del apóstol Santiago. En su iglesia de Nuestra Señora de Adina estuvo la sede episcopal, antes de trasladarse a Compostela. Y en su cementerio aparecieron numerosos sarcófagos, suevos y visigodos, ss.V-VIII, en cuyas tapas figuran relieves, en “Y”, que los arqueólogos definen como “de estola” y “doble estola”.
Aunque, entre ellos, hay otros con un relieve más enigmático. Son los que muestran una “Pata de Oca”, sencilla o doble. Es decir, hablando con exactitud, la “runa de la vida”. Un signo de los pueblos germánicos y nórdicos, incorporado a la escritura gótica creada por el obispo Wulfila, s.IV, para difundir las Escrituras en la lengua de los godos.
Signo muy apropiado, para los sarcófagos de fieles que esperan renacer. Pero símbolo, también muy adecuado, para los Compañeros Constructores, peregrinos siempre en pos del conocimiento, marcados con este sello como hijos de la Madre Oca.
Entre éstos sarcófagos gallegos, suevo-visigóticos, y el crucifijo gótico de Puente la Reina (Navarra), se extiende un largo camino, el “Camino”. Que, muchos, anduvieron simplemente con sus pies y, otros, con su Pata de Oca... Algunos, incluso, dejaron constancia de ello sobre los sillares de los templos, grabando cruces de Oc, del país de Oc, con los cuatro brazos en forma de “pata de oca”.

Sagrado talismán de la Diosa Madre

Templo de San Lorenzo, Uncastillo (Zaragoza). Portada sur, arquivoltas, s.XII.
.
Templo parroquial, Villamorón (Burgos). Portada sur, arquivoltas, s.XII-XIII.
.
Templo parroquial, Ventosa (Pontevedra). Portada oeste, s.XII.
.
Es frecuente, por toda la geografía ibérica, encontrar templos románicos entre cuyos sillares aparecen incrustadas herraduras. Y si bien esos elementos no fueron colocados en origen, por sus constructores, hoy son una pieza más del edificio. Una pieza que nos dice algo sobre como las gentes, que vivieron el románico, hicieron suyas las construcciones sagradas y dejaron su impronta en ellas.
La herradura, como símbolo, une en sí dos elementos “de poder”, la materia de que está hecha, el hierro, y la forma que adopta, el creciente lunar. El hierro, por su origen meteórico, cósmico, es la “piedra venida del Cielo”, de ahí que se considere un elemento protector contra espíritus inferiores. Una herradura colgada en la puerta, preferentemente con las puntas hacia arriba, protege la casa y todo lo que contiene contra los hechizos y la entrada de brujas. En esta posición asemeja un creciente lunar, el símbolo de Isis, Venus, Hécate y Nuestra Señora. Porque el símbolo de la Gran Madre, la Diosa, es un triple nudo formado por tres crecientes.
Por eso, es frecuente ver herraduras incrustadas en los muros de los templos, preferentemente en las portadas. Las sencillas gentes del medievo, querían así proteger el edificio del ataque de los malos espíritus, de los rayos, de las brujas. En su afán por librar al templo de cuantas energías nefastas anduviesen sueltas, los fieles medievales estaban realizando un acto sincrético inconsciente. Pues pretendían proteger un templo, de la nueva religión, con métodos rituales de la Antigua Religión.

viernes, 15 de febrero de 2008

"Estaba el señor don gato... de Cheshire"

