martes, 5 de julio de 2011

Milladoiros, piedras con espíritu...

"Pedra dos Cadrís", roca "sagrada" que cura los dolores de espalda. [Muxía, A Coruña].

Desde la Costa de Dalmacia, hasta el Cabo Norte de Noruega, pasando por todas las tierras de Europa, encontramos diversas piedras, ya sean enormes rocas o pequeños montículos de guijarros, que la humanidad venera por su carácter sagrado. Y ello, desde la noche de los tiempos, hasta la actualidad...
Artemidoro de Efeso, que visitó la costa oeste peninsular, a fines del s.I a.C., cuenta que sus celtibéricos habitantes practicaban un curioso culto a las piedras. Realizaban con ellas montículos, a los que dotaban de sacralidad, como por ejemplo los del Cabo San Vicente, de Finisterre, o del Monte Pindo, entre otros. Allí celebraban ritos diurnos, porque estaba prohibido acceder a estos lugares en las horas nocturnas, ya que entonces las divinidades y los espíritus del más allá descendían sobre esas piedras para estar en contacto con el mundo físico.
Esto era lo que les confería su carácter sagrado, pues, al manifestarse en ellas la presencia divina, parte de sus virtudes continuaba impregnándolas. Y esa potencia sagrada, que abarca ámbitos muy variados: fertilizantes, adivinatorios, funerarios, medicinales, podía emanar de ellas, para beneficio de los humanos que las venerasen.
   
"Monxoi", guijarros propiciatorios de la buena suerte. ["Cruz de Ferro", Foncebadón, León].

Cuando el mito judeo-cristiano se expandió por el Imperio Romano, luchando por suplantar a la Antigua Religión, lanzó toda clase de anatemas sobre los cultos pétreos. Los cánones LXXI-LXXIV del Concilio Bracarense (572) prohíben el culto a las piedras, y san Martín de Dumio (510-580) incide sobre lo mismo en su obra De correctione rusticorum (575?). Los concilios de Toledo, XII canon 11 (681), XVI canon 2 (693), y XVIII (710), repiten estas condenas a los "veneratores lapidum", con penosa insistencia, pero evidentemente sin conseguir apenas nada.
El único cambio, consistió en que poco a poco se dejaron de encender velas en tales lugares, para no llamar la atención, aunque se continuaron ofreciendo libaciones. Luego, el culto a las grandes rocas, "megalitos", y a los enormes montículos de piedras, "monxoi", fueron sincretizados al ponerlos bajo la advocación de diversos santos.
El propio san Martín de Dumio, feroz abolicionista de los ritos antiguos, aunque dice en su De correctione rusticorum: "...pues encenderles cirios a las piedras y a los árboles y a las fuentes ¿qué otra cosa es sino veneración del diablo?", acaba sucumbiendo al pragmatismo: "Que se derrumben el menor número posible de lugares paganos, que sobre ellos se pongan reliquias para que se cambie su objetivo".

Milladoiro en la orilla del mar, invocación a los espíritus acuáticos. [Playa das Catedrais, Reinante, Lugo].

Unicamente sobrevivieron en su pureza "pagana", los pequeños montones de piedras, "microlitos", conocidos como "moledros" en Lusitania, "milladoiros" en Galicia, y "miyadorius" en Asturias. Todavía hoy, las gentes creen que si alguien separa del montón una de aquellas piedras, ésta volverá por sí sola a su lugar durante la noche.
Estos pequeños amontonamientos, son la supervivencia del culto a los espíritus de los caminos, de los bosques, y a las almas errantes. Su recurrente florecimiento, da fe de la grandeza histórica y el poder espiritual que evocan.
Los "milladoiros" tienen dos versiones. En una, son pequeños amontonamientos, a modo de minúsculos "monxoi", en las orillas de los caminos o encrucijadas, que los viajeros van construyendo con el transcurso del tiempo al tirar cada cual un guijarro.  En la otra, se trata de pequeñas "columnas" formadas por la colocación de varios guijarros, superpuestos uno sobre otro, tantos como su precario equilibrio lo permita.
Aquí, como en los megalitos, podemos considerar que se trata de "receptáculos espirituales", pues el culto no va dirigido a las piedras, por si mismas, como sustancia material, sino a los espíritus que las habitan y consagran, a las almas difuntas que moran en ellas, al santo o deidad bajo cuya advocación se encuentran.
Al levantar estos "monumentos", humildes, íntimos, personales, los viajeros siempre han pretendido atraerse el favor de los genios de la naturaleza, tanto como apaciguar y alejar de si el peligro de las almas errantes, fijándolas a la piedra, para que no vaguen entre los vivos, o implorar el auxilio de las divinidades mediante unos toscos "atrapa-energías-cósmicas".

