martes, 1 de septiembre de 2009

“Quince israelitas se fueron a cenar…”

“Diez negritos se fueron a cenar.
Uno de ellos se atragantó, y quedaron
Nueve…”
(Antigua canción de cuna, británica).
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El templo románico de San Pedro de Tejada (mediados s.XII), en un prado cerca de Puente Arenas (Burgos), contiene numerosos interrogantes y un simbolismo de dudosa ortodoxia.
Su portada oeste se estructura, escultóricamente hablando, de forma poco usual. Los canes del alero, ocho, muestran los cuatro símbolos de tetramorfos, mas tres ángeles con libros y un cuarto con escudo y espada. En la metopa central, entre los canes, el Cristo Pantocrátor está dentro de una asimétrica “almendra mística”, que parece proceder de otro lugar (la desigual distancia entre canes indica, al menos, una remodelación o reparación del conjunto).
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. En las enjutas, a cada lado de las arquivoltas, podemos apreciar un friso con el mítico Collegium apostolorum, los doce discípulos en dos grupos de seis. Bajo éstos, en otra placa a la izquierda, aparece el Cristo en la última cena, con Judas a su diestra y Juan a su siniestra, y en la enjuta derecha, está el típico león que cobija bajo sus patas un personaje tendido.
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Esto es otra rareza, pues lo común es que aparezcan dos leones con personaje, uno a cada lado de la portada. Aquí solo hay uno y esa peculiar “Santa Cena para tres”, la cual merecería, por si sola, todo un tratado de simbología. Con ese Judas que, al tiempo de ser “alimentado” por el Cristo, no pierde la ocasión y atrapa un pescado de la fuente, mientras Juan duerme plácidamente confiado sobre el pecho del Maestro. Y el tema de los "peces" es, en este templo, algo digno de estudio sobre lo que deberemos volver...
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Aquella cena mística es lo más extraño, puesto que la lógica interna exigiría, como mínimo, que el particular banquete estuviese, al menos, en el centro del grupo apostólico. Lo cual habría creado un problema mayor, ya que nos encontraríamos –y aún separados nos los encontramos- con “catorce apóstoles”. Los doce del friso, mas los dos de la mesa, que junto al Cristo, hacen un total de quince personajes.
¿Cuál era la importancia del mensaje simbólico, para presentarnos tan solo tres comensales de la crucial cena, y al margen los doce apóstoles, hasta hacer un absurdo total de quince personajes? ¿Se trata de resabios gnósticos? ¿Estamos ante una simbología de tradición céltica? ¿O es románica casualidad…?

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Salud y fraternidad.

7 comentarios:

juancar347 dijo...

Particularmente, no creo en las casualidades, y en el románico, mucho menos. He tenido ocasión de revisar, en la serie Las claves del románico, presentada por Peridis, el capítulo dedicado a las Merindades, y aunque se presenta esta iglesia de San Pedro de Tejada como un templo de especiales y singulares características, en curioso que el tema de la cena a tres, se comente tan sólo de pasada, sin intentar llegar un poco más allá, teniendo en cuenta que se trata de un elemento muy atípico. Espero que nos desveles pronto las claves. Un abrazo

Minerva dijo...

Tenía un rato largo sin darme la vuelta por aqui, la vida me distrae...Me alegra leerte de nuevo y aprender un poco mas. Feliz Luna!

Minerva

Baruk dijo...

Quién me decía aquello de que las casualidades no existen ... aunque sean románicas?

Estamos tan acostumbrados a ver dos leones simétricos que la lógica induce a pensar que falta uno en el lugar donde se encuentra precisamente la cena de marras, podría ser que los doce apóstoles del piso superior fueran una secuencia ajena a la escena de la cena, no sería quince, sino la repetición de personajes en sucesos diferentes.

Sea como sea lo encuentro magistral (simbolicamente hablando), el hecho de prescindir de todos los comensales y presentar únicamente los tres que son revelantes en el mensaje puede dar una ligera idea de la diferente precepción teologica de este taller-escultor-maestro con cualquier otro.


Salud y románico

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Alkaest dijo...

Si, prefiero las "causalidades" a las "casualidades", aunque cité éstas últimas por afán de polémica.
Yo también creo que estamos ante dos secuencias mitológicas diferentes, que el "trío" del banquete místico es "particular" y quiere destacar algo muy concreto, muy propio, del pensamiento espiritual de quien encargó esta obra...