Las arquivoltas de la portada son los círculos celestes, aquí protegidos por simbólicos felinos. ¿Egipcios o celtas? ¿O ambas cosas, a un tiempo?
.
De aspecto feroz o manso, sabemos que estos gatos guardianes son herederos de los que, en Egipto, recibían popular veneración, y en el mundo celta protagonizaban mágicas aventuras.
.
Templo Parroquial, s.XII, Colina de Losa (Burgos).
.
En Egipto, la diosa Bastet es hija del sol, Ra, y se la conoce como “Ojo de la luna”, o “Gata de Ra”. Ella es quien destruye a Apofis, la serpiente enemiga del dios sol. Su figura tiene un carácter dual, pues por una parte protege la maternidad durante el embarazo, y por otro, protege el alma de los difuntos en su tránsito por el mundo subterráneo. Aunque si lo analizamos bien, vemos que es lo mismo: el feto transita por un espacio oscuro, antes de salir a la luz de la vida, y el alma difunta camina por el sombrío más allá antes de renacer a la luz de una nueva existencia.
Sin olvidar que, también en el mundo celta, los gatos tienen un papel mágico-protector. La diosa del amor y la fertilidad, Freya, viaja en un carro celeste tirado por gatos. Ahí está su heredero, el cínico "Gato de Cheshire", de Alicia.
Este carácter protector y cíclico, gatuno, lo heredaron los felinos medievales: libraban de los roedores y tenían “siete vidas”. Por eso, no debemos extrañarnos de verlos sobre las portadas románicas, como guardianes protectores. Vigilan la entrada al lugar sagrado, pacíficos y amables, pero siempre dispuestos a lanzarse sobre cualquier “rata”, espiritual o física, que intente colarse donde no debe...

miércoles, 13 de febrero de 2008

Nudo de serpientes, Nudo de la Diosa

"Nudo de serpiente", entrelazo de energías telúricas. Monasterio de San Salvador, portada oeste s.XII, Leyre (Navarra).


Entrelazo céltico, talismán protector. Templo de Santa María la Real, portada sur s.XII, Sangüesa (Navarra).
.
El románico toma del mundo céltico rosetas, poliskeles, entrelazos y nudos, como símbolos que manifiestan la energía cósmica, renovadora del universo. Los entrelazos, son "huevos del mundo" esquemáticos: nudos de serpientes, símbolo del renacer cíclico de la Naturaleza y protectores contra el mal. Igualmente, lo son del espíritu humano evolucionado que, al desatarlos, han desatado aquello que los anclaba a la materia -de ahí su similitud con la espiral y el laberinto-. Creencia antigua, compartida por druidas y pitagóricos, que asume la nueva fe, porque la Tierra tenía esta cualidad suprema en el Paraíso y la retomará tras el Apocalipsis: renacer, crecer y germinar con nuevas energías. Y a imagen suya, la humanidad purificada también renacerá, tanto espiritual como materialmente.
No olvidemos que la raíz griega de la palabra "nudo" es "gna", saber, de la que deriva "gnosis", o sabiduría oculta. Luego donde hay un nudo hay "sabiduría oculta".

domingo, 10 de febrero de 2008

Leyre, los pilares de la Tierra...

Los gruesos pilares y sus descomunares capiteles, gravitan sobre pequeñas columnas que parecen hundirse en el pavimento, bajo el peso del templo.
.
En realidad, estos pilares ¿Se hunden en la tierra o brotan de ella?

Los esquemáticos relieves de los capiteles, sugieren elementos vegetales. El templo, como ellos ¿Surgirá a la luz, creciendo alimentado por éstas raíces de piedra?
.
Monasterio de San Salvador, cripta 1057, Leyre (Navarra).
.
Toda la magia del románico está aquí, en estas piedras desnudas, brutales, saturadas de energía telúrica. La cripta, caverna primigenia, seno maternal de la Tierra y catalizador de sus energías, es el "lugar terrible" donde el espíritu presiente dimensiones que es incapaz de imaginar.
Sobre estas piedras elementales se elevó el mágico templo, precursor, generador de otros muchos edificios románicos. Y el adjetivo "mágico" no es simple licencia poética. Edificado por hombres mitad monjes mitad constructores, de tradición céltica, cuyo Magister era el abad Virila. Un personaje de druídicas costumbres, amigo de los árboles y las fuentes, que recorrió el Camino de Santiago con su taller de canteros perfeccionando el oficio de constructor, para acabar como viajero en el tiempo, al que avalaba un misterioso pajarillo. La portada oeste del templo, plena de símbolos que son moneda corriente en el románico, nos insinúa algo de todo ello. Pero esa, es otra historia.

jueves, 7 de febrero de 2008

Galerías porticadas, "claustros populares".