Ermita de San Miguel de Vilatorta. [Villatuerta, Navarra].

En la Navarra medieval, el primitivo Camino Jacobeo pasaba por Vilatorta -"villa torcida"-, patria chica de san Veremundo, continuaba junto al Monasterio de San Miguel, y seguía su ruta hacia Irache. Cuando en 1090 el rey creó el nuevo burgo de Estella, un poco al norte de este lugar, el viejo camino quedó como un ramal secundario, donde había un hospital de peregrinos, camino de Lorca, y el pequeño Monasterio de San Miguel, donde se rendía veneración a la milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Candelas.
Hoy, la ermita de San Miguel Arcángel, reclinada en la Cuesta del Moro, en las afueras de Villatuerta, es cuanto queda del templo de aquel monasterio que, el rey Sancho "el de Peñalén", dio a Leyre.
A pesar de su humilde aspecto, estamos en un enclave sagrado ancestral. Aquí hubo un adoratorio celtíbero-vascón, sustituido por un templo romano, que a su vez dio paso a uno visigodo, agrandado entre los s.X-XI en estilo prerrománico, para ser restaurado en el románico pleno.

Reconstrucción virtual, del altar antiguo, con NªSª de las Candelas, como debía encontrarse hacia 1900 cuando la imagen fue expoliada. [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

En este santuario jacobeo, recibía adoración una milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Candelas, una "Candelaria", del s.XII, con el Niño en su regazo y una vela verde en la mano derecha...
Por desgracia, la imagen fue malvendida a comienzos del s.XX, alegando su abandono y deterioro. De este modo, se eliminó una peculiar devoción de los peregrinos jacobeos, con ritos tan poco ortodoxos como la erección de "milladoiros", tanto en el exterior como en el interior, del templo. Pero, aunque la devoción se perdió, el rito no sólo no ha muerto, sino que se ha revitalizado con fuerza inusitada...
El amable párroco de Villatuerta, don David Antona Antona, que nos indicó el camino de la ermita, también nos advirtió del singular culto pétreo que íbamos a encontrar en el santuario. Tan singular, que para celebrar los oficios sagrados en su interior, deben desalojar frecuentemente los dos altares de aquellos "milladoiros" que los peregrinos se obstinan en levantar con machacona insistencia. 

Altares, moderno y antiguo, cubiertos de "milladoiros". [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

Aunque ahora, la mitología judeo-cristiana ha terminado por sincretizar también este sencillo resto de la Antigua Religión. 
Una parte de la creencia popular, indica que la costumbre de levantar "milladoiros" tiene por objeto que, en el día del Juicio Final, los guijarros hablen y den testimonio del cumplimiento del peregrinaje por parte del viajero, motivo por el que es necesario levantar estos amontonamiento pétreos, a modo de "testigos de cargo".
Otra parte, considera que los guijarros simbolizan ciertas almas del purgatorio, que se encuentran allí penando por no cumplir un ofrecimiento espiritual realizado en vida, y que sólo abandonarán tal penitencia si alguien cumple lo que ellos dejaron sin hacer.
Un tercer grupo, piensa que con tales guijarros-exvoto, traídos desde su lugar de procedencia, se liberan las culpas y atren las bendiciones de la divinidad.

Milladoiros sobre el altar nuevo del santuario. [Ermita de San Miguel, Villatuerta, Navarra].

Queda, también, un reducido grupo que continúa perpetuando el rito, sin una finalidad definida. Levantan guijarros, en los "milladoiros", sin saber bien por qué, como si pensaran "cuando otros lo hacen, por algo será..."
Pero, en el fondo, lo que subyace es el ancestral anhelo trascendete de la humanidad primitiva, los guijarros ofrendados a la divinidad, actuarán como amuletos protectores. Una divinidad que, en San Miguel de Vilatorta, adopta la forma de Virgen Negra, la imagen medieval utilizada para sustituir -sincretizar- el viejo culto a la Diosa Madre representada como una piedra negra meteórica.
Porque, mal que nos pese, el alma humana sigue anclada en aquellos temores que nos atenazaban en la noche de los tiempos. Aunque nuestra civilización y cultura parezcan decir lo contrario, somos clanes cavernarios con tecnología digital...

Salud y fraternidad.

6 comentarios:

juancar347 dijo...

