Rioseco de Soria (Soria), es un pequeño pueblo de gran antigüedad. Su origen estaría en un establecimiento romano, como delatan las ruinas de la villa tardo-imperial de Los Quintanares, con sus treinta y dos cuidados mosaicos, su estatua de Saturno, su broncíneo señor, y demás elementos “menores”, como las tres columnas marmóreas reutilizadas para levantar la picota local.
.
.
El templo de San Juan Bautista, s.XII, situado en las afueras del pueblo, entre los campos de labor, es de un románico muy peculiar en esta zona. Al menos su ábside y presbiterio, pues el resto fue reconstruido tardíamente. Un románico digno de cualquier circuito turístico-cultural, si pusieran empeño en restaurar los desperfectos, no muy numerosos ni muy difíciles de subsanar.
.
.
Tan sólo habría que completar los arcos ciegos, de medio punto, de sus paños absidales, partiendo de los restos existentes, y eliminar el contrafuerte que afea el ábside cegando su ventana central. En caso de necesidad, dicho soporte podría ser sustituido por dos, más pequeños, a ambos lados del vano rescatado. De igual modo, se podrían rebajar levemente los contrafuertes laterales, para descubrir el remate de los arcos en su unión con el presbiterio.
.
.
Es lamentable que se perdiera la portada principal, sita en su fachada oeste, puesto que la del sur, muy sencilla, hubo de ser secundaria. A tenor de lo conservado, no cabe duda que debiera contener un buen grupo de figuras simbólicas.
Originariamente contaba con dos columnas absidales, que dividían la cabecera en tres paños rematados con arquería de nueve arcos, sustentados por ménsulas y por las propias columnas, proporcionando una elegancia y originalidad de líneas que sugiere inspiración en aquella estética del “románico lombardo”.
.
Originariamente contaba con dos columnas absidales, que dividían la cabecera en tres paños rematados con arquería de nueve arcos, sustentados por ménsulas y por las propias columnas, proporcionando una elegancia y originalidad de líneas que sugiere inspiración en aquella estética del “románico lombardo”.
.
Como ya dijimos, parte de las nueve arquerías han desaparecido y de los tres ventanales, que tuvo en origen, el central permanece oculto por un gran contrafuerte. Sabemos que permanece ahí, porque los extremos de su chambrana asoman a cada lado. Una hermosa corona de canes soporta el alero, para completar la belleza y simbolismo del conjunto.
.
.
Los capiteles, de las dos ventanas visibles, poseen temática vegetal: hojas y frutos trabajados con mano exquisita, diferentes en cada vano. Dos impostas recorren el ábside, señalando el arranque de las ventanas y sirviéndoles de cimacios. Al interior, reina igual elegancia de volúmenes, la cabecera se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con cañón apuntado. El arco triunfal es también apuntado y descansa en dos columnas provistas de capiteles vegetales. Sin olvidar la pila bautismal, que algunos afirman ser visigoda o mozárabe.
.
.
.
.
Estamos en presencia de un magnífico ejemplar románico, olvidado en mitad de los campos, en las afueras de un pueblo que, en la Edad Media, debió haber sido de cierta importancia, como refleja este edificio, en su serena, somnolienta, decadencia.
No obstante, es un lugar y un templo que, por muchos y buenos motivos, merecen ser visitados.
.
Salud y fraternidad.
No obstante, es un lugar y un templo que, por muchos y buenos motivos, merecen ser visitados.
.
Salud y fraternidad.