Templo de San Miguel, algunos consideran que es la primera galería porticada del medievo ibérico, s.XI, San Esteban de Gormaz (Soria).
.
Templo de San Cristóbal, solo conserva su mitad derecha, del románico pleno, s.XII, Canales de la Sierra (La Rioja).
  Templo de San Julián y Santa Basilisa, su figura estilizada anuncia ya el gótico, s.XII, Rebolledo de la Torre (Burgos).
.
Las galerías porticadas, tan características del románico ibérico, en el medievo constituyen un espacio social ideal. Allí se reune el Concejo de la villa, para tratar asuntos de interés común. Pero también, según los días y las horas, se reunen labradores y artesanos, a conversar de sus pequeñas experiencias cotidianas. Damas nobles, con sus dueñas, que cuchichean de ésto y aquello. Mujeres corrientes, que cotorrean con las vecinas, sin dejar de vigilar a la montaraz chiquillería. También rapaces ociosos, que en los poyos entre arcos juegan alquerque con el tablero que alguien grabó sobre la piedra. O chiquitas bravías, que con yeso han dibujado un camino espiral en las baldosas, para recorrerlo a la pata coja. Y mozos, con mozas, que juegan a darse achares de amor, más o menos disimuladamente, antes que el padre cura los llame al orden. Y allí los viejos, en días de lluvia, encuentran refugio del agua, en días de sol, protección del calor, mientras ven pasar sus días. Hasta que llegue el postrero, cuando descansen bajo esas mísmas baldosas sobre las que juegan niñas y niños, ajenos al cíclico devenir de los tiempos.

Salud y fraternidad.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Ojos románicos. Ojos claros, serenos...

Catedral de San Salvador, Torre Vieja, fin s.XI, Oviedo (Asturias).
.
Esta superviviente, del primer románico ovetense, alza su graciosa figura acomodada entre la monumentalidad de la gran catedral gótica. Los ojos de “la joven” Torre Vieja, asoman sus arcos sobre los tejados de Vetusta para codearse, de tú a tú, sin complejos, con su gótica hermana mayor, mientras nos hacen un guiño cómplice. Y su voz muda nos susurra: "Cayó el edificio románico bajo la piqueta, sólo restos dispersos de capiteles, ménsulas y relieves esculturados del claustro han llegado hasta vosotros. Únicamente la capilla de San Miguel, en la Cámara Santa, y la Torre Vieja, damos hoy testimonio de lo que pudo ser y no fue la catedral románica de Oviedo. Sin embargo, alegraos, en lo que sobrevive hay energía suficiente para dejar volar el espíritu hacia las serenas esferas celestes".

lunes, 4 de febrero de 2008

La canción de Madre Tierra

Monasterio de San Pedro, s.XII, Villanueva (Cangas de Onís, Asturias).
.
Claridad de estilo y pureza de líneas, dan como resultado serenidad. Es lo que nos transmite el triple ábside de este templo, la única parte románica –junto con la portada- que ha sobrevivido del conjunto monástico medieval. El mensaje es llano y directo, no hay elementos que nos distraigan: una sobria ventana central, dos simples aspilleras laterales, un par de columnas adosadas y el juego de canes con metopas, todos de una ruda y brutal sinceridad. No hay filigranas, ni conjunciones de estructuras complejas. Y, sin embargo, cuanta belleza calmada. El espíritu se deja mecer por la energía que, mansamente, fluye de estas piedras. Unas piedras, tan sabiamente trabajadas por el Magíster y sus canteros, que nos susurran el cántico intemporal de la Madre Tierra.