Se trata sin duda de ritos ancestrales que han perdurado en la memoria de las gentes a lo largo de los siglos. Me llamó mucho esta ermita de San Miguel, como sabes, y fue toda una sorpresa encontrarse esos altares repletos de milladoiros, una tradición que el peregrino vuelve a recuperar de esa noche de los tiempos en la que naturaleza y hombres se lamían juntos las heridas en un cerrado hermanamiento. Es bueno recuperar estas tradiciones y aportar cuantos más datos de los lugares, mejor. Lástima que los peregrinos, e incluso los curiosos que un día se dejan caer por allí, no puedan encontrar a esa sincrética Virgen Negra de las Candelas; a esa Candelaria que, como bien expones, tenía todos los símbolos de una auténtica Diosa Madre. Un abrazo.
P/D: Quiero agradecer también aquí, la excelente disposición y amabilidad del párroco de Villatuerta.

Alkaest dijo...

Compadre Juancar, esos ritos no desaparecerán nunca, porque la espiritualidad del ser humano tiene un lado práctico que la Antigua Religión satisfacía, y los mitos judeo-cristianos no.
Me refiero a los viejos rituales, "supersticiosos", que ponen al fiel en relación con el Mundo Natural, y apelan a lo cercano de la Madre Tierra, para atraerse sus aspectos positivos y repeler los negativos.
Lo demás, son "monsergas" de teólogos y "paparruchas" de sacristía.

Estate atento, porque a continuación viene una entrada sobre esa desconocida y malvendida imagen, "de las Candelas", que no es más que otra pieza del "puzzle" sincrético construido en este enclave ancestral: ruta jacobea, culto a las piedras, posible Virgen Negra...

Salud y fraternidad.

Baruk dijo...

Es una lástima ver el estado en que se encuentra el antiguo monasterio de San Miguel.

La verdad es que todos esos Milladoiros en su altar, producen una sensación de caos espiritual que se contrapone a la paz serena que recoge esa reconstrucción virtual que has elaborado con la Virgen perdida.

Ya había visto la foto de esa talla en el libro "La última Virgen Negra del Temple" de R. Alarcón, donde es considerada una auténtica Candelaria.

Quedo a la espera de tu siguiente entrada y desenlace puzzeril.

Abrazines


*

Esca dijo...

El Esca os da un saludo a todos y sobre el tema que que expone Alkaest pienso que los ritos nunca desaparecerán mientras que exista la humanidad los tenemos dentro de nuestro ser en nuestros genes,a traves de la historia creo que redecoramos de vez en cuando el mundo,simplemente cambiamos los muebles de lugar,las formas cambian pero nunca su esencia,
Es fácil o quiero creer,que si pasáramos de este mundo tecnológico a una isla desierta o hecatombe,aun teniendo vivo ese pasado iniciaríamos la misma secuencia de evolución,ritos tradiciones y demás consecuencias de milenios atrás pues el medio que te rodea te lo demandará,lo que no se es cuantas veces la humanidad a tenido que volver a iniciarse en este planeta buscando ser dioses para poder abandonarlo como hicieron nuestro antepasados ¿creeis que esta es la primera colonización del planeta? yo lo dudo,por eso nos quedan esos vestigios que llamamos ritos que no son mas que una llamada a nuestros orígenes por esta transición,nuestros orígenes no son los que dicen los arqueólogos, estos aun están en el primer grado de conocimientos,cuando acaben el curso ya veremos
ya me lié,
Aviso,LO QUE USTED ACABA DE LEER ES SOLO FRUTO DE SU IMAGINACIÓN NO ME HAGO RESPONSABLE DE SUS PESADILLAS pues nada otro saludo el Esca

Alkaest dijo...

Querida Dona Baruk.

Tienes razón, y lo has expresado muy acertadamente, dentro de aquella ermita se "respiraba" ese "caos espiritual" que dices. Polvorilla, fue la primera que me transmitió haber percibido dicha sensación, "de espíritus en confuso caos", y me alegra saber que otros también lo notaron.

Aunque creo, que no se debe tanto a la presencia de los milladoiros, o al sincretismo que ellos representan, como a la "carga de energía" que los peregrinos, a lo largo de los siglos, han ido depositando en el lugar, junto con sus preocupaciones, anhelos, y peticiones a la divinidad.

Espero que la siguiente pieza del "puzzle", te resulte tan interesante como la primera.

Salud y fraternidad.

ana-romanico dijo...

Sigo encantada de leeros A TODOS para seguir mi camino de aprendizaje.
Os "controlo" en la red. Un abrazo.