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Templo de Santa María la Real, ss.XII-XIII, Sangüesa (Navarra).
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En 1892, el pintor impresionista Claude Monet experimentó con la "instantaneidad" de la luz, en un intento por atrapar lo inasequible, para lo cual realizó cuadros de la catedral de Rouen, gótica, en diversas momentos del día. El resultado es una magnífica colección de lienzos, con la ámplia paleta cromática, casi camaleónica, que brinda el juego de la luz y la piedra según pasan las horas.
Lo que Monet comprobó en la gran catedral gótica, nosotros podemos constatarlo igualmente en los templos románicos, como éste de Nuestra Señora en Sangüesa. Ese colorido, cambiante pero siempre repetido, siempre distinto y siempre igual, según sea la hora, la estación y la climatología, tiene también simbolismo propio. Un simbolismo que responde al devenir cíclico del universo, a las grandes edades por las que pasa el mundo de lo material. Responde, a la fe en el Eterno Retorno.
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