Una luz en las tinieblas

Colegiata de San Salvador, 1185, San Salvador de Cantamuda (Palencia).
.
La humanidad medieval contemplaba, cerca de las catedrales e iglesias, las ruinas de los templos antiguos y todos sabían que los dioses habían vivido en aquellos lugares desde siempre. La antigua alma céltica vibraba bajo el espíritu cristiano y no había ruptura entre el culto druida, rendido a una oscura Madre Tierra, y el de los sacerdotes, a una Virgen Negra. Porque, lo importante, no era quien detentase la "propiedad" del templo, o en nombre de que "autoridad divina" lo administrara, sino que la entidad alli manifestada servía para atraer hacia ese preciso enclave, lugar sagrado, lugar mágico, en definitiva lugar de poder, a las gentes que buscaban la sombra protectora de una emanación espiritual.
El sincretismo entre la Antigua Religión y la nueva, a veces tan cargado de poesía como las epopeyas trovadorescas, hizo surgir templos, los pobló de obras de arte, puso en movimiento a millones de peregrinos, y fue, para multitud de almas, consuelo y esperanza. En tiempos convulsos, a merced de crisis originadas por la naturaleza o los humanos, aquellos templos románicos actuaron como una luz en las tinieblas, dando algo de seguridad y abrigo, en la vida cotidiana, a gentes que en el fondo no eran tan diferentes de nosotros.

domingo, 3 de febrero de 2008

Nuestro "yo" Basilisco

Templo de Santa Juliana, capitel del claustro, s.XII, Santillana del Mar (Cantabria).
.
El centauro, símbolo de la doble condición humana, espiritual y material, adquirida tras la expulsión del Paraíso, lucha contra el basilisco, la oscuridad interior.

Templo de Santa María la Real, basilisco en portada sur, s.XII, Sangüesa (Navarra).
.
"El Fisiologus nos dice, a propósito del basilisco, que, cuando un gallo cumple siete años, nota que le nace un huevo en el vientre. Entonces, busca un lugar cálido, como un estercolero, cava un hoyo y allí pone el huevo. Atraído por su olor, llega un sapo que será quien lo incube. Nada más nacer, el basilisco mata a su padre, el gallo, con la mirada. Pues su naturaleza, mitad gallo, mitad serpiente, es tal que arroja sus efluvios venenosos por los ojos y mata con la mirada. Quien desee destruir a este animal, deberá tener un claro recipiente de vidrio a través del cual pueda ver a la bestia, protegido de sus efluvios y del poder de su mirada. Luego, debe poner ante él un espejo, pues cuando el basilisco arroja su veneno por los ojos, es de tal naturaleza que, si choca contra un objeto, rebota hacia él y lo mata. También hay otro medio de vencerlo. Si el hombre puede mirarlo antes de que él vea al hombre, muere; y si él ve al hombre antes, es el hombre quien morirá". Pierre de Beauvais (Bestiario, 1206).
Curiosamente, además de todo ésto, en el medievo era símbolo de la Dialéctica. Un símbolo dual, pues si por una parte la palabra tiene un aspecto positivo, sirve para expresar la realidad, la verdad, tiene también una parte negativa, pues mediante el engaño extravía a la humanidad. Cuando se vence al basilisco, en realidad se ha vencido la parte oscura que llevamos dentro, aquella que guía nuestras palabras por caminos torcidos para extraviarnos. El triunfo sobre el basilisco es, pues, un triunfo sobre nosotros mismos.

viernes, 1 de febrero de 2008

Por San Blas, la cigüeña verás...

Templo de San Martín, 1066, Frómista (Palencia).
Templo de San Martín, "románico ecológico", Frómista (Palencia).
.
Árboles de piedra, los templos románicos acogen, siglo tras siglo, el peso de las inefables cigüeñas y sus nidos. Estas aves, llevan tanto tiempo sobre los medievales tejados que ya forman parte de la fauna románica, junto con lobos, dragones, asnos, basiliscos, leones, grifos, perros, unicornios, cabras y demás criaturas, reales o simbólicas. Ellas mismas son un símbolo viviente, del retorno cíclico de las estaciones, y un indicador climático, según anuncia la segunda parte del refrán: "Por San Blas, la cigüeña verás. Y, si no la vieres, año de nieves". Pero también, por la fidelidad hacia su pareja y el amoroso cuidado que tienen con las crías, son el animal simbólico de la diosa Hera, reina del cielo, protectora del matrimonio y la maternidad. De ahí, que se les atribuyera el laborioso trabajo de acarrear recién nacidos a los hogares.

Por todo ello: ¡Bienvenidas seáis un año más!