Pero, aun así, no he podido resistirme a hacer la broma de los "quince israelitas cenando", porque esta aparente "irregularidad" no hace más que destacar lo heterodoxo del conjunto.

Salud y fraternidad.

Esca dijo...

Saludos a todos,me digo a mi mismo por la parte de profesion a la que pertenezco,escayolista para mas señas,¿cuanto influiria la decoracion y estetica de la obra a la hora de ejecutarla?¿que primaria la belleza del conjunto por parte del maestro o la de trasmitir por parte del clero?
un saludo pa toos Esca

Alkaest dijo...

Compadre Esca. En estos siglos, medievales, las normas no eran tan rígidas, como lo fueron luego, a la hora de ejecutar un encargo. Desde luego, el comitente (vamos, el que pagaba las piedras y a los canteros) estaba asesorado, o por sus propios conceptos espirituales, o por un clérigo (también con sus propios criterios, que el "asesorado" compartía).
A partir de aquí, encargaban al Magister un templo de tales y cuales medidas, dependiendo del "parné" disponible, y con estos y aquellos "adornos" escultóricos, dependiendo de las ideas espirituales.
También se daba el caso, de que el comitente encargase simplemente un templo, y el Magister le mostrase diversos "modelos", de distinto precio, para que el comprador eligiese el más conveniente. Aunque esto era lo menos usual, pues el comitente solía encargar la obra a partir de ideas preconcebidas, como la devoción a un santo determinado, a un suceso de la mitología bíblica que le agradase, etc.
A pesar de ello, el Magister y sus compañeros tenían cierto margen de maniobra al ejecutar la obra, lo cual dependía también de su habilidad y buen hacer profesional.
Pasado el medievo, las cosas se volvieron rígidas hasta el extremo de que todos los detalles, hasta el mas mínimo, quedaban reflejados en un contrato, y si el Magister no lo cumplía al pie de la letra, no cobraba o le pagaban menos.
Durante el barroco, los contratos detallaban el número de santos de una escena, sus posturas, sus vestidos, los colores, si había hierbas o animales, o nubes. Con lo cual, ya tenían mérito los muchachos en hacer obras maestras a pesar de tanto impedimento contra el espíritu creativo.

Salud y fraternidad.

Syr dijo...

Este Esca, es que, desde luego, no tiene remedio el tío. Parece que habla poco, pero siempre dice mucho.

Creo que, cuando nos aproximamos al arte románico, pronto nos damos cuenta que el mismo responde mal a las leyes de nuestra lógica visual, a la realidad que percibimos y a nuestro concepto de plástica estética. Ello, es explicable y entendible, únicamente si partimos del axioma que la BELLEZA DEL ROMANICO no fue concebida como expresión de belleza temporal, sino de la inalcanzable y trascentente. De ahí que los templos, como las imágenes escultóricas o pictóricas, estén impregnadas de simbolismo, ya que toda forma, objeto o realidad adquiría valor simbólico de lo trascendente para cumplir función catequizadora a través de la imágen. Y desde esta óptica, nada era estéticamente bello sino se lo entendía como símbolo del ideal pretendido y representado.

Porque las imágenes y el espacio construído no sólo hablan al corazón sino también a los sentidos, pues su carácter dialéctico está dirigido a todas las personas, letradas e ignorantes, y los sentidos son estimulados, mayormente, por el placer estético.

De ahí que nazca lógica la pregunta de Esca: ¿ Qué criterios priman en los artistas románicos, la belleza mediante el adorno o sólo el mensaje?. Pues, creo que debió producirse una pugna para estructurar este concepto, Esca. Mientras filósofos y teólogos difunden conceptos, líneas y nociones para representar lo trascendente y divino, el maestro románico disocia el concepto plático de belleza, del de su arte como trabajo. Para él, las cosas bien hechas serían arte, porque trabaja con sentido de técnica manipulando la materia. Y al hacerlo, experimenta que resuelve problemas técnicos. Y en este campo, creo yo, sería plenamente libre y lo realizaría como le placiera o le saliera. Pero como dice bien Alkaest, el arte románico está puesto al servicio de los representantes de Dios que no son asuntos ajenos a lo mundano y que, debiendo su patrimonio a las donaciones de la nobleza, están dispuestos a cambiar bienes corruptibles por plegarias para la salvación de las almas.

El resultado?. Pues que acaban dirigiendo todo al gran público mayoritariamente menos cultivado para que acabe viendo, a través de la imágen, no sólo los hechos religiosos, sino el entramado social y quien manda en el momento.

Salud